Aún estaba apenado por los sucesos del día anterior. Estaba bastante estresado debido a los pensamientos que corrían en su mente, sentía que estaba mal de la cabeza, que necesitaba ayuda de algún psicólogo, que no era normal sentir la necesidad de pasar más y más tiempo con ese guapo pelinegro.
Jimin, en esos momentos de ansiedad y estrés, esos en los que sentía que su estabilidad emocional se derrumbaba, bailaba. Bailaba para olvidarse de toda cosa que le estuviera carcomiendo la mente. Y ahora lo estaba haciendo.
Se encontraba en una de las salas de su casa que nadie utilizaba. Estaba cómodo bailando a su gusto mezclando las dos cosas que más amaba: la música y el baile. Escuchando en un vinilo las canciones más románticas que algún día tendría el valor de mostrar al mundo.
Estaba compenetrado en sí mismo, con elegancia y con cada movimiento demostraba lo que sentía profundamente. Estaba tan metido en sí y en la música de aquel vinilo, hasta que notó una figura masculina que lo observaba desde la puerta interrumpiéndolo en la mejor parte de la canción "Desde la creación del universo, todo esto estaba planeado".
Se escucharon unos aplausos por parte de esa persona — ¡Bravo! ¡Eres realmente asombroso, príncipe! — halagó Jeongguk mirándolo desde la puerta.
— ¿Qué haces aquí y quién te dejó pasar? — preguntó Jimin un tanto molesto.
— Primero que nada, buenos días. Segundo, una de tus empleadas, la de bonita sonrisa. — respondió sonriendo de lado.
Jimin rodó los ojos ante el último comentario, estaba celoso. — No necesitaba detalles, será mejor que te vayas.
— ¿Estás celoso? ¿Por qué de repente quieres que me vaya? — cuestionó Jeon mientras se acercaba lentamente al menor.
— No empieces a molestar, dime qué es lo qué quieres y ya.
— Nada, vine con la excusa de que seguiría pintándote... Pero la verdad es que quería verte. — respondió sonriente.
Esta vez no podía ocultar su sonrojo, Jimin sentía un calor infernal en sus mejillas, sentía que iban a explotar. Amaba que las personas lo halagaran, pero jamás se había sentido de la misma forma que con los halagos de Jeongguk. Oh maldito Jeon, ¿Por qué me haces esto?
Salieron de la habitación con rumbo al jardín, Jimin invitó a Jeon a sentarse en uno de los asientos del lugar para conversar por un rato. La mañana estaba hermosa, el canto de los pájaros, el aire otoñal de Octubre corriendo al rededor de ambos hacia que la situación se volviera aún más cómoda.
— Lamento haberte incomodado. — se disculpó Jeon agachando la cabeza. — Nunca había visto a alguien bailar de esa manera, eres muy talentoso y no pude resistirme...
— Está bien, no te preocupes. Bailar siempre ha sido mi sueño, pero mis padres jamás me dejaron ejercerlo. — dijo Jimin un poco apenado.
— ¿Qué? ¿Por qué no? ¿Acaso no te han visto bailar? Eres como una obra de arte la cual pintaría una y otra vez, Jimin. — confesó.
Otra vez sentía ese cosquilleo en su estómago, esas ganas de saltar hacia el pelinegro y abrazarlo con todas sus fuerzas.
— Oh, muchas gracias... — respondió dándole una pequeña palmada en la espalda — Nunca me lo permitirían, ellos decían que era muy afeminado y que no sería lo mío, que sea un hombre de verdad. Ellos no comprenden, jamás me apoyaron en nada, no demuestran afecto, a veces siento que incluso me odian. — continuó haciendo que las lágrimas comenzaran a aparecer.
Jeongguk giró su cabeza haciendo que ambos se miraran, le estaba brindando una mirada llena de amor y pasando su brazo por detrás del cuello de Jimin dijo — Yo te apoyaré en cada cosa que hagas.
Con esas simples palabras, había hecho sentir a Jimin de una manera indescriptible. Nunca jamás nadie lo había apoyado, nunca antes le había demostrado un poco de amor y sentía que Jeon estaba haciendo todo lo que sus padres jamás pudieron haber hecho.
— Prometo apoyarte en cada cosa que hagas, Jimin. A pesar de conocerte desde hace unos meses, cada vez que te miro siento una conexión de años. Es como si tu fueras yo, y yo fuera tú. Te quiero y prometo estar para ti siempre, hasta el día que me muera. — dijo secando las lágrimas del menor con sus pulgares
Jimin por su parte estaba boquiabierto, no realmente, pero dentro suyo no sabía que responder. Él tan solo apartó las manos de Jeon y se enterró en su pecho rodeándolo con sus pequeños brazos. Lo estaba abrazando y a pesar de sentir que estaba mal, sabía que estaba empezando a sentir cosas muy profundas por aquel pelinegro.
(...)
Paseando por las calles de Busan. Park ni siquiera sentía ya la necesidad de comentarle a sus padres donde estaría. Él se sentía seguro caminando con Jeongguk.
Se sentían tan cómodos el uno con el otro que el tiempo volaba. Habían caminado por cada sector de la ciudad. Jeon quería levantar el ánimo del menor a toda costa y haría hasta lo imposible.
— ¿Te estás divirtiendo? — preguntó bajando la mirada hasta encontrarse con la de Jimin.
— ¡Por supuesto! Estoy agradecido por lo que haces por mi, también gracias por comprarme esos dumplings, estaban exquisitos. — respondió sonriéndole.
Algo que estaba enloqueciendo a Jeon era la sonrisa de Jimin, amaba ver como sus ojitos se achicaban y formaban medialunas en su rostro, amaba ver las pequeñas pecas del menor, amaba verse reflejado en sus ojitos, quería escapar del mundo junto a Jimin.
Cuando iba a responder Jimin lo tomó de la mano fuertemente — ¡Mira allá! — gritó señalando al cielo — El cielo luce asombroso.
Jeongguk se sentía ahí arriba. Se sentía en el cielo. Teniendo a su príncipe tomándole de la mano y acariciandolo sin darse cuenta estaba haciendo derretir su corazón.
Giró su cabeza en dirección a la de Jimin — Tu lo eres más. — confesó sin darse cuenta.
— ¿Qué? — preguntó dándose cuenta que sus manos estaban entrelazadas — ¡Lo siento! No me di cuenta.
— No te preocupes... — respondió Jeon maldiciéndose.
Tal vez si se hubiese mantenido en silencio podría seguir teniendo la manito de Jimin entrelazada con la suya.
Luego de caminar por horas, se sentaron en uno de los parques más vacíos de la ciudad. Jimin seguía comiendo los dumplings que Jeon le compró.
— ¿Cuándo es tu cumpleaños? — preguntó Jimin masticando el último dumpling de la bolsa.
— El primero de Septiembre... No suele ser tan importante la verdad, nunca me interesaron los cumpleaños. ¿El tuyo?
— El trece de Octubre. A mi tampoco, mis padres siempre arruinan mi cumpleaños y me hacen sentir la peor basura de todas. — respondió bajando la mirada
— ¡En una semana! Haré de ese día el mejor de todos lo prometo Jimin. Te regalaré el mejor regalo de todos. Quiero que seas feliz, no pienses en ellos.
— Eres tan bueno... Pero ellos siempre dicen cosas como que debería de dejar de ser tan inútil y casarme de una buena vez.
— No necesitas casarte para ser feliz, casarse no significa crecer o felicidad, casarse con alguien que amas si es felicidad, de lo contrario es atarse al dolor... No les hagas caso, lo harás cuando llegue el momento, ahora solo debes pensar en mí. — bromeó tomando la mano de Jimin.
— Tienes razón... — respondió sonriendo — Te invitaré, más te vale que vayas...
— Por supuesto, seré el primero en saludarte y te regalaré el mejor regalo, algo único que te deje pensando en mi por el resto de la vida. — bromeó una vez más y esta vez ambos rieron.
Y así siguieron el día, estando ambos sentados hablando de sus sueños, gustos y de lo que quisiesen por horas. Jamás se había sentido así con alguien. Jeongguk lo estaba haciendo feliz, se estaba convirtiendo en su felicidad.
![](https://img.wattpad.com/cover/299912733-288-k988122.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Cardigan - kookmin
FanfictionUna sociedad retrógrada y dos chicos quienes comienzan su amor compartiendo un viejo cárdigan. Donde Jimin deberá elegir entre obedecer a su familia casándose con una mujer que no ama o luchar contra los prejuicios sociales de la época quedándose c...