𝘃𝗶𝗶. 𝗘𝗹 𝗙𝗲𝗼

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«Yo soy un feo, un feo que sabe amar, con