sleeptalk; jenlisa

Awake 10

No quería que Rosé se fuera todo el día, no era lo que esperaba tampoco, a las dos horas de su partida ya comienzo a sentir la soledad y la culpa de haberla tratado mal, que se incrementa con cada minuto y cuando intento dormir me atormenta.

Eso y que no sé a dónde está mi Lisa.

Podría decir que estoy en el peor día de mi vida, al menos actualmente, no recuerdo alguna peor... "Oh, sí, si la recuerdo".

No sentí que dormí, pero de un momento a otro era un nuevo día, así que creo que sólo perdí la conciencia otra vez.

Me siento un poco mejor al saber que al menos descansé algo.

En el desayuno estoy sola de nuevo, bloqueo mis pensamientos melancólicos antes de que me inhunden de nuevo, aunque se me hace difícil, ya no tengo a mi lindo cachetón o a mis pastillas para no escuchar esas voces, cada tanto creo escuchar sus susurros, pero rápidamente niego y se esconden.

Me han traído un té, unas galletas blandas y un pequeño jugo de manzana, que lo dejo para el final y así sacarme el horrible sabor de la porquería que me dieron.

Al terminar la cajita de jugo corro la mesa hacia un lado, miro la puerta del baño y me digo a mí misma que estoy en condiciones para ir hasta allá como una persona normal, y tampoco quiero llamar por ayuda.

Me giro para sentarme sobre el borde de mi camilla, me sostengo con ambas manos de donde cuelga mi suero, esa cosa tiene ruedas y me acompaña en mi camino al baño.

Al entrar a este, no logré cerrar del todo la puerta que escucho la de mi habitación abrirse.

—¿Unnie?

Suspiro con algo de alivio por el regreso de Rosé, al menos no estaré sola.

—Estoy en el baño —la escucho acercarse y siento su presencia del otro lado de la puerta.

—¿Necesita ayuda?

—¿Quieres sostenerla por mí, niña? —mi voz suena brusca, la escucho pasar saliva con fuerza y puedo imaginarla totalmente ruborizada por mi terrible contestación.

—Unnie~, yo lo decía bien, en serio —dice y no puedo evitar reír por su tono vergonzoso—. Pero si quiere un consejo, le diría que se siente, hace mucho que no está de pie, se puede caer.

—Sí, Rosie, gracias —digo, aún con ganas de reír.

—Espero aquí afuera, Jennie unnie.

Pienso en contestarle mal de nuevo, pero me la aguanto, no quiero llegar a que se ofenda y se vaya.

No es como Lisa, pero me hace sentir un poco menos sola.