Segundo capítulo.

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Segundo capítulo.

-Así que eres tu- la voz melodiosa lo envolvió e hizo que levantara los ojos para encontrarse con una mirada canela- ve a la cama.

Avanzó dentro de la habitación, una suite de grandes dimensiones con una cama central de aspecto ostentoso y mullida, los ribetes dorados subían a través del docel realizando dibujos que le parecían caprichosos.

-Si -susurró, observó la piel blanca que se mostraba escondida bajo la bata y que comenzó a llamarlo de una manera visceral robándole cualquier otra respuesta.
-Y tu -pareció no prestarle más atención para centrarse en su acompañante- tu vas a sentarte allí y solo vas a mirar.
-Okey...
-No quiero escuchar tu voz ni una vez- sentenció antes de seguirlo.

Se sentó en la cama, se sintió nervioso pero la aparición delante de de él transformó todo en ansiedad por probar los labios carnosos y rosados que apenas podía vislumbrar robándole cualquier pensamiento racional, iniciando una necesidad de arrastrar la boca por el cuello casi transparente, hundir los dientes en sus hombros, llenar los sentidos con su aroma y tacto.
En segundos se olvidó de Mark, de su presencia y del porque estaban allí.
No prestó atención a la habitación opulenta pero elegante, solo podía pensar en la propia excitación que comenzaba a crecer y exigía ser liberada. Cuando la bata fue dejada descuidadamente al pie de la cama no tuvo mas opción que seguir su instinto y avalanzarse contra el vientre plano sin pedir permisl, lamer con fuerza el ombligo, morder los huesos de la cadera aferrándose a él.

-¿Está bien así? -preguntó luego de un tiempo, se sentía desesperado por darle placer, por volverlo loco tal como comenzaba a sentirse él y no permitirle pensar.
-Sigue -la voz uniforme, como si estuviera muy lejos de esa habitación y nada llegara a él.

Con cuidado lo tendió en la cama, las sábanas corridas, los almohadones caídos a un costado. Con rapidez se deshizo de la ropa que todavía llevaba puesta y estorbaba para luego tenderse sobre la tibieza del otro y buscar sus labios. Gimió cuando pudo morder la boca e introducir la lengua para sentir el sabor exquisito de su saliva y por un momento fantaseó con saborearlo por completo, devorar cada gota de placer que pudiera darle.  Antes de que lo quisiera se sintió privado del beso para que el de piel blanca y pelo en tonos grises buscara algo en un costado, una botella de lubricante apareció frente a sus ojos.

-Hazlo -demandó.
-Espera -intentó demorarlo porque sabía que pronto terminaría y no estaba preparado para eso.
-No, hazlo.

Se colocó entre sus piernas, quería besarlas, perderse entre ellas, marcarlas con sus dedos para que nadie dudara de que él había sido quien lo había poseído, no entendía de donde venía esa ansia, esa necesidad por marcarlo.
Colocó lubricante en sus dedos y los dirigió a la entrada para poder estirarlo? Intentó relajarlo, darle caricias que hicieran el momento más fácil.

-Ya está bien.
-Espera...
-Ya esta bien -repitió mirando a un lado.

No pudo negarse, de a poco, colocándose sobre su cuerpo fue penetrándolo, abriéndose camino en la tibieza que lo envolvía, sintiéndose envuelto en algo más grande y precioso de lo que podría describir. Se movió con suavidad, siendo devorado por el otro, enterrado en su intimidad y a la vez, sintiéndose mas expuesto de lo que recordaba nunca. Percibir los brazos que lo envolvieron exacerbó la sensación, sus terminaciones nerviosas zumbando ante el placer que comenzaba a recorrerlo. Llevó una mano al pene ajeno para moverlo consigo, para que experimentara el mismo orgasmo que llegaba a consumirlo.
Fue demasiado rápido, el silencio solo roto por los gemidos que escapaban de las bocas de ambos. Separarse, abandonar su cuerpo se sintió injusto y apresurado, se colocó de lado, mirando los rasgos delicados de quien estaba en la cama con él. Por segundos se sintió transportado a otro momento en la vida, a algún situación en donde se sintió igual de pleno. Enterró la nariz en la piel del cuello pálido para llenar sus pulmones de un aroma que por alguna razón tenía grabado en la memoria.

-Uaahhhhh -la voz de Mark rompiendo el momento- eso fue caliente.

La tensión proveniente del cuerpo desnudo le indicó que todo había terminado, su burbuja destrozada.

-Pueden irse.
-Yo...
-Vete -lo vio buscar la bata descartada y comenzar a colocársela sin mirarlo- no tengo que escucharte.
-Tal vez... -no entendía que era lo que lo impulsaba a hablar si ya todos habían obtenido lo que querían.
-Vete -caminó a lo que supuso era el baño- ya estás usado, ya no me sirves.

El sonido de la puerta al cerrarse lo sacó de su estupor, buscó la ropa y rechazó la mano de Mark que intentó prender los botones de su camisa. Salieron y mientras la voz de su compañero llenaba el silencio hablando de lo que había pasado, de lo caliente que había sido verlo junto a otro y como deberían repetirlo , él solo podía pensar en una cosa:

"Ya estás usado, ya no me sirves."

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Caída libre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora