ARQUÍMEDES
Era de noche, estaba en la cocina después de que la sirvienta dejo de limpiar. Madre y padre llegaron hace unos minutos, pero no me saludaron, llegaron discutiendo por algo que paso en el camino. No pregunto por nada de eso. Mañana seria martes y mi psiquiatra llegaría después de la escuela.
Cerré mis libros cuando termine mi tarea de matemáticas. Escuche a Hara algo agitada caminando hacia mí con el teléfono en la mano y su otra mano cubría el micrófono para que no escuchara la persona que estaba del otro lado del teléfono.
— Joven, es para usted— mi corazón dio un latido fuerte y me recorrió un escalofrió horrible.
Llevo mucho tiempo sin tener una llamada, nadie me llamaba a mí, solo a mis padres o a los empleados.
— ¿Quién es Hara?— le pregunto, esta negó con la cabeza y sonrió.
Fue por el rociador desinfectante y roció el teléfono, lo puso en la barra de la cocina y me invito a tomarlo.
— Dijo que era una sorpresa— soltó y después se fue.
Inseguro sacudí mis dedos seguida de una temblorina. Tome el teléfono y lo puse a un centímetro lejos de mi oreja, nadie hablaba.
— ¿Bueno?— pregunto, sin darme cuenta cuando lo dije se me salió un gallo inesperado que me lleno de vergüenza... ante alguien que no conocía, vaya.
— ¡Arquímedes! ¿Por qué tan nerviosillo? Soy yo, Cesar— suspire tratando de tranquilizar mis nervios. Ahora estaba más avergonzado, alguien que conozco escucho ese terrible bueno.
— ¿Por qué tienes el número de mi casa?— le pregunto sin sonar tan molesto.
— Es una escuela, tiene registro de todo...
— ¿Robaste mi expediente?— le pregunte y escuche que se comienza a reír
— No, ¿Cómo crees?— dijo él. —Solo lo pedí prestado.
— Es lo mismo...
— No, claro que no— me interrumpió. — ¡Oye! Hablas mejor por teléfono que en persona.
— ¿Porque me llamaste?— le pregunte, ya quería acabar con esa llamada y no quería ser mal educado colgándole, seria capas de volver a llamarme, lo podía sentir.
— ¿Tienes algo que hacer mañana después de clase?— me pregunto.
— Cesar, ¿En serio me hablaste solo para eso? ¿No pudiste esperar a que nos viéramos mañana en la escuela?
— ¡Si o no!— aleje el teléfono tras escuchar el grito demasiado fuerte. Se disculpo después de eso y también con mis tímpanos.
— Agradezco tu invitación, pero yo no salgo con amigos... no tengo citas, yo...— espere un poco y escondí mis labios preparar mi mente para lo que iba a decir. — Yo no salgo con chicos a ninguna parte— le dije y sin dejarlo contestar colgué.
Comencé a rejuntar mis cosas y volvió a sonar el teléfono a los pocos segundos pero colgué, así fueron otras tres llamadas hasta que en la cuarta me harte y respondí.
— ¡Cesar, no voy a salir contigo!— grite en cuanto acerque la bocina a mi oreja, iba a volver a colgar pero otra voz que no era la de Cesar mi hizo arrepentirme de no fijarme antes en el teléfono perteneciente de la llamada entrante.
— No sé qué te hizo Cesar pero, yo no soy él— se comenzó a reír, su risa era encantadora a pesar de que podía estar siendo modificada, las voces nunca se escuchar como en la realidad.
— Lamento haber gritado— me disculpe cerrando los ojos. — ¿Quién eres, disculpa?
— Soy Francisco, llámame Frank. Vamos en la misma clase...— quería que la tierra me tragara. — Sabes, la fotografía que tengo en el celular de la tarea de matemáticas se ve muy borrosa, y sé que tú apuntas todo en tu cuaderno...
— ¿Cómo es que tienes mi número?— le pregunte.
