Capítulo 10

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- ¿Se puede saber qué te pasa?

- ¿Eh?

- Llevas todo el rato con cara de haber visto a Gasparín, hombre. Ya, dime qué tienes.

- No quiero arruinar tu noche.

- No lo vas a hacer, calma, pero responde.

Tras suyo, alguien carraspeó levemente.

- ¿Sí? – preguntó Hermione. Era la chica de hace un momento, de nuevo con esa sonrisita... socarrona. - ¿Necesitas algo? – preguntó, intentando sonar amable.

- Bueno, de ti nada. – dijo, con desdén – Venía a hablar con él – señaló al azabache.

- Ah, vale – la castaña miró a Harry, que evitaba su mirada. Así, les dio la espalda y se fue hacia el lado contrario.

A los cinco segundos, volteó a mirarlos. Mala decisión. La chica esta, de la cual no sabía el nombre, estaba muy cerca y acaramelada, susurrándole alguna cosa al chico al oído. Pero él no parecía puesto para la labor, porque tenía expresión neutra.

No pudo evitar sentirse corroída de celos. Vale, la chica se veía muy guapa y todo, pero él había venido con ella, ¡era su acompañante! Y la acababa de conocer... ¿verdad?

Pensó en acercarse a ellos nuevamente. Pésima decisión. Lo único que se ganó fue ver que esa chica le daba un beso en la comisura de los labios al azabache, y él no parecía para nada enfadado.

Fue suficiente por esa noche. Se giró y salió del lugar, siendo recibida por una brisa que le provocó escalofríos. Demonios, no llevó ni una chaqueta. Caminó calle abajo, agradecida con que los tacones no le cansaran y mentalizada con llegar caminando a casa, alguien la tomó del brazo.

- ¡Joder! ¿Qué mier...

- Whoa, calma. Deja tu arsenal de insultos para quien lo merezca. ¿Por qué te fuiste así, de repente? – preguntó Harry, ladeando la cabeza.

- Me voy porque quiero, ¿sí? Suéltame, estoy cansada.

- ¿Y ahora qué hice?

- ¿Te interesa saberlo?

- Sí, por eso te lo pregunto.

- Pues no te lo voy a decir, punto.

- Joder, pareces una niña de cinco años que no recibió un juguete en navidad.

- Pues puede ser, solo déjame ir a mi casa. – dijo Hermione, ya muy cabreada.

- No sin que me digas por qué demonios estás así.

- ¡Que me sueltes!

- ¡Que me respondas!

- ¡Bien, te respondo! ¡Me voy porque estoy muy malditamente celosa de esa tipa que se te acercó hace cinco minutos! ¡Porque no me gustó ver que esa te susurraba al oído y que se te pegara con tanta confianza! ¡Eso es lo que me pasa! – y, soltándose, salió corriendo calle abajo.

EL VECINO DE ENFRENTE - HARMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora