Talk 7

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La rubia cantaba, otra de las tantas canciones que de sabía, cantaba con tanta emoción la letra y tan armoniosa su voz, que nadie sospecharía que era una de las tantas canciones que se sabía al cien por ciento pero que ya no generaba nada en ella.

Pero seguía cantando para su novia.

Su voz se corta de repente cuando la puerta de la habitación se abre, sus ojos de abren con sorpresa al ver a aquella pelinegra que acaba de hacer presencia luego de varios días.

—Baechu unnie —sonríe, la otra apenas lo intenta.

La recién llegada pasa su vista de la rubia a la castaña, su boca se abre para hablar pero las lágrimas surgen antes que su voz.

La menor se apresura a abrazarla, apretando su cuerpo dulcemente, esta esconde su rostro en el hombro de la otra, encogiéndose en sus brazos.

—Está bien, Baechu unnie, no hay porqué llorar —murmura, la pelinegra niega.

—No, Lisa, hay mucho para llorar... Es demasiado —dice entre lágrimas—. Ya pasaron dos semanas y todavía nada... Quiero que termine, Liz.

—No digas eso, Baechu, Jennie podría escucharte y-

—Jennie no está —se separa de la rubia, quién queda con los brazos abiertos del abrazo con sorpresa—. Jennie no quiso nunca estar aquí, por eso está así ahora, Lisa... El amor te está cegando, Manoban. ¿No ves?

La tailandesa niega, sus ojos se llenan de lágrimas.

—Ella está durmiendo, Joohyun —olvida por completo el formalismo—. Y cuando despierte ella-

—Nunca lo hará, Lisa —le interrumpe de nuevo—. Ella hizo todo a propósito para no regresar. Pero tú no tienes que atarte a ella, puedes volver al mundo y seguir... Hay que avanzar —la menor niega de nuevo, con más ganas—. No vine por ella —añade—. Vine por ti, tu puedes vivir, Jennie ya no-

—Vete, Joohyun.

Estaba por explotar en llanto, Joohyun lo notó, abrió la boca para replicar pero Lisa abrió la puerta y la arrastró hasta la salida, cerrando con fuerza detrás de si.

Sollozó un par de minutos, hasta que limpió sus mejillas con fuerza, se volteó para ver a su novia, notó una lágrima resbalar por la pálida mejilla de esta.

—Oh, Jennie, no, no llores —se apresuró a limpiar con suavidad el rostro de la castaña—. No la escuches... Te dije que estaban muy idiotas todas, tu mejor amiga incluída.

sleeptalk; jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora