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A España le daban miedo las tormentas, a pesar de que nunca lo fuese a admitir abiertamente ante nadie. El único que lo sabía era Italia, pues el menor no pensaba contárselo a nadie más. Aunque podía que Portugal también lo supiese, no estaba seguro.

Tormenta era precisamente lo que había esa noche y, por mucho que España tratase de disimular que no estaba asustado, no funcionaba con Italia. El italiano soltó una pequeña risa antes de sentarse a su lado en el sofá. Abrazó con fuerza a su pareja, mientras notaba cómo éste temblaba levemente. 

—Tranquilo —le dijo, mientras sentía la mirada asesina de España sobre él por haberse reído un poco. Le dio un beso en la mejilla, aunque sabía que eso no ayudaría demasiado.

—No me dan miedo las tormentas —mintió España. A Italia le resultó tan obvio que era mentira que casi se ofendió y casi tuvo que aguantarse otra risa. 

—Ya, bueno —respondió, con un leve tono burlón—. Entonces, seguro que estás temblando por culpa del frío, ¿No?

España le miró mal durante algunos segundos, mientras hinchaba las mejillas y fruncía el ceño de forma adorable. Un fuerte trueno sonó de repente. Italia dio un leve respingo por la sorpresa y el susto al mismo tiempo, pero se recompuso de inmediato y miró a España. Si incluso él se había asustado, no se quería ni imaginar cómo estaría el menor.

En efecto, su pareja se había encogido y había enterrado la cara entre sus dos manos. A Italia le pareció demasiado tierno y se acercó a él para abrazarle con fuerza, hundiendo la cara en su cuello.

—¿No te quieres poner música? —preguntó el más alto, pues estaba seguro de que así dejaría de escuchar los truenos aunque fuese un poco. Por muy adorable que le pudiera parecer, odiaba ver a España así de asustado. El menor negó un poco con la cabeza, avergonzado. Al fin y al cabo, ¿Quién continuaba teniéndole miedo a las tormentas con veintidós años? 

Otra razón más por la que era ridículamente diferente al resto. 

Su pareja le dio un corto beso en la mejilla antes de intentar que España levantara la cabeza con suavidad. En un principio, el español se negó un poco, pero terminó cediendo y mirando al italiano, llorando levemente. 

Éste sonrió un poco para intentar animarle, cosa que no consiguió. Se levantó del sofá y le agarró de la mano para levantarle con cuidado, como si fuera de cristal. Sonrió un poco más.

—Venga, vamos a dormir —le dijo, pues ya era tarde y además, él tenía sueño. Y estaba seguro de que España también, pero seguramente estaba tan concentrado en descubrir cuándo venía el siguiente trueno que ni siquiera se acordaba. 

El menor no se lo negó y se levantó del sofá, muy pegado a él,  antes de empezar a subir las escaleras con rapidez, como si eso fuese a hacer desaparecer la tormenta. Italia le siguió más lentamente hasta que ambos llegaron a la habitación. 

—Ven —le dijo el más alto a su pareja, agarrándole de la mano y manteniendo la sonrisa—. Vamos a tumbarnos.

Notó cómo España le agarraba con un poco más de fuerza en la mano antes de tumbarse en uno de los lados  en la cama, con las piernas algo encogidas. Apenas tardó unos segundos en taparse con la manta, mientras Italia se tumbaba también, aunque con más tranquilidad. Otro trueno sonó, pero para entonces España ya estaba tapado hasta arriba,  de modo que, si tembló, Italia no lo llegó a ver.

Éste último sabía que al español le costaría dormirse, pero estaba dispuesto a abrazarle el tiempo que hiciera falta.

Eso hizo. Le envolvió con los brazos, sin que el menor dijera nada, moviéndose lo justo para devolver el abrazo.

—Tranquilo —le susurró Italia, alargando el brazo para apagar la luz. Luego volvió a su posición anterior, acariciando con la mano el pelo de España, con la intención de que esto le relajara un poco. No sabía si su pareja había cerrado los ojos o no, pero, por si acaso, él no lo hizo. Quería asegurarse de que España se dormía antes de hacerlo él.

(...)

Por suerte, a la mañana siguiente había dejado de llover y de tronar, y España había conseguido dormirse para entonces. Italia no sabía con exactitud a qué hora había notado la lenta respiración del menor junto a él, pero sí sabía que había sido un rato bastante largo el que había tenido que permanecer despierto para poder dormir por fin. 

Le miró cuando se despertó. Era demasiado adorable, tanto que decidió no despertarle. Probablemente había dormido muy mal por  culpa de la tormenta y quería dormir hasta tarde.

De modo que, con cuidado, dejó de abrazarle e hizo lo posible por escaparse de los brazos de su pareja para levantarse de la cama con cuidado, temiendo despertarle.

Justo en ese momento, su móvil vibró y lo agarró de inmediato, intentando silenciar el sonido que emitía. Se apresuró a salir de la habitación y sólo una vez estuvo fuera miró la pantalla.

Resopló. No eran más que notificaciones de sus redes sociales. El maldito Portugal había vuelto a reaccionar a sus publicaciones de forma compulsiva. Deseó con todas sus ganas regresar ya a su casa solo para ver la estúpida cara del portugués y que éste por fin le dijera qué demonios le ocurría. Estaba empezando a cansarse mucho de él.

Silenció las notificaciones antes de comenzar a bajar con cuidado las escaleras, que crujían todo el tiempo. Le sorprendió mucho llegar al piso de abajo y ver cómo Michi se acercaba a él. Pensaba que el felino dormiría con su dueño, pero al parecer no había sido así. Quizás sólo había bajado a la cocina a por algo de  comida. 

Se sentó sobre el sofá del salón, mientras el gato acudía junto a él con un adorable maullido y se tumbaba a su lado. A veces desearía ser un gato. Poder estar todo el  día sin hacer nada más que permanecer junto a su pareja, que claramente sería una versión gatuna de España. No habría nadie que le dijese lo que tenía que hacer, y tampoco tendría a un molesto Portugal reventando sus redes sociales a notificaciones. 

Acarició a Michi mientras suspiraba. Estaba horriblemente aburrido, además de cansado a pesar de que era primera hora de la mañana. Él tampoco había dormido bien. 

Pensó en despertar a España para poder desayunar, por muy tierno que se viese durmiendo. Necesitaba hacer algo productivo o volvería a dormirse sobre el mismo sofá. 

Pero le daba demasiada pereza levantarse otra vez. 








Fue un capítulo muy corto, pero tened en cuenta que estoy  con un bloqueo increíble para estas historias, y además también estoy centrándome en historias de mi otra cuenta uu.

En fin, me voi

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2022 ⏰

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A solas ~ España × Italia ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora