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—¡España! —Llamó Italia, quien se había colado en la casa que España, Argentina y Noruega compartían por medio de la ventana del cuarto del español. —¿Dónde estás?

Apenas le llevó varios segundos averiguarlo cuando oyó el ruido de una ducha de fondo, y, después, la voz de España desde dentro del baño:

—¡No entres, Italia, me estoy duchando y te prometo que salgo enseguida!—Gritó España. Italia se detuvo frente a la puerta del baño y después sonrió con falsa inocencia. Después tomo aire y abrió la puerta de golpe.

España soltó un chillido que seguramente se oyó en toda la casa, mientras apagaba el agua.

—¡¡Hola!! —Gritó Italia, sin dejar de sonreír. España no parecía estar demasiado contento con la idea de que el más alto le hubiera ignorado, saliendo de la ducha mientras Italia le observaba de arriba a abajo. Si había algo que amaba más que la cara bonita de España, eso era su cuerpo. Por desgracia para él, España se cubrió con la toalla en cuanto salió de la ducha.

—Te dije que no entraras—protestó el español, frunciendo el ceño, pero sin ser capaz de enfadarse en serio con él. Italia se acercó a él para darle un beso en la mejilla. El menor era adorable cuando se enfadaba.

—¿Por qué? Como si no hubiera visto tu cuerpo ya—respondió Italia, sentándose en el retrete para mirar al español. España le fulminó con la mirada antes de empezar a vestirse, mientras Italia le observaba y hablaba: —¿Qué me ibas a decir?

—Que sepas que voy a tardar más en decírtelo por haber ignorado mi petición de que no entres en el baño. —le dijo España. Italia miró hacia otro lado y protestó, pero España no cedió.

Observó a España mientras se vestía y se levantó del retrete una vez el menor hubo terminado. Éste le agarró de la mano con una sonrisa y le llevó hasta su habitación, donde ambos se sentaron sobre la cama. España no dejaba de sonreír de forma tierna.

—¿Me lo vas a decir ya? —Preguntó Italia, ansioso. España se mantuvo algunos segundos callado hasta que decidió hablar. Se le veía nervioso, e Italia se asustó un poco a pesar de que el español le aseguraba que le iba a gustar.

—¡Nos vamos a una casa rural en el bosque durante una semana!—Chilló España, como si fuera un niño pequeño, emocionado.

Italia se quedó callado durante varios segundos, y España se calló de inmediato, temiendo que al menor no le gustara la idea.

—¿No te... No te gusta?—Preguntó España, sintiéndose ligeramente triste. Italia le miró y asintió de inmediato, sonriendo.

—Claro que sí, pero...

—¿Pero qué?

—Nada, me encanta la idea—sonrió tiernamente, aunque nada que ver con España, y le abrazó con fuerza. España pareció sentirse un poco mejor, pero no terminaba de estar convencido de que al italiano le gustara la idea.

—¿Seguro?—Preguntó España. Italia le agarró de las manos y después le besó para que se convenciera de que sí. El menor no protestó ni dijo nada.

—Claro que sí—respondió Italia. Después le miró, manteniendo la sonrisa. —¿Cuándo salimos?

—Dentro de dos días. —Hizo una breve pausa, como si le preocupara algo. —Por cierto, había pensado que, como alguien tendrá que llevarnos... Podría hacerlo tu padre.

Italia no pareció muy contento con la idea. También parecía preocuparle algo.

—Bueno... No es mala idea, pero quiero que sepas que mi padre intentará acoplarse para venir con nosotros...

A solas ~ España × Italia ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora