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Foxy llegó a su habitación, cerrando la puerta con seguro. Vio a Chica salir del baño, con una apariencia algo demacrada. Lo cual, hizo que se preocupara. 

—¿Vomitaste? — le preguntó apacible, y esta respondió con un asentimiento de cabeza —. ¿Te sientes mejor?

—Algo..., creo que no volveré a comer tanto — fue a sentarse a la cama —. Oh, cierto, ten — sobre la mesita de noche yacían dos rosas y un pequeño sobre. Chica tomó el sobre y una rosa, entregándoselo a Foxy, mientras tomaba la otra y se la colocaba de adorno en el cabello —. Te los manda el payaso.

Confundido, Foxy le vio con la cabeza ladeada.

—¿Por qué tú también tienes una rosa?

—¡Ah! Me la dio él — rio suave —. Antes de entrar al baño, estuvo aquí. Me dio una rosa para mí, y me pidió que te entregara eso — comentó risueña.

—Ya veo — respondió con desinterés, caminando para apoyarse en la pared.

Abrió el sobre, viendo que dentro de este había una carta. Estaba escrito con una letra cursiva, elegante, y con pequeños dibujos de zorros de decoración.

"Hoy te vi interactuar con los niños. De verdad me sorprende lo bien que te obedecen y lo mucho que se fascinan contigo. En parte, me recuerdan a mí. No puedo dejar de decir lo hermosa que eres, con lo que sea que te pongas; con lo que sea que hagas; luces como el ser más precioso de todo el mundo. "

Finalizó. Foxy pegó la carta contra su pecho, suspirando cual enamorado, con una sonrisa en los labios que no pasó desapercibida para Chica.

—¿Qué dice? — preguntó levantándose y acercándose.

—Nada, Chica, nada — cerró los ojos, todavía sintiéndose regocijado de lo que leyó —. Solo cosas hermosas escritas por un hombre hermoso.

Ante esa respuesta, Chica hizo un movimiento brusco y rápido para quitarle la carta. Inmediatamente Foxy se dio cuenta, comenzando así una persecución por toda la habitación para que se la devuelva.

—¡¿No estabas enferma?! — cuestionó yendo tras ella. No obstante, Chica era rápida.

—¡Estaba! — respondió subiéndose sobre la cama.

Foxy se rindió, sentándose en el borde de la misma, esperando a que su amiga leyera. Chica se tardó en leer, ya que estuvo analizando palabra por palabra lo que estaba escrito. Después, soltó un chillido que denotaba su alegría.

—¡Ay, mujer! ¡Ese hombre se muere por ti! ¡Si fuera tú hace tiempo ya me lo habría comido a besos! — expresó con las mejillas ruborizadas.

—Basta — le arrojó una almohada —, eso no es cierto... ¿O quizá sí? Bueno, no lo culpo de todos modos — movía la cola feliz.

—Foxy, es en serio; mírate, eres preciosa, y hay que admitir que él también... ¡Vamos! Harían una linda pareja.

—Mejor ve a dormir, Chica, ya es tarde.

—¡Foxy, no me ignores!

Fue justo lo que Foxy hizo. Le arrebató la carta de las manos, dejándola hablar sola para ir a encerrarse al baño.

Una vez solo, apoyó la espalda contra la pared, dejándose caer suavemente manteniendo la carta contra su pecho. El detalle fue pequeño, sí, pero la belleza estaba en la simpleza del mismo.

Su corazón estaba latiendo frenético; sentía un calor intenso recorrerle de pies a cabeza, además de sentir un cosquilleo en el estómago. Era un sentimiento tan real y puro que le hacía cuestionarse de si era merecedor de ello.

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