Awake 2

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Estúpida y sensual Lalisa Manoban.

Se supone que yo tenía que pedir matrimonio primero.

Estuve intentando volver a abrir los ojos por mucho tiempo, pero parecía que esa primera vez me había dejado muy agotada, y cuando escuché que Lisa me decía con tristeza que eso podía ser malo, decidí tomarlo con más calma.

Por mi estado no tengo buena noción de tiempo, para mí los días son apenas horas, así que no puedo decirlo con precisión, pero sabía que tardé bastante hasta vencer el sueño de nuevo, creería que días después del cumpleaños de Lisa volví a la realidad una vez más.

Al abrir los ojos lo primero que vi fue a mi linda ángel, miraba por la ventana de la habitación mientras cantaba una canción, no se la sabía del todo por lo que muchas veces su voz caía en balbuceos a ritmo de la melodía en su cabeza.

Mis ojos estaban vagamente abiertos, al sonreír se cerraron de nuevo, pero estaba despierta.

—Hermosa —murmuré.

—¿Nini? —escuché que se levantaba de su silla de golpe y sus pasos apresurados para llegar a mi lado, sentí sus dedos acariciar mi rostro, me obligué a ahogar una sonrisa para poder abrir mis ojos, encontrado los suyos, me perdí en sus orbes de aquel cálido marrón un momento—. Estás despierta —habló casi en susurros.

Asentí ligeramente, o eso intenté, mi cuerpo no me respondía del todo.

—Quiero verlo —murmuré, me sorprendí que mi voz sonara tan débil, no me sentía tan cansada como me demostraba.

Lisa tardó un momento en entender, separó su mano izquierda de mi mejilla, para dejarla frente a mí, mi vista calló en el delicado anillo color negro en su dedo.

—¿El mío? —pregunté, no sentía nada en mis dedos, no tenía fuerza para levantar mi mano y tampoco ver.

—Aquí —dijo, su voz sonaba rasposa, su mano buscó en su cuello, hasta sacar una fina cadena de dentro de su remera, en esta colgaba el pequeño orbe negro, idéntico al de ella.

—Me lo mostró unos segundos antes de soltar la cadena y tomar mi mano.

—Me gusta —dije, ella iba a hablar pero en vez de eso escuché un sollozo—. No llores.

Lisa negó, sorbió su nariz, me miró un momento y sonrió levemente.

Se acercó a mi rostro, volvió a tomar mis mejillas y juntó nuestros labios con delicadeza, presionando suavemente sus gruesos y suaves belfos contra los míos, que sentía en un estado desastroso.

Volví a dormirme, esta vez mejor que aquella primera vez, entre sus labios.

sleeptalk; jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora