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El día del casamiento había llegado, los preparativos estaban hechos y los invitados ya se encontraban en sus asientos dentro de la gran iglesia. Jimin estaba absorto, ningún sentimiento además de tristeza pasaba por su corazón.

Los invitados estaban más que felices, los paparazzis con sus cámaras vintage también estaban dentro viendo el espectáculo, gozando de todos y cada uno de los privilegios de haber estado en la boda del joven Park.

Y ahí por fin estaba Jimin, parado junto al altar arrepintiéndose una y mil veces de lo que estaba por suceder, deseando que Jeongguk podría haber sido la mujer con la que se estaba por casar, deseando que los prejuicios sociales no existiese y pudiera él ser feliz junto a su amado.

La orquesta acomodada como en el período musical clásico se encontraba tocando algunas de las piezas más famosas de Beethoven. La atención pasó de Jimin a la novia, quien entraba de a pasos lentos tomada del brazo de su padre y detrás de ella dos pequeños niños sosteniendo la cola de su hermoso vestido blanco.

Jimin quería irse, largarse ahí mismo. Dahyun había llegado finalmente al altar, estaba frente a Park sonriéndole, incluso si ella tampoco quería hacerlo debía actuar. De pronto una idea peligrosa cruzó por la cabeza de Jimin: escapar.

La idea de largarse ahí mismo le fascinaba, más sabiendo quien lo esperaba afuera de la iglesia con el auto en marcha, sólo debía esperar a que el padre le preguntase si estaría con Dahyun hasta que la muerte los separe para decir que no y salir corriendo lo más rápido que pudiera.

Esto también lo tomaría como venganza contra sus padres, por nunca antes haberlo apoyado y haberlo obligado a casarse con una mujer que él no amaba, por haberlo tratado siempre como una carga, como un inútil.

— Kim Dahyun, acepta usted a Park Jimin como su legítimo esposo amándolo y respetándolo para el resto de su vida? — comenzó el padre preguntando.

— Sí, acepto. — respondió Dahyun mirando fijamente a su futuro esposo.

— Park Jimin, acepta usted a Kim Dahyun como su legítima esposa, amándola y respetándola para el resto de su vida?

Park se quedó parado sin decir nada, sus pensamientos, los nervios, la ansiedad y las miradas de la gente lo estaban ahogando, sentía que en cualquier momento su corazón dejaría de funcionar. No lo dudó más y salió corriendo del lugar como lo había planeado, esta vez convencido de pasar el resto de su vida con aquel pelinegro que lo esperaba afuera.

Jimin salió de la iglesia siendo perseguido por fotógrafos y por su padre. Al salir, en cuestión de segundos ya se encontraba sentado en el asiento de copilotos en el auto de Jeongguk, estaba llorando y asustado.

— No temas, estoy aquí ahora y para siempre a tú lado. Te amo y jamás dejaré que nadie te lastime, príncipe. — le dijo Jeongguk tomándole la mano.

Su viaje parecía ir del todo bien hasta que el sonido de una bala atravesando la rueda trasera del auto los hizo detenerse. Para la desgracia del pobre Jimin, su padre ya se encontraba ahí. Su vida feliz con Jeongguk ya había terminado incluso si nisiquiera había empezado.

— Bájate del auto, ahora mismo. — dijo su padre en un tono pasivo-agresivo. Jimin se bajó. — ¿Qué es esto? ¿Eres imbecil o qué?

— No me quiero casar, padre. Estoy cansado de fingirlo, a quien amo es a él, Jeongguk. — confesó Jimin dejando a su padre boquiabierto.

— Jimin, por favor, eres un hombre adulto no me tomes el pelo, súbete a mi auto si no quieres que las cosas empeoren y volvamos a la iglesia. — respondió su padre acercándose lentamente.

— No estoy tomándote el pelo, ¿Crees que si realmente no me gustara Jeongguk me hubiese escapado? No me gustan las mujeres padre y estoy harto de tener que fingir ser alguien que no soy sólo porque tú y mi madre quieren...

Su padre tan sólo lo golpeó, jamás podría esperarse un cambio por parte de ese hombre, además ¿Por qué el pobre Jimin pensó que su padre iba a comprenderlo? Los hombres jamás podrían amarse románticamente como él y Jeongguk lo hacían, no era normal.

— Tu estás muerto para mi, súbete al auto ya mismo y no quiero que me vuelvas a dirigir la palabra si es que yo te lo permito y me vas a obedecer, Jimin. — dijo finalmente obligándolo a subir.

Después de tal atroz situación, el señor Park se acercó al auto donde Jeongguk se encontraba viendo todo, estaba desilusionado y temía por el futuro de Jimin, no podía hacer nada, al fin y al cabo el padre de Jimin era más poderoso que él.

— Tú, mocoso fracasado. Con tan solo palabras puedo hundirte y hacer que nunca nadie más vuelva a contratarte en ningún lado. No quiero volver a verte cerca de mi hijo. ¿Escuchaste? Si lo hago, no dudaré en esta vez apuntar a tu cabeza y liberar a Jimin en todo sentido de ti. — dijo golpeándolo con el revólver en su mano.

Jimin no podía hacer nada pero obedecer a su padre. El infierno tan sólo estaba comenzando y en lo único que podía pensar era en Jeongguk, en si se podrían volver a ver algún día, si en el futuro podrían ser felices y tener ese final bueno que tanto ambos esperaban con emoción.

Su padre volvió al auto, dejando a Jeongguk en el suyo un tanto lastimado y a Jimin con él asustado pensando en que pasará después. Preocupado por si podrá volver a ver a Jeongguk.

Cardigan - kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora