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Luego de aquel enfrentamiento entre Funtime Foxy y Funtime Freddy, todo quedó en un incómodo silencio en la cocina. Foxy prefirió ir a su habitación para que nadie más le molestara. Ya había tenido suficiente.

Al llegar cerró la puerta tras de sí. Apoyó su espalda contra la misma soltando un suspiro cansado. Se preguntaba por qué tenía que soportar a sus compañeros tratarle de esa manera sólo por sus preferencias. Era consciente de lo estúpido que era la situación, pero tampoco es como que pudiera hacer mucho más allá de defenderse verbalmente. No sabía cuánto más podría soportar, pero esperaba y no fuera demasiado.

Escuchó un sonido procedente del conducto de ventilación sobre su cabeza. Creyendo que era Bon Bon que le iba a molestar, lo ignoró, bajando la cabeza y cruzándose de brazos.

—Bonita — dijo una voz masculina que logró erizarle los vellos a Foxy.

Levantó la cabeza, asustándose al ver un rostro a través de la rejilla de ventilación. Se hizo a un lado soltando un pequeño gemido, temiendo del desconocido.

—No te asustes — le dijo suave y calmado —, no vengo a hacerte daño. ¿Puedo bajar? — preguntó educadamente, tratando de otorgarle confianza al contrario.

Foxy lo pensó bastante, pero terminó por decirle que podía bajar. Expectante, observó al desconocido bajar por la rejilla de un salto. Foxy se deslumbró ante la belleza del hombre. Tenía el cabello blanco y corto; usaba un traje de igual color; tenía varios cables en su cuerpo y su rostro estaba pintado como el de un payaso, a excepción de la nariz que era una pelota roja y sobre su cabeza yacía un gorro de fiesta.

—Eres amiga de Lolbit, ¿no? — Foxy asintió —. Me pidió que te entregara esto — de dentro de su traje sacó un pequeño libro de bolsillo, estrechandoselo —. No pudo dártelo antes porque se le olvidó, y, después lo recordó cuando estaba a punto de irse. Así que me pidió que le hiciera el favor.

—Gracias... — habló suave, tomando el libro —. Hum, perdón, pero, ¿quién eres tú? — habló sintiéndose cohibido ante él.

—Oh, cierto, perdóname — le tomó de la mano, depositandole un beso, lo que ocasionó un rubor en las mejillas contrarias —. Llámame Ennard. Soy amigo de Lolbit desde hace tiempo. Me habló mucho de ti.

—Ah, ¿sí? Vaya..., él no me había contado nada de ti.

—Es porque se lo pedí — le soltó la mano, volviendo a enderezarse —. Me gusta mantener el anonimato, pero realmente me sorprende que te haya descrito con tan poca fidelidad. Él dijo que eras hermosa, pero nunca pensé que tanto. Ah, disculpa, ¿puedo tutearte, verdad?

Foxy rio, asintiendo con la cabeza. Su risa resultó dulce a oídos de Ennard. Le sonrió, adentrando una mano en su saco, de la cual sacó una rosa de plástico, que pese a no ser una flor real, era muy bonita.

—Esta rosa nunca se marchitará. Es una flor cuya belleza será eterna. Igual que la tuya — se le acercó despacio, poniéndole la flor a modo de decoración en su cabello —. He de confesar que le he dado flores a la mayoría de mujeres acá. Ayer apenas le di una a la mujer adicta a la pizza y a la señorita bailarina — con sus dedos le movió unos mechones de cabello que le caían por la frente, admirando sus ojos amarillentos —. Pero sin embargo, tú eres la única que logra opacar la belleza de cualquier flor, o cualquier persona.

Foxy se sentía en el cielo de recibir tantos halagos. Sin duda le alimentaba el ego y le subía la autoestima. Inevitablemente su cola comenzó a moverse sin poder controlar la felicidad que sentía.

—Apenas si me conoces, ¿cómo puedes decir cosas tan hermosas?

—Lolbit me ha dicho mucho de ti. Supongo que te me haces más familiar que cualquier otro de los Funtime — rio despacio —. Es un placer conocerte por fin, Funtime Foxy. Ahora mismo iré a entregarle una rosa a la señorita Baby, pero espero tú y yo volvamos a hablar pronto — le dio un beso en la mejilla, para después acercarse nuevamente por donde salió al principio.

—¡Espera! — lo detuvo, sin moverse de su sitio —. ¿Cuándo podré volver a verte?

—Quizá más pronto de lo que crees — le sonrió —. Hasta luego, bonita — y así como llegó, se fue, emprendiendo camino a la habitación de Baby.

Una vez estando solo, Foxy se sentó en su cama aún con el libro entre las manos. Se dejó caer en la misma, suspirando anonadado. Sí, mucha gente le había halagado su belleza, pero con esas palabras tan educadas, la voz grave pero dulce con la que habló; fue simplemente una maravilla para sus oídos, y un deleite total.

🐇

Tras dormir una siesta, Foxy se despertó sintiéndose feliz como nunca, y es que todavía recordaba lo que pasó con Ennard, y lo bien que este le hizo sentir. Se levantó de su cama, estirándose para eliminar la pereza. Además de despertar con la hermosa sensación de hace rato, también despertó con una inmensa hambre. Todavía tenía puesta su misma ropa; solamente se acomodó un poco el moño que cubría su escote y se acomodó la rosa de su cabello.

Salió de su habitación, caminando en rumbo a la cocina. Pese a estar con sus pensamientos delirando, no pudo evitar sorprenderse al ver a Ballora, caminando con cautela mientras palpaba la pared. Foxy era consciente de que su compañera era ciega y también que ella se mantenía siempre encerrada en su habitación bailando con sus pequeñas bailarinas que le hacían compañía. La llamó por su nombre, acercándose a ella.

—¿Qué estás haciendo? — le preguntó a la mujer, quien levantó la cabeza.

—Ah..., Foxy, eres tú... — rio ligeramente. No había reconocido su voz al principio —. Bueno, me dio algo de hambre y quise ir a buscar algo para comer, pero..., me cuesta un poco llegar.

Foxy apretó los labios, sintiendo pena por su compañera. No la conocía muy bien, apenas si se habían dirigido unas cuantas palabras durante los shows, pero en todas esas ocasiones Ballora siempre había sido amable con él, así que no le tenía un rechazo como por ejemplo, se lo tenía a Freddy y a Bon Bon.

—¿Necesitas ayuda? — le dijo apacible.

—Oh, no, no, por favor no te preocupes. Yo puedo sola.

—Por favor, no es ninguna molestia. Además, yo también voy para allá — insistió, y Ballora no pudo negarse una segunda vez siendo que sí que necesitaba ayuda. Foxy le tomó de la mano, guiándolos despacio a la cocina.

No pronunciaron ninguna palabra en lo que caminaban. Tampoco les hizo demasiada falta, ya que llegaron pronto a la cocina. Foxy le ayudó a sentarse. Luego, cerró la puerta para evitar una llegada no deseada de Freddy y compañía.

Foxy sirvió dos platos de pizza y dos vasos de refresco para él y para Ballora. Se lo puso delante, y esta se lo agradeció tímida.

—Gracias Foxy, de verdad eres muy amable — jugueteó con unos mechones de cabello azul que le caían a los costados de la cabeza.

—No hay de qué — respondió suave, viendo como comenzaba a comer despacio.

—No había podido hablar contigo antes — dijo una vez y ya no tenía comida en la boca —, pero quería decirte que eres muy increíble — Foxy se quedó mordiendo su pedazo de pizza, prestándole total atención a lo que decía —. No puedo verte, pero te he oído durante los shows. Me sorprende lo bien que te llevas con los niños.

Foxy se ruborizó, halagado. Estaba recibiendo demasiados halagos.

—Gracias... — admiró su cabello azul, encontrándolo verdaderamente hermoso —. Tú bailas muy bien, me encanta como las niñas te imitan.

Ballora rio, volviendo a darle una mordida a su pedazo de pizza. Cuando terminó, volvió a hablar.

—Gracias. Es por ese tipo de cosas que me encanta este trabajo. Me gusta saber que las niñas quieren imitarme, o que en general los niños son felices con lo que hacemos.

—Eso es cierto — sonrió más para sí que para ella —. ¿Sabes?, He de admitir que te admiro. Por tu forma de ser y sobre todo por cómo eres durante el trabajo. Es increíble todo lo que haces, ¡tú eres increíble!

Y ante eso Ballora rio, agradeciendo sus palabras tan amables y educadas.

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