— Bueno, por Cesar. Le pregunte si tenía como contactarte y me dio este número— dijo arrastrando algunas palabras.
— ¿Quieres que te pase la tarea?— le pregunte ya confundido y resignado de que Cesar iba a pasarle mi número de teléfono a toda la escuela.
— Solo dime lo que tengo que hacer y yo mismo lo hago— me dijo. Sonreí y abrí de nuevo mi cuaderno.
Le narre los problemas y él lo repetía. No decía nada fuera de lugar y tampoco hablaba de nada personal, solo tarea y nada más. Me agradaba esa conversación pero tenía que colgar e irme a dormir.
☼
Era la clase de deportes y como un chicle, Cesar se me pego cuando dije que no quería participar por mi problema.
— ¿Seguro que no quieres salir conmigo?— Cesar había insistido desde que nos sentamos en las gradas. Volteo a verlo y él estaba serio. No estaba acostumbrado a que le dijeran que no. Lo negué dándole una rociada de mi rociador manchándole la cara. Esta vez solo tenía agua, así que no le daño los ojos.
Y siguió insistiendo toda la semana, era viernes y no quería discutir con el de nuevo. Ya había rechazado su invitación muchas veces de forma amable, no me gusta pelear. Éramos compañeros en la clase de literatura junto con Yeya. Estábamos por hacer una columna periodística de un caso imaginario.
— Cesar, pon atención o te saco del equipo— le advirtió Yeya viendo a Cesar haciendo un origami con el periódico que habíamos traído para el trabajo.
— ¿Qué quieres que haga?— le pregunto enderezándose.
— Algo productivo...— dijo mientras se levantaba. — Voy al baño, adelanten lo que puedan...
La vi irse, quería gritarle que no me dejara solo con Cesar. Di un suspiro y vuelvo a ver a Cesar.
— Se lo que tienes Arquí— me dijo y yo fingí que me sorprendía. —Tienes misofobia.
— No tengo eso...
— Claro que lo tienes, mírate hermano, te envuelves en plástico, tienes un rociador desinfectante y anti bacterial hasta en los calzones— me dijo mientras seguía haciendo su origami. Entrecerré los ojos viéndolo. — Le temes a los gérmenes...
— Aunque eso sea verdad, no entiendo porque te afecta— le dije tomando mi lápiz, mi tarea era corregir lo que Yeya escribía, era disléxica, así que tenía que ayudarla un poco.
— No me afecta a mí, pero te afecta a ti...—dijo. Trate de ignorarlo, pero estaba a mi lado literalmente seguía su voz taladrándome la cabeza.
— Cesar— lo llame. — ¿puedes parar de hacer eso y poner atención en lo que estamos haciendo?
El me miro, pero ya no era la misma mirada de ayer, esta vez era diferente, estaba preocupado por mí. No tenía razones. Apenas llevábamos una semana de conocernos, no tenía ninguna necesidad de eso.
— ¿Por qué te importa?— le pregunte de la forma más seria posible.
— No sé— me dice en su susurro.
Podíamos haber seguido pero Yeya llego y tratamos de concentrarnos en la columna periodística que estábamos haciendo, pero aparte de corregir las palabras raras de Yeya, no podía dejar de pensar en Cesar y sus razones. Antes de cambiar de clase Cesar me puso encima de mi libro la grulla de papel que estuvo haciendo toda esa hora.
El mismo saco mi rociador y baño con un chu al ave de papel.
— Para que no te enfermes, mi querido físico— sabía quién era Arquímedes tome la grulla y sonreí de lado.
Cesar podía ser encantador a veces...
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CLEAN BOY
Teen FictionNunca puedes estar suficientemente limpio. Arquímedes es un chico especial, obsesionado con su propia higiene personal. Recluido en su propia culpa, no permite que nadie lo toque. Obligado a socializar, Arquímedes tiene que enfrentarse a algo que d...