—Te dije que no cocinaras—protestó España, con los brazos en jarra y unos metros por detrás de Italia, que se encontraba cocinando quién sabe qué. El más alto se giró hacia España, sorprendido, mientras Paella y Michi también se acercaban hacia la cocina, atraídos por el olor de la comida.
Michi saltó sobre la encimera y se acercó a la sartén, mientras que el hurón se tuvo que conformar con levantar mucho la cabeza.
—Es que tenía hambre y tú seguías durmiendo y...
España suspiró y se sentó sobre una silla que había por allí. Luego apoyó la cabeza sobre el respaldo, cansado a pesar de que había estado toda la tarde durmiendo.
—Luego no vas a poder dormir—advirtió Italia, cuando vio que su pareja volvía a cerrar los ojos. España respondió con un gruñido, pero no se molestó en hacerle caso y abrir los ojos.
(...)
Toda la casa olía a comida, y eso era malo porque Michi y Paella se dedicaban a chupar todos los objetos de la casa, pensando que el olor venía de ahí y que iban a poder comer algo que no fuese su comida de siempre.
España parecía seguir teniendo sueño, pero aun así no quiso irse a dormir, sino que agarró a sus mascotas y se derrumbó en el sofá.
Italia quiso hacerse un hueco, pero el sofá no es que fuera muy grande y España lo estaba ocupando entero, de modo que se vio obligado a sentarse en el suelo, sin que España se inmutara lo más mínimo.
Fue cuando miró al cielo cuando se levantó del suelo y agarró la mano de España. Tiró un poco de ella para que se levantara. El español le miró con algo de fastidio cuando abrió los ojos.
—¿Qué...?
—¡Ven, mira cuántas estrellas hay! —Italia parecía realmente emocionado con la idea de poder ver tantas estrellas al mismo tiempo, de modo que el menor no quiso arruinar su ilusión y se levantó con cansancio del sofá. Permitió que su pareja le llevara de la mano hasta la puerta y la abriera, dejando a la vista un cielo con decenas y decenas de estrellas.
Era muy bonito. España sonrió un poco, mientras Italia le miraba con emoción. Después, se sentó sobre el césped, y España le imitó. Se acurrucó a su lado, pegado a él, pues hacía frío allí fuera. De todos modos, no quería fastidiar la alegría que el más alto sentía en esos momentos.
Le rodeó con los brazos pegándose todo lo posible a él, y apoyando la cabeza en su clavícula. Italia continuaba mirando el cielo con una sonrisa, cuando bajó la cabeza y vio a España abrazado a él, como si fuese un niño pequeño.
Se sonrojó un poco antes de darle un beso que duró unos segundos, mientras España levantaba la cabeza y se dejaba, todavía rodeándole con los brazos. De repente ya no hacía tanto frío, al menos para él.
Cuando se separaron, España le susurró que le quería y volvió a atraerle hacia él para volver a besarle, pasando sus brazos por detrás del cuello del más alto. Éste llevó las manos a las caderas del español y las agarró con fuerza, como si temiera que fuese a escaparse.
Hubo un tercer beso, en el que el más alto se inclinó hacia España y empezó a pasar sus manos por la cintura, la espalda y el cuello del español.
Eso le recordaba a aquella vez, en la fiesta de USA, cuando Italia había empezado a tocarle y a besarle porque había bebido mucho más de lo que debería, incluso sin su consentimiento. La diferencia era que lo que estaba ocurriendo en esos momentos le gustaba y le animaba a seguir, a diferencia de la incomodidad que había sentido aquella vez.
De modo que permitió que hiciera eso, mientras pegaban literalmente cuerpo con cuerpo. Sonrió antes de acariciarle la nuca y pegarle más de lo que ya estaba a él, a pesar de que era imposible.
Las muestras de afecto siguieron una detrás de otra, hasta que España soltó un chillido cuando notó que el más alto deslizaba sus manos debajo de su camiseta, levantándola un poco y haciendo que el frío le golpeara de lleno en el cuerpo.
Italia se separó de inmediato y apartó las manos, creyendo que, de alguna forma, le había hecho daño, aunque tampoco entendía cómo podría haberlo hecho si sólo le estaba tocando. Quizás tenía alguna herida justo en esa parte o algo parecido.
—¿Qué pasa?—preguntó el más alto, algo preocupado. España se cubrió todo lo que pudo con la camiseta y bajó la vista con algo de vergüenza.
—Es que... Aquí hace frío, mejor vamos dentro de la casa. Y también tengo sueño. —Respondió el español. Italia no protestó y se levantó del suelo, aunque se negó a soltar la mano de España. Éste pareció sentirse mucho mejor una vez volvían a estar en el acogedor salón de la casa.
España le dio un beso, el cual dejó a Italia con ganas de más, y agarró a sus mascotas antes de subir las escaleras hacia la habitación. El más alto no sabía si quería que le siguiera o no, pero lo hizo igualmente. Se sentó sobre la cama, mientras observaba a España tumbarse sobre el colchón y taparse todo lo posible con las mantas, con Michi y Paella al lado.
Italia no supo si hablar o imitarle, pero al final decidió levantarse, algo decepcionado.
—¿No vamos a hacer nada?—Preguntó, pues no esperaba que después de las ganas con las que España le había besado, abrazado y tocado en el exterior, ahora se tumbase a dormir como si nada.
España salió de debajo de las mantas y le miró con una leve sonrisa cansada.
—Puede que mañana, pero ahora estoy muy cansado, ¿Vale?
—Vale—Respondió Italia, con un hilillo de voz. Después imitó a su pareja y se tumbó sobre la cama, antes de taparse y cerrar los ojos, queriendo abrazar a España aunque Michi y Paella estuvieran entre ellos dos.
(...)
Quién sabía cómo, pero habían amanecido uno abrazado al otro, y con los dos animales a un extremo de la cama.
Italia no recordaba haber sido él el que se hubiera acercado al menor, y tampoco le sonaba que España le hubiese abrazado en ningún momento. De todos modos, no se quiso separar.
En vez de eso, le abrazó con aún más fuerza que antes y hundió la cara en su cuello para inspirar su olor durante varios segundos. Llevaba demasiado tiempo queriendo hacer ese tipo de cosas.
Le dio un corto beso en el cuello antes de abrazarle un poco más flojo, pues temía estar haciéndole daño sin querer, quedando prácticamente encima del español.
España se movió después de casi un minuto, murmurando algo intelegible, antes de abrir los ojos con lentitud, y sospenderse al encontrar a Italia abrazándole, pegado a él, y casi encima suyo.
De todos modos, no protestó, sino que le rodeó también con los brazos y una sonrisa tierna. Después, se encogió un poco para quedar a la altura de su pareja, que parecía muy contento con la cara enterrada en su cuello, pero que se vio obligada a levantar.
—Hola—saludó el menor. Italia le devolvió la sonrisa antes de quitarse de encima suyo y quedar a su lado, dejando de abrazarle. Aun así, pasó un brazo por la espalda de su pareja y así pegarla a él, y después apartó con la otra mano los mechones de la frente del español.
—Hola—respondió, observándole fijamente como si estuviera hipnotizado. —¿Cómo estás?
—Bien—respondió España, sonriendo tiernamente. Italia miró hacia otro lado por unos segundos. Luego volvió a centrar su vista en el menor.
—¿Por qué eres tan hermoso?
El teléfono de España sonó en ese mismo momento, y a Italia le invadió la rabia solo de ver que era Portugal.
ESTÁS LEYENDO
A solas ~ España × Italia ❀
HumorCᴏɴᴛɪɴᴜᴀᴄɪᴏ́ɴ ᴅᴇ «A ᴄʜɪsᴛᴇ». Dᴇʙᴇʀɪ́ᴀs ʟᴇᴇʀ ᴇsᴀ ᴘʀɪᴍᴇʀᴏ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ᴇsᴛᴀ ᴘᴀʀᴀ ᴇɴᴛᴇɴᴅᴇʀ ᴍᴇᴊᴏʀ ʟᴀ ᴛʀᴀᴍᴀ. ... Después de la Feria de Navidad, se podría decir que España e Italia ya eran oficialmente pareja, después de tanto tiempo. Y ahora, ¿Qué? Ahora es...