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Luego de un largo viaje, por fin había llegado a Busan. Podía sentir aquel aroma único que su ciudad natal tenía, aquella sensación de por fin estar de regreso en casa lo hacía sentir tan vivo después de tanto tiempo de no haber sentido estarlo.

Bajó del tren procurando que ese hombre que lo había chocado al principio del viaje no lo viera, y cuando abandonó la estación pudo ver a lo lejos un Rolls Royce Phantom sabiendo que se trataba del chofer de sus padres y que estaba esperando por él. Sin más subió al vehículo dejando atrás el viaje de tres horas que había sufrido anteriormente, dejando de lado también al hombre del que no paraba de pensar.

— Buenos días joven Park, espero que haya tenido un buen viaje, lo hemos extrañado demasiando. Por fin se encuentra en casa. — saludó el chofer sonriéndole ampliamente.

Jimin asintió e hizo una reverencia — Buenos días a usted también señor Lee, es realmente bueno verlo después de tanto. Estoy tan feliz de por fin estar de nuevo en mi hogar.

— Ha crecido en estos días, joven Park... ¡Se ha convertido en un hombre! — dijo el hombre entre risas a lo que Jimin también rió — No necesita ser tan formal conmigo, joven, tráteme como guste.

— Usted, señor Lee, se merece el mismo respeto que me da, además es una de las pocas personas con las cuales puedo hablar libremente de mis pensamientos, siempre estaré agradecido por eso, lo aprecio demasiado... — confesó Jimin mirando por la ventana el hermoso paisaje.

— Es como mi hijo, jamás lo defraudaría joven, ahora prepárese que estamos cerca de casa, no se preocupe por sus padres, estaré ahí para apoyarlo. — dijo el señor Lee acariciando la cabeza del menor.

(...)

Mentiría si dijera que no estaba nervioso por la reacción de sus padres al verlo luego de tanto tiempo. Estaba dentro de su hogar, había extrañado cada detalle del mismo. Desde los jarrones viejos en las mesas de vidrio hasta el enorme hall donde él se encontraba parado esperando por señales de vida de algún familiar.

Dejó su bolso en el suelo sintiendo murmullos de las empleadas a sus espaldas conversando sobre lo bien que él lucía, hasta que una de ellas se le acercó a hablarle:

— Buenas tardes joven Park... —comenzó, haciendo una reverencia — Su familia ya se encuentra en el gran comedor esperando por usted, nosotras nos encargaremos de llevar su bolso, pero será mejor que se apresure en ir al comedor. — haciendo otra reverencia y tomando el bolso de Jimin, la empleada se retiró del hall de la casa.

Al principió no había entendido a lo que la mujer se refería a que sería mejor apresurarse, pero lo hizo, sin arreglar su vestimenta ni su rostro cansado, abrió las grandes puertas del comedor y vio a dos de tres de sus familiares ahí mirándolo con desprecio. Su madre y su padre.

— ¿Acaso te das cuenta de la hora en la que llegas, querido hijo? — comenzó la mujer, Park podía notar la ironía en su voz.

— No te vemos hace meses y lo primero que haces al llegar es defraudarnos, ¿No estás cansado de ser así? — siguió su padre ni siquiera mirándolo a los ojos.

— ¡Suficiente! — gritó Jihyun — Acaba de llegar, ni se han molestado en preguntarle qué fue lo que ha sucedido, deberían preguntarle la causa de su tardanza y luego juzgar si es que vale la pena hacerlo. — continuó dejando a sus padres boquiabiertos, tal vez tenía razón después de todo a él le harían caso.

Jimin suspiró sentándose en una de las sillas al lado de su hermano regalándole una sonrisa en modo de agradecimiento por haberlo defendido anteriormente. Jihyun, el hermano menor de Jimin, era el hijo favorito de sus padres, a pesar de también querer casarlo a tan joven edad, solo a él le permitirían que fuese con alguien que realmente ame. Jimin quería ser como él, que sus padres fueran más permisivos y comprensibles con él como lo eran con su hermano.

— He perdido el tren, esa fue la causa de mi llegada a destiempo, lo lamento, juro que no volverá a suceder. — se disculpó a lo que su madre soltó una carcajada.

— Realmente no puedo creer que hayas perdido el tren, y lo que tampoco puedo creer es que hayas vuelto solo y no con una mujer... ¿Cuándo piensas casarte? Ya eres un adulto... — reprochó su padre en tono burlesco.

— Es verdad Jimin, no nos decepciones con eso, sabes que tenemos una reputación que mantener tanto nosotros como pareja y ustedes como nuestros hijos, suficiente permisivos hemos sido al dejarte practicar esa danza que haces... — los retos no parecían parar.

— ¡Ya es bastante!, suficiente he tenido que soportar, ni un saludo acorde he recibido por su parte y ahora me están tratando como la peor basura, dejenme respirar en paz por lo menos un momento. — gritó ya cansado Park abandonando el lugar para luego salir de su casa.

Salió del lugar a caminar sin rumbo, estaba molesto, había defraudado a sus padres pero sentía que sus padres lo habían defraudado de la misma forma o incluso peor. ¿Qué tan difícil era para ellos pensar en la felicidad de su hijo? ¿Qué tan difícil era para ellos demostrarle tan solo un poco de amor?

Caminó por la angosta calle de piedra con la cabeza agachada, no quería que las demás personas se le quedaran viendo mientras él lloraba, sabía que le gritarían cosas porque los hombres no se suponía que debían andar llorando, los hombres debían ser fuertes y nunca mostrarse débiles ante sus emociones.

Siguió caminando sin paradero alguno, estaba tan adentrado pensando en qué había hecho para merecer aquel trato despiadado recibido anteriormente hasta que volvió a sentir ese perfume, pero esta vez era más dulce, un poco más varonil pero seguía ahí esa esencia que había llamado completamente la atención de Jimin. Entonces cuando alzó su mirada, se encontró con la misma mirada que la de aquel pasajero del tren.

— ¿Estás llorando? — preguntó con una dulce y gruesa voz haciendo temblar a Jimin.

— ¿A ti qué te parece? Estúpido, no te atrevas a juzgarme, ¿No sabes quien soy acaso? — atacó Jimin.

— ¿Qué? ni siquiera tenía pensado atacarte, gruñón. los hombres también lloramos y no hay nada de malo en ello, es totalmente normal... — dijo mientras se acercaba al menor limpiando sus lágrimas. — Y si, eres el del tren, lamento haberte chocado. Ahora solo caminaba hasta que tú paraste en frente de mi.

— ¿Realmente no ibas a juzgarme? — preguntó sorprendido ante el mayor acariciando su rostro — Los hombres no debemos llorar... Y lo siento por haber parado, no lo noté...

— Eso de que los hombres no debemos llorar es una mierda — maldijo sorprendiendo a Jimin quien no estaba acostumbrado a ese tipo de palabras — Descargarse esta bien, no tiene nada que ver con si eres hombre o mujer, si quieres llorar hazlo, que no te importe el resto, solo llora.

Jimin no respondió, solo le regaló una sonrisa a ese misterioso hombre quien le brindaba una buena compañía. Jimin se sentía extraño con la presencia del mismo, sentía que por primera vez en su vida alguien lo comprendía, estaba comenzando a sentir la misma conexión romántica que sintió en el tren, jamás podría aceptar y menos proveniente de otro hombre.

Así que sin más, apartando bruscamente las manos del pelinegro e ignorando lo que el hombre le preguntaba salió corriendo.

— ¡No te vayas!, necesito saber tu nombre... — gritó a la nada observando como el menor desaparecía entre la gente.

Cardigan - kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora