Cuarto capítulo.

249 41 18
                                    

Cuarto capítulo.

-Saint -llamó Plan apenas entró a su oficina, ya imaginaba el reto que vendría- ¡me dijiste que los dejarías en paz!, ¿que estas haciendo?

Recién pasaba de las 8 de la mañana, por lo visto los abogados no habían perdido el tiempo que tan bien pagaba.
No levantó la mirada y siguió con los ojos puestos en el plano desplegado sobre el escritorio vidriado, no quería que lo viera con los ojos hinchados, hoy ni siquiera pudo usar los lentes de contacto, así que los anteojos le daban el aspecto de frick que tanto odiaba.

-Solo me aseguro que la deuda sea pagada, no se puede tener tolerancia a los estafadores.
-No pasaron ni veinticuatro horas, no puedes enviar abogados a ejecutar la deuda.
-Si puedo, de hecho, esa fueron las instrucciones precisas, antes del anochecer deben saldar la deuda si no quieren acciones penales.
-Saint -colocó una mano sobre el plano para que lo mirara de frente- esto ya es pasarse, dijiste que dejarías todo atrás.
-No es nada personal... -se encogió de hombros- así son los negocios, y  odio los apostadores.
-Diriges un casino -señaló- y es lo que se hace aquí, apostar.
-Nunca fue mi elección.
-Entonces salte pero no cometas estupideces, ¡esto es irracional Saint!
-Ya esta hecho, no es mi problema sino de ellos y los abogados.
-Aishhh -Plan se tironeó el pelo en varias direcciones- eres imposible cuando estas de ese humor.
-No te estoy obligando a que estes aquí, de hecho, ¿no tendrías que estar buscando la locación para el próximo hotel?.
-Ya está todo enviado por correo.
-Entonces deja que lo mire y que cada uno se encargue de lo que debe hacer, lo demás es tema cerrado.
-No lo hagas Saint... deja que todo siga su curso, no tiene sentido lo que quieres hacer.
-Para mi si, para mi tiene mucho sentido atocigarlos, perseguirlos, no permitirles pensar con claridad, no pienso privarme de ese placer.
-Dijiste que no los volverías a ver...
-Es así, pero solo saber que deben estar desesperados es suficiente para mi.
-Amigo... -intentó una vez más, sabía que detrás de la dureza de Saint había un adolescente herido en lo más profundo.
-Es mi última palabra Plan -los ojos hicieron contacto- no voy a dar marcha atrás, es su problema si no saben cuando detenerse, no tendrías porque preocuparte por ellos.
-Me preocupo por ti, te conozco Saint.
-Por eso mismo, porque me conoces, porque fuiste el único a mi lado, porque lo sabes todo, tu más que nadie deberías estar de mi lado.
-Lo estoy, siempre cada vez que lo necesites, por eso se que nada bueno puede salir de esto.
-Basta -la silla salió para atrás cuando el cuerpo de Saint se levantó de repente- lo terminamos aquí, tengo varias reuniones y no pienso perder más tiempo.

Observó a Plan aplanar las palmas contra el escritorio con la cabeza baja para luego dar la vuelta y salir por la puerta. Se convenció a sí mismo que tenía razón, que solo estaba equilibrando las cosas y nada de lo que pasara tenía que ver con él y si todo con los dos idiotas que quisieron pasarse de listos.
Miró sin ver lo que tenía delante, hace tiempo pensaba en esta expansión y concretarla era su prioridad pero la cabeza no hacía más que volver a lo que había pasado anoche, y peor aún, a lo que había vivido tantos años atrás. Suspiró con fuerza y dejó salir un grito de impotencia hacia la habitación vacía.

-Prem -llamó en el intercomunicador una vez que reconoció a sí mismo que no podía hacer nada- por favor, libera mi agenda hasta la tarde.
-Si señor Supapong -la voz del eficiente secretario llegó a través de aparato- ¿Reprogramo para mañana?
-Si, hazlo -tomó una chaqueta del respaldo de su aciento- que nadie me moleste a menos que se venga el cielo abajo.
-Si señor... ¿Qué le digo al señor Rathavit?
-Él sabrá ubicarme si me necesita.
-Entendido.
-Y Prem... tómate lo que resto de la mañana, no voy a necesitarte hasta que vuelva.
-Gracias señor.

Salió por los pasillos que daban a un lateral del hotel y caminó directo al estacionamiento donde tenía los autos estacionados, decidió conducir una de las motos que había comprado por capricho. Aceleró por la avenida que bordeaba la costa, vio pasar en un borrón el paisaje hasta que solo eran rayas a su alrededor. Avanzó los kilómetros que lo llevaron al único lugar donde podía sentirse seguro.

-Mamá -habló una vez que se encontraba frente a la tumba donde los restos de su madre descansaban hace tiempo- mamá... hola.

La lápida que había ordenado colocar era simple en color blanco, el nombre grabado en el mármol junto a la fecha en que la había perdido, los árboles que había ordenado colocar a su alrededor floreciendo dando un aroma delicado al lugar.

-Ya se que hace tiempo no vengo a verte -se arrodilló delante y siguió con su discurso- pero no tendrías que enojarte conmigo, realmente estoy ocupado, trabajando y dando todo de mí... ¿sabes? hice algo malo y ahora estoy enojado, pero ¿Cómo podría parar? Plan está molesto conmigo, se que pronto se le va a pasar, pero no me gusta cuando hace eso, me hace sentir totalmente solo, y es que no hay nadie más para mí, no hay nadie que pueda extrañarme, o siquiera gritarme cuando hago alguna tontería...¿Porqué tuvo que ser así...porqué no estás conmigo? Odio todo, odio ese maldito casino y la vida que no elegí... me odio a mi mismo mamá... quisiera que fuera distinto pero no puedo...

Intentó frenar las lágrimas que salieron sin control, lloró abiertamente hasta que no quedaba más por derramar, hasta que el cuerpo dolía de los constantes espasmos.
Eso era, se odiaba mas de lo que odiaba a su padre, a Perth o el imbécil de Mark, después de todo nadie más que él fue el culpable de que todo se convirtiera en un desastre, solito se metió con alguien que no era más que un espejismo que terminó por destrozar su autoestima y amor propio, arrasando en el proceso con la estabilidad familiar.
Se quitó los anteojos y la tumba de su madre fue testigo de como se derrumbaba, solo Plan sabía que detrás de esa fachada de hombre poderoso y seguro de sí mismo se escondía un joven que aún necesitaba de que alguien lo cuidara y se ocupara de él.
Su padre lo había lanzado a los lobos una vez que el fiasco de su relación con Perth fue expuesta grotescamente a través de fotos íntimas, todavía podía sentir el terror del verse expuesto de forma tan vulgar solo para que el otro consiguiera algo de dinero. "Ya estas usado, ya no me sirves", tal vez si todo hubiera terminado allí, podría haberlo superado, pero no, la humillación de ver fotos de su cuerpo huesudo y desgarbado circulando habían destrozado su alma y su vida tal como la conocía. A su padre no le había bastado castigarlo, fue tan lejos como para exiliarlo dejándolo solo en un lugar desconocido, incomunicado de la única persona que lo había amado de verdad, ni siquiera fue informado del fallecimiento de su madre hasta que se le permitió volver. Solo tuvo a Plan, el único amigo que logró colarse en su coraza, un tonto insistente y tenaz que no aceptó los límites que se había autoimpuesto, la persona que lo siguió cuando fue obligado a sustituir a su padre en sus negocios luego de que muriera en un accidente.

El sonido de la llamada entrante lo sacó de la oscuridad que lo amenazaba cada vez que los recuerdos de agolpaban. Miró el reloj, solo habían pasado dos horas desde que salió de la oficina.

-Señor -la voz de su secretario parecía urgente- pido disculpas por molestar.
-Prem -respondió con el tono congestionado- ¿no te dije que te tomaras el resto de la mañana?
-Lo se señor, pero tenemos una situación de disturbio, el jefe de guardia se comunicó conmigo.
-Para eso están los guardias de seguridad -se paró y sacudió el pantalón para quitar cualquier suciedad- no tengo porque involucrarme.
-Lo se señor, es que, me comunican que vieron un hombre merodeando por el casino pero no pudieron detenerlo a tiempo, y como usted siempre me deja indicaciones de que quiere saber de cualquier situación extraña.

Llevó la mano a los ojos y los hundió con la punta de los dedos ante la sensación de molestia y enojo desmedido.
-Que Plan se encargue -bufó.
-Todavía está en la reunión con un agente inmobiliario.
-A la policía entonces -replicó sintiédose cada vez más enfadado.
-Pero...
-Prem -el tono fue mucho menos gentil- soy el dueño, hay empleados para ocuparse de esos temas.
-Lo se -sintió pena al escuchar el cambio en la voz de Prem, no le gustaba intimidarlo- veré que se resuelva lo antes posible.
-Volveré pronto -replicó antes de cortar.

Dejó salir todo el aire, era hora de retomar sus obligaciones, el momento de autocompasión había terminado, tenía negocios que atender y un nuevo hotel por construir, ya no tenía sentido volver sobre lo que no tenía solución.

-Adiós mamá, trataré de volver pronto.

El camino de vuelta lo hizo mas relajado, la mente un poco más enfocada. Nada tenía sentido, ni llorar o sentir pena por lo pasado tantos años atrás, esto era lo que le había tocado en suerte.

〰️🖤〰️

Caída libre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora