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Decir que había pasado la mayor parte de su día esperando ver a aquel chico por su balcón tal vez sonaría bastante extraño.

Pero como excusa de Hwang, la razón era que la imagen de ese chico no había podido salir de su cabeza desde la noche anterior. Y por su propio bien, Hyunjin prefería pensar que se debía a la drástica impresión de verlo de esa manera, porque sin dudas jamás se le pasó por la mente encontrar a alguien llorando.

Podía recordar perfectamente sus cabellos castaños desordenados en pequeños rulitos por el viento, su piel totalmente pálida con leves matices rosáceos por haber estado llorando, con sus ojitos brillando y reflejando a la luna por lo cristalizados que estaban junto a la idea de que este se encontraba completamente solo en aquel frío, solitario pero hermoso campo.

No entendía, aunque se hubiera pasado todo el día pensando en las posibles causas y cuestionándoselas, su mente no podía llegar a comprender.

¿Por qué alguien lloraría a solas en ese lugar con el insoportable frío que allí hacía?

¿Por qué su mirada estaba tan enfocada en aquel astro tan especial a pesar de las lágrimas en sus ojos?

¿Por qué demonios él estaba tan interesado en todo ello?

De todas formas, esas palabras desaparecieron de su mente cuando al salir de la ducha y dar una pequeña vuelta en su departamento, pudo diferenciar por una de las ventanas a aquel mismo chico sentado allí, exactamente en la misma posición y lugar que ayer.

Se apresuró en vestirse y bajar, no sin antes observar la hora en aquel reloj antigüo para poder tener una idea de a qué hora solía salir al campo.

Nueve y media.

En realidad, le parecía misterioso. Misterioso, interesante e intrigante. Al menos podía saber bien por su forma de actuar que compartían aquella fascinación por la luna.

Al llegar, a pasos suaves y sin intenciones de asustarlo otra vez, Hwang se sentó a su lado, manteniendo una distancia prudente para dos personas desconocidas.

No recibió un saludo, una mirada o alguna palabra, solo pudo ver como la mirada del castaño estaba perdida en el cielo, por lo que imitó su acto para poder observar a la asombrosa luna que se encontraba frente a ellos. En silencio, ambos admirando un paisaje totalmente hermoso y tranquilo.

No sabía si preguntar por su bienestar por la preocupación que aún albergaba sería la mejor manera de iniciar una conversación, sumando el hecho que esta vez, en vez de estar consumido por la tristeza, se veía realmente tranquilo admirando su paisaje favorito, por lo que Hwang empezó diciendo lo más obvio a su parecer.

—¿Te gusta la luna?

El menor sonrió.

—Lo hace. —respondió, sin molestarse a voltear a ver a Hwang. Al menos este pudo notar que no estaba llorando esta vez. —Y mucho. Es muy... cómo decirlo...

—Fascinante. —completó, atrayendo la mirada del contrario. —Te da tranquilidad, te calma. Es como si te diera la sensación de que todo está en orden.

—Eso mismo. —concordó, con aquella pequeña sonrisa al ver que alguien compartía sus mismos pensamientos. —Hyunjin, ¿no?

El rubio bajó la mirada del cielo para poder ver al chico, asintiendo levemente.

—¿Y tu nombre es..?

—¿Debería decírtelo? —el tono divertido del contrario le permitió ver que disfrutaba en hacer de ella una pequeña broma, haciéndolo sonreír en satisfacción al verlo feliz en comparación al día anterior. —Recién te conozco.

—Yo te dije el mío, sería lo justo.

—Seungmin. —confesó sin rodeos y con gran facilidad. —Kim Seungmin. También vivo por aquí.

Seungmin...

—¿Vienes aquí seguido?

—Bastante, en realidad. Vengo casi todos los días. —comentó abrazando sus rodillas. Un gesto bastante tierno a la perspectiva de Hyunjin. —Me gusta venir a esta hora. La luna siempre se ve mucho mejor.

—Supongo que tienes razón si has vivido aquí mucho más tiempo que yo.

—La tengo, siempre vengo a verla. —la misma adorable sonrisita siempre se mantuvo. —¿Y tú?

—¿Yo?

—¿Por qué te gusta verla? No creo que ayer hayas venido solo a darme una visita. Apuesto que algo tiene que ver la luna en eso.

—Bingo. Trabajo como artista.
—Hwang sonrió igualmente, cruzándose de brazos por el frío. —Me mudé aquí precisamente porque necesitaba calma y ayer por la noche cuando tenía el panorama perfecto, te ví desde el balcón y bajé con la intención de pedirte que te movieras pero...

Seungmin bajó la mirada hacia el césped unos segundos, sabiendo a lo que se refería.

—Lo lamento, no era mi intención que alguien me viera de esa forma. E-es que yo pensé que... que estaba solo, nunca he visto que alguien p-pasara por acá y entonces...

Por alguna razón, su corazón se encogió al escuchar su tono de voz cambiar por uno deprimido y decaído, con aquellas muecas que indicaban su vergüenza. Su sonrisita pareciendo la más dolorosa de la historia.

—No, no, está bien. Yo te pido disculpas por ser tan... imprudente. —Hwang bajó un poco la mirada, con la intención de encontrar la del menor y poder sonreírle un poco como consuelo. —Soy un poco torpe a veces.

Seungmin sonrió apenas, conmovido por notar su intento de hacerlo sentir mejor.

—Querías pintar algo y yo estaba interrumpiendo, creo que el imprudente aquí soy yo.

—No lo sabías.

—Tú tampoco.

—Estamos a mano, entonces. —Hyunjin sonrió, extendiendo una de sus manos hacia el castaño, observando como este miró su mano en el aire unos segundos para luego mirarlo a los ojos. —¿Sin remordimientos, Kim Seungmin?

La brillante y adorable manera en la que poco a poco Seungmin desplegó una sonrisa por sus labios, volviendo a animarse, fue uno de los momentos más hipnotizantes de su vida.

Seungmin no tardó en estrechar su mano junto a la del rubio, sintiendo una especie de calidez recorrer su cuerpo con ese simple gesto.

—Sin remordimientos, Hwang Hyunjin.

Moon || HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora