Cuando España se despertó, eran apenas las ocho y media de la mañana, y no había demasiada luz que entrara por la ventana. No notaba los brazos de Italia a su alrededor, lo cual era raro porque siempre le abrazaba para dormir, como si fuese un peluche.
Estiró el brazo para palpar la zona de la cama en la que su pareja debería estar. Se dio cuenta de que estaba vacío, y se preguntó dónde se encontraría.
Se revolvió con pereza y abrió los ojos, enderezándose un poco. En efecto, Italia no estaba allí. Su parte de la cama, en cambio, tenía las sábanas revueltas y estaba muy desecha.
Se relajó un poco al escuchar el ruido de la ducha de fondo, y se dijo a sí mismo que no tardaría mucho en salir del baño. Agarró a Michi, que continuaba durmiendo a su lado, y después se levantó del colchón.
Después bajó las escaleras para llegar a la cocina y agarrar algo para comer, pues tenía hambre y le daba demasiada pereza cocinar.
Se sentó en el sofá, en su propio mundo, antes de abrazar a su gato con fuerza y permanecer comiendo, hasta que escuchó que el ruido de la ducha se detenía. Fue en ese momento cuando se levantó del sofá y subió de nuevo las escaleras, todavía con Michi en brazos, a pesar de que el animal parecía querer largarse de allí cuanto antes.
Se derrumbó sobre la cama antes de que Italia saliera del baño, casi vestido completamente. Le sonrió antes de agacharse para darle un beso en la mejilla y robarle a Michi, que no parecía mucho más contento con el cambio de país.
Terminó de vestirse allí mismo, sin dejar de mirar a España. Notaba que el español estaba cansado, y además todavía no le había sonreído ni le había dicho nada, como si estuviese en otro mundo.
—¿Estás bien?—preguntó. España se quedó algunos segundos callado, mirando el techo, con los brazos extendidos a ambos lados. Negó un poco con la cabeza, con lágrimas en los ojos. Era horrible. Se había dado cuenta hacía unos minutos de una cosa, y esa cosa era horrible.
Italia se dio cuenta de cómo se encontraba y se acercó a él preocupado. España no movió ni un músculo antes de hablar, con los ojos llenos de lágrimas.
—Me tendría que haber venido la regla hace varios días—respondió, encogiéndose un poco. Soltó una lágrima, enderezándose levemente. Italia se quedó unos segundos en silencio, sin saber qué decir.
Decidió abrazarle con fuerza y pedirle que no se preocupara, a pesar de que era imposible. Al más alto no le parecía tan mala idea la de tener un hijo, pero hacía apenas la noche anterior, el menor le había dicho que no quería tener hijos por el momento.
—No te preocupes, seguro que simplemente ha tardado un poco más esta vez. —Pidió Italia, sin saber muy bien cómo consolarle. España le rodeó con los brazos, llorando. No quería tener un hijo ahora.
(...)
No le gustaba morderse las uñas, pero en ese momento, se encontraba tan nervioso que no podía evitarlo. Después de salir a la carrera para comprar una prueba para que España se la hiciera, el menor se había encerrado en el baño, dejándolo a él fuera.
En un principio, había querido entrar para hacerle compañía y calmarle un poco, pero había desistido al ver que no había manera de convencer al español, de modo que se había quedado en la habitación, esperando el resultado.
Para él, no era tan malo tener un hijo a pesar de que apenas llevaban casi tres meses saliendo, pero no quería ver a España tan triste y asustado, de modo que deseaba con todas sus ganas que diera negativo.
Después de un rato, en el que se mantuvo en tensión, vio a España salir del baño. Le abrazó de inmediato con fuerza, lo cual preocupó aún más a Italia. No había sido capaz de ver si se encontraba más tranquilo o todavía más triste y nervioso.
De todos modos, le devolvió el abrazo con fuerza antes de hablar, sin separarse de él.
—¿Cuál ha sido el resultado?
España se quedó callado unos segundos, y eso sólo hizo que Italia se asustara todavía más. El español se aferró a él con todavía más fuerza.
—Negativo...
Italia se separó de él y se derrumbó sobre el colchón, con un suspiro de alivio. Inspiró hondo varias veces para calmarse. España parecía incluso más aliviado que él, y también hacía esfuerzos para relajarse. Se sentó a su lado.
El más alto le agarró de la mano para que se calmase. Ya había pasado y, afortunadamente, todo había salido bien. No había motivo para ponerse más nervioso.
—Menos mal—terminó por decir Italia, inspirando hondo. Y sería raro que el menor se hubiera quedado embarazado porque siempre habían ido con cuidado, y España, que él supiera, no se había empezado a sentir mal en ningún momento.
De modo que estaba todo bien.
A España le llevó casi diez minutos recuperarse del susto, pero cuando lo hizo, volvió a sonreír levemente. Italia entendía que no estuviese tan alegre como siempre, pues estaba seguro de que el susto había sido aún mayor para España.
De todos modos, bajaron a desayunar a la cocina, donde el menor permitió que el más alto le preparara el desayuno, a pesar de que no le gustaba la idea de que Italia cocinara porque no se fiaba en absoluto de él como cocinero de comidas que no fuesen propias de su país.
Desayunó sin muchas ganas, y una vez terminaron, Italia propuso ir a ver el pueblo, pues habían pasado los días que llevaban allí encerrados en casa. No era que se estuviera mal, y a España le gustaba quedarse en una casa acogedora como aquella, con sus mascotas y su pareja.
Aun así, se duchó todo lo rápido que pudo, mientras Italia esperaba en la habitación, mirando el móvil. Alzó una ceja cuando se dio cuenta de que Portugal le había dado me gusta a muchas de las publicaciones más recientes de sus redes sociales.
Aquello era raro, pues tenía entendido que el portugués le odiaba tanto como Italia le odiaba a él, y hasta ahora, no parecía haberse molestado en mirar su perfil siquiera.
Incluso le había empezado a seguir.
Suspiró y dejó de lado el móvil, pues no le apetecía empezar a darle vueltas al asunto. Suficiente había tenido con el lío de aquella mañana.
Pasaron algunos minutos hasta que España salió del baño, cubierto con una toalla. Italia le siguió con la mirada, y no la quitó de encima de él ni siquiera cuando el menor quiso empezar a vestirse.
De hecho, apenas se había quitado la toalla, cuando volvió a cubrirse con ella al darse cuenta de que el más alto le miraba. Éste sonrió.
—¿Por qué no me dejas mirarte? Eres hermoso—habló Italia, viendo cómo España le miraba fijamente con las mejillas algo rojas. Soltó una risa cuando vio a Paella acercarse a su dueño y después agarrar una parte de la toalla con la boca y tirar de ella, como si quisiera arrancársela de encima. Para el hurón, no había nada más apetecible en esos momentos que jugar con la toalla del español. —¿Lo ves? Incluso Paella quiere verte.
España resopló con paciencia antes de lanzarle la toalla a su hurón, volviendo a atraer la mirada de Italia y ahora también de su gato Michi. El italiano no pudo evitar sonreír aún más.
No era el cuerpo perfecto, pero a él le encantaba. Y esa noche iba a ser suyo otra vez, porque se negaba a dejar que se le escapara de nuevo.
Por desgracia para él, España se vistió todo lo rápido que pudo, sólo para que aquellos tres dejaran de mirarle todo el tiempo.
—¿Vamos?—Preguntó el español, sonriendo tiernamente. Italia se levantó de la cama y le dio la mano de inmediato, sonriendo también.
—Sí.
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A solas ~ España × Italia ❀
HumorCᴏɴᴛɪɴᴜᴀᴄɪᴏ́ɴ ᴅᴇ «A ᴄʜɪsᴛᴇ». Dᴇʙᴇʀɪ́ᴀs ʟᴇᴇʀ ᴇsᴀ ᴘʀɪᴍᴇʀᴏ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ᴇsᴛᴀ ᴘᴀʀᴀ ᴇɴᴛᴇɴᴅᴇʀ ᴍᴇᴊᴏʀ ʟᴀ ᴛʀᴀᴍᴀ. ... Después de la Feria de Navidad, se podría decir que España e Italia ya eran oficialmente pareja, después de tanto tiempo. Y ahora, ¿Qué? Ahora es...