Había pasado una semana desde la discusión con sus padres y las cosas aún seguían un poco tensas en la casa de los Park. Jimin por su parte, no había salido mucho de su habitación en los últimos días, no quería tener que ver a la cara a sus padres y que ellos tuvieran que reprocharle cosas a él.
Aquella mañana Jimin se levantó más temprano de lo habitual. Tenía pensado salir de su hogar más temprano para no tener que cruzarse con sus progenitores, además Jimin tenía que ir a sus clases de canto.
Más allá de sus padres no ser para nada comprensivos, le permitían a Jimin tomar lecciones de canto. Lo único que pudieron hacer por él. Anteriormente en su adolescencia, Park había demostrado ser un prodigio en relación al baile y la música, pero sus padres jamás permitirían que bailara, era poco masculino.
Además dejarían que lo hiciera ya que estaba empezando a surgir su fama en Corea y no desaprovecharían la oportunidad de seguir el legado de fama que la familia estaría recibiendo en el futuro.
Se levantó apresuradamente de la cama saliendo de ella de un brinco. Bajó por las largas escaleras y como si el mundo estuviera en su contra, pudo ver como una de las empleadas se le acercaba rápidamente haciendo una reverencia. El sabía que sus padres querían hablar con él.
— Joven, Park. ¡Buenos días! — comenzó dando una reverencia — Sus padres lo necesitan ahora en el gran salón, tienen que hablar con usted urgentemente.
— Está bien, muchas gracias... — respondió Jimin devolviéndole la reverencia.
Entonces dejándola ahí parada, Jimin fue hasta el salón donde ya estaban sus padres esperándolo sentados en la mesa cada uno con su respectiva taza de té siguiéndolo con la mirada, Jimin se acercó a ellos sin saber lo que se le vendría encima.
— Buenos días, queríamos hablar contigo algunas cuestiones... — comenzó su madre mientras tomaba un sorbo de su té — Queríamos pedirte disculpas por lo sucedido el otro día, no fue adecuado recibirte de esa manera.
— Como tampoco fue adecuado tu comportamiento de abandonar la casa tan bruscamente, eres un hombre adulto, compórtate como tal, sé un hombre, Jimin. — fue interrumpido por un golpe de su esposa en el pecho.
Jimin se mantenía parado, ¿Qué era ser un hombre? pensó. ¿Acaso existían reglas a cumplir para ser un hombre? Por qué tenían que relacionarlo todo con la masculinidad, por qué no podría demostrar su enojo y decepción ante el poco afecto que sus padres le daban.
Agachó su cabeza y respondió — Tienes razón, lo siento mucho, trataré de que no se vuelva a repetir...
— ¿Tratarás? ¿Como trataste buscar una esposa? Deja de hacerte la víctima, Jimin. Aquí no harás capirotes, aquí harás lo que nosotros digamos porque sigues bajo este techo... Suficiente permisivos fuimos al dejare cantar y no elegir una carrera más competente como lo es la medicina. — hablaba su padre.
Jimin no sabía como reaccionar, el pobre venía sufriendo este trato por parte de su padre desde que era un niño. Le molestaba no poder responderle, porque si lo hacía se llevaría una fuerte golpiza. Le molestaba no poder expresar sus emociones por culpa de la sociedad en la que vivían. Le molestaba tener que demostrar ser fuerte cuando por dentro se estaba rompiendo.
— Tienes razón, padre. Lo lamento. Prometo buscar una esposa y no volveré a desubicarme otra vez.
— Está bien Jimin. Ahora, la razón por la que trajimos aquí es para contarte que hemos conseguido un pintor quien retratará tu rostro y aparecerá en una de las galerías más importantes de Seoul. — confesó su madre sonriéndole.
— ¿En serio? ¡Wow! ¡Eso es increíble! — respondía saltando de alegría.
— Si, incluso hemos traído al pintor. Luce un poco sucio... Pero supongo que todos ya son así — siguió su padre. — Eunlee hazlo pasar.
Jimin rodó los ojos ante el comentario estúpido que su padre había soltado y cuando sus ojos se acomodaron vió a la persona que menos esperaba ver entrando por la puerta de la sala. Aquel hombre del tren, el que se había encontrado hacía ya una semana caminando por las calles. Estaba entrando por la puerta con una sonrisa victoriosa la cual hizo a Jimin sentir cosquillas en su interior.
— Este será tu pintor, Jimin. ¡Lo hemos contratado porque es excelente utilizando los pinceles! — dijo su madre — Bueno, creo que ya debemos irnos, ¿Verdad? Aún nos quedan escenas del trabajo, tu Jimin puedes llevar al muchacho a tu sala de ensayos. — finalizó abandonando el lugar.
(...)
— ¿Y qué? ¿No tienes pensado hablarme? — preguntó el pelinegro mirándolo a los ojos.
— Primero que nada, háblame con respeto. No se nada de ti y tú no sabes nada de mí, no somos cercanos.
— Soy Jeon Jeongguk... Tengo veintidós años, soy pintor desde la adolescencia, vivo solo con mi hermano menor ya que nuestros padres fallecieron. — se presentó haciendo sentir mal a Park por lo último.
— Oh lo lamento, perder a tus padres debe haber sido difícil — respondió a lo que el pelinegro solo asintió — Bueno yo soy Park Jimin, tengo veinte.
— Eres menor. ¡Te atrapé! Con que eres Jimin, dime Jiminssi... ¿No crees que sea algo del destino cruzarnos tan seguido? — preguntó el mayor acercándose lentamente a Jimin.
— ¿Qué? No digas estupideces, el destino no existe y por favor no te acerques de esa manera, los hombres no...
— Hey, ¡Estaba bromeando! Deja de decir que los hombres no hacen esto o aquello, si piensas así jamás podrás vivir en paz. Eres un poco raro ¿Lo sabes? — bromeó mientras tocaba suavemente la punta de la nariz de Park.
— Tu eres el raro. Vamos ¿No ibas a mostrarme tus pinturas? Necesito estar convencido de que serás tú el que haga la mía.
Jeongguk asintió y caminaron por el taller de arte del pelinegro, iba analizando cada pintura una por una. Porque después de que los padres de Jimin se hayan ido, Jeon invito al menor a su taller para mostrarle el arte que hacía.
No quería admitirlo, pero Jeongguk era uno de los mejores artistas que alguna vez conoció, cada pintura hacia a Jimin sentir una emoción distinta hasta pararse en frente de su favorita: un cárdigan viejo debajo de una gran cama vacía.
— ¿Te gusta? — preguntó Jeon mirando la fascinación en los ojos del menor.
— Si, es... Es simplemente asombrosa, siento una conexión extraña. — diciendo esto hizo a Jeon sonrojar.
Parecía estar en el cielo, ¿Cómo tan simple dibujo podía hacerlo sentir tan bien? ¿Qué era eso que aquella obra tenía que lo estaba atrayendo de una forma extraña?
— Esta obra habla de cómo me sentía hace unos años... — explicó — Es como una referencia metafórica, se refiere al sentimiento de cuando encontramos una prenda vieja y recordamos todas las vivencias en ella, es como un significado nostálgico...
— Eres increíble. — soltó Jimin sin pensar.
Jeongguk elevó su mirada conectándola con la del menor por varios segundos, en sus ojos había sorpresa, le encantaba recibir halagos pero los halagos del menor por alguna extraña razón lo hacían sentir como nunca nadie más lo había hecho antes.

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Cardigan - kookmin
FanfictionUna sociedad retrógrada y dos chicos quienes comienzan su amor compartiendo un viejo cárdigan. Donde Jimin deberá elegir entre obedecer a su familia casándose con una mujer que no ama o luchar contra los prejuicios sociales de la época quedándose c...