Capítulo 19

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CESAR

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CESAR

Necesitaba quitarme la ropa.

No lo soportaba más, necesitaba liberarme del calor que se acumulaba en mi cuerpo. Giré y vi a Isaías arrojando los cojines del sofá de Yeya, esta estaba tratando de que se calmaran, pero no podía hacer nada... todos teníamos un calor infernal que nos estaba volviendo locos e irracionales.

Sentía el sudor recorrer mi frente y como mi corazón sonaba en mi garganta. Tenía taquicardia.

—Su puta madre Sour, ¿Qué era esa mierda? —le grite desabotonándome los primeros botones de mi camisa.

—Hace mucho calor —escuche decir a Arquímedes en un susurro, y lo repetía mientras se desajustaba la corbata.

—¿Dónde están mis lentes, no veo una mierda! —grita Isaías en el fondo.

—¡No te preocupes amigo! yo te cuido, yo te cuido —le decía Enrique abrazado de su cintura entorpeciendo su búsqueda.

Escuche como se rompía un jarrón.

—Alguien está moviendo el piso —dijo Isaac, él fue quien rompió el jarrón.

—¡Terremoto a la verga! —grito Pan quitándose la camiseta.

—Ahora si está haciendo calor —comento Sour echándose aire con un plato desechable.

—Me estoy quemando —Arquímedes estaba sudando mucho, y a decir verdad yo también estaba igual.

—No mamen... ¡No mamen! —decía Pan agarrándose el vientre. Fui a él, estaba preocupándome la manera en la que lo decía, estaba entrando en pánico.

—¡Ya dilo cabrón! —le grite agarrándolo de los hombros.

—¡Estoy embarazado! —respondió en un grito. —¡Y es del calenturiento de Jason!

Lo apunto y este salió de la cocina sin pantalones.

—Se me perdieron mis pantalones... —dijo serio cuando todos volteamos para verlo después de la acusación de Pan.

—Embarazaste a Pan —le grito Sour en tono de burla.

—Somos hombres.

—¡Embarazo anal! —Se escucho de la esquina a Enrique. —¡Yo quiero ser el padrino!

—¿Los hombres podemos embarazarnos? —Me pregunto Arquímedes algo alterado. Trate de explicarlo, pero Eriko alzo las manos llamando nuestra atención, sonreía muy feliz.

—¡Viva el aborto!

—¡No lo voy a abortar! —dijo Pan ofendido, fue a él y lo abofeteo. —¡Es una bendición!

—Debemos de bajar sus temperaturas —escuche a Yeya acercándose a mí.

Pensaba lo mismo, estaba sudando demasiado y los demás comenzaron a quitarse la ropa quedando solo en ropa interior. Giré hacia atrás y vi la piscina. Después de que la idea se plantara en mi mente me comencé a desabotonar la camiseta para quitármela.

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