Hyunjin tomó una botella de agua con rapidez, dejando caer algunas gotas de esta en el proceso, cuáles se deslizaron por su garganta hasta mojar parte del cuello de su camisa.
Era agotador el proceso de mudarse. Cargar cajas, mover muebles, ordenar sus pertenencias y clasificar que partes de su nuevo departamento serían destinadas para algo era una tarea sumamente cansada y aun más al vivir solo.
Sin embargo, allí estaba, con una sonrisa satisfecha en el medio del salón, admirando lo bien que había quedado su nuevo hogar una vez terminado de ordenar todo lo que debía.
Sus cuadros favoritos estaban en los lugares y ángulos precisos, la combinación de colores, la intensidad de las luces y leve ruido del campo frente a él hacía de su hogar el lugar perfecto para Hyunjin. Lleno de paz y tranquilidad, como lo que siempre había buscado para poder trabajar en calma.
Finalmente había podido conseguir un pequeño departamento a las afueras de la ciudad, estando prácticamente frente a un gran campo verde, donde podía escucharse el típico sonido de algunos grillos en vez de los estresantes autos con sus insoportables bocinas.
Viendo que aquel antiguo reloj de madera marcaba las diez en punto de la noche, se apresuró en ir a su cuarto preferido, su lugar de trabajo; su sala de arte.
A sus veintidós años de edad, sorprendentemente Hyunjin era uno de los artistas jóvenes más exitosos de su categoría, llegando al límite de poder vivir autónomamente gracias a las ganancias de sus obras en línea o en aquella galería reconocida para la que actualmente estaba trabajando.
No obstante, hace ya vendría siendo un mes y medio que su creatividad estaba en la ruina. No era capaz de dibujar o pintar algo con el ruido o más bien bullicio de sus vecinos, con el molesto ambiente de vivir en el centro de la ciudad y con la constante preocupación acerca de que tenía que entregar una colección de obras que ni siquiera había empezado para dentro de un evento sumamente importante dentro de seis meses.
Por lo tanto, había decidido cambiar de ambiente a uno mucho más tranquilo. Con vistas increíbles, con ruidos mínimos y con bastante altas probabilidades de encontrar el tema perfecto para aquel importante proyecto que tenía que realizar.
Y después de vagar varios minutos buscando algo que lo inspirara, fue cuando lo su mirada encontró lo que tanto anhelaba.
En el gran balcón que tenía, pudo ser capaz de observar la mejor imagen de retratar en aquel cielo nocturno.
La belleza y grandeza de la brillante luna que decoraba aquel estrellado cielo oscuro, iluminando aquel infinito campo completamente verde tanto como a su estudio con aquella maravillosa luz. Viéndose tan imponente como delicada, tan inalcanzable como realizable. Sin dudas ese era su paisaje favorito, el mejor de todos. La luna siempre vencería a cualquier oponente que tuviera en frente.
Hwang Hyunjin se apresuró en sacar a aquel balcón los materiales necesarios con suma emoción de poder tener la inspiración necesaria para empezar aquel nuevo proyecto, un proyecto que le daría paso a un nuevo estilo de vida y un futuro prometedor. Viviendo de hacer lo que amaba.
Y cuando estuvo sentado frente al lienzo impecablemente blanco, tuvo el lápiz en su mano y volvió la vista hacia al frente para tener una imagen clara en su mente, fue cuando notó el pequeño fallo en esta.
En medio de su perfecto panorama, se hallaba al parecer un chico bastante abrigado, sentado con una serenidad admirable en medio de todo. Abrazaba sus rodillas aparentemente y parecía estar perdido en admirar a la luna con tanta paciencia que Hyunjin bajó aquella mano que había alzado por la impresión. Se veía tan pequeño desde lejos y a la vez, parecía tan adorable estando de espaldas.
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Moon || Hyunmin
FanfictionDonde Hyunjin, al querer pintar un cuadro de su paisaje favorito, casualmente se encuentra con un chico que interrumpe su panorama. -¿Por qué siempre estás aquí? -Por la misma razón que tú pintas a la luna. -¿Porque quieres dinero por las obras que...