Un día como cualquier otro. Las hojas ya anaranjadas caían de los árboles debido al fuerte viento de otoño. Era un día tranquilo, pero uno de los últimos que Park tenia de descanso antes de volver a su vida habitual en la ciudad de Busan.
Debía tomarse el tren a primera hora, debía llegar puntual a la cena familia con sus padres, no podía defraudarlos, ya lo había hecho suficientemente los últimos meses. A decir verdad, Park daría su sangre, sudor y lágrimas, daría todo de él para satisfacer a sus padres, pero jamás sería suficiente para ellos.
Jimin era un joven-adulto recién comenzando sus veintes. Era hijo de los Park, los actores más influyentes de la época en Corea del Sur. Jimin era un hombre bastante atractivo, cabello oscuro, ojos con forma de medialunas y una sonrisa tan dulce como la miel. Era el estereotipo de caballero perfecto de la época, tan cariñoso y risueño como ningún otro.
Jimin era el hombre que daría todo por su familia, pero su familia no por él. Sus padres estaban obsesionados con que él por fin encontrase a la mujer ideal y poder casarse, querían armar el futuro de su hijo a su gusto sin importarle lo que él realmente quisiera.
Se levantó de su cama matrimonial aquella mañana, de esa cama que aún estaba vacía. Caminó hasta el gran vestíbulo que había dentro de su habitación donde tomó las prendas que más solía usar y con eso, las guardó dentro de su gran bolso para abandonar el lugar.
Estaba tan abrumado, tan asustado, tan nervioso. Le ponía tan mal pensar en ver a sus padres, en qué juzgarían de él, qué estaría mal con él, qué error verían sus padres, qué compararían de su vida con la "perfecta" vida que su hermano tenía.
Caminó hasta la estación de trenes que estaba cruzando el río y cuando por fin llegó decidió sentarse a esperar el tren. Empezó a preocuparse cuando el gran reloj viejo que estaba en la pared, acercaba la hora a la que debía ya estar en Busan, otra vez fallándole a sus padres.
— Disculpe, señorita. — dijo acercándose a una mujer quien también estaba esperando el tren — ¿Sabe cuándo pasará el tren? — preguntó con un tono de preocupación.
La señora lo miró de pies a cabeza quedando atónita al ver quien se encontraba frente suyo y escondiendo su nerviosismo respondió — El tren ya ha pasado hace unas horas, joven. El próximo pasará en unos minutos... — respondió sonriendo de lado.
— Muchas gracias y disculpe las molestias. — respondió Park dando una reverencia a la mujer.
Estaba tan decepcionado, sin embargo no se rendiría. Esperó lo que parecieron ser unos veinte minutos más cuando a lo lejos pudo ver lo que era el tren acercándose, aquel silbido que avisaba que estaba llegando a la estación. Sabía que su boleto no serviría esta vez, pero sabiendo de quien era hijo, lo dejarían subir sin dudas.
El tren paró haciendo bajar bruscamente a una multitud la cual no tenía tiempo ni de mirar por donde caminaba, adultos que no se detendrían a pedir disculpas por chocarse con los más jóvenes. A veces Jimin sentía que había nacido en la época equivocada, en una época donde él no podría ser libre ni hacer lo que él quisiera sin ser juzgado.
Subió al tren dejando atrás Seoul. El policía que revisaba los boletos no se detuvo a revisar el suyo viendo quien era Jimin, él sin ser tan famoso sabía el impacto que tenía gracias a sus padres, por eso les debía todo y trataría siempre de dar lo mejor.
Caminó por el largo pasillo chocándose con un par de personas, pero una en especial lo hizo temblar completamente sacándolo de sus pensamientos. Sintió un gran cuerpo chocarse con el suyo haciendo que su bolso cayera al suelo tirándolo y tirando algunos papeles de aquella 'mujer' o eso pensaba Jimin.
Aquel perfume extraño que se había metido dentro de Park como si de un abrazo se tratase, se agachó rápidamente levantando las hojas que había tirado accidentalmente y leyó una de las frases que la mujer había escrito. "When you're young, they assume you know nothing."
Sintió una extraña conexión instantánea, una atracción súper natural, algo que nunca jamás había sentido antes. Se sentía atraído hasta de la forma en la que ella escribía. Tomó aquel papel y al alzar la vista se sorprendió al ver que la persona que lo había atrapado no era una mujer, si no, se trataba de un hombre.
¿Cómo era eso posible? Toda la magia que había sentido minutos antes había desaparecido. O eso era lo que quería creer. ¿Cómo iba a sentirse atraído por un hombre? Los hombres no podían sentirse atraídos entre sí, los hombres debían solamente sentirse atraídos hacia mujeres.
— ¿Estás bien? — preguntó aquel pelinegro conectando miradas con Jimin.
Jimin podía sentir que sus piernas se desvanecían, que su corazón corría tan rápido que parecía que estaba corriendo un maratón. Quería abrir su boca para decir algo, pero el sentimiento de culpa al haber sentido cosas inexplicables por otro hombre lo mantenía callado, se rehusaba a no ser normal, al saber que nunca se había sentido así por otra mujer.
— Me encuentro perfectamente, deberías comenzar fijarte por donde caminas, maleducado. — soltó rodando sus ojos mientras empujaba al chico con una de sus manos para poder tomar asiento.
Corrió hasta uno de los primeros vagones de la zona más cara del tren y se sentó allí, no le gustaba utilizar su beneficio de padres famosos para conseguir algunos privilegios, pero esta vez lo haría con tal de mantenerse alejado del hombre con el que chocó anteriormente.
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Cardigan - kookmin
FanfictionUna sociedad retrógrada y dos chicos quienes comienzan su amor compartiendo un viejo cárdigan. Donde Jimin deberá elegir entre obedecer a su familia casándose con una mujer que no ama o luchar contra los prejuicios sociales de la época quedándose c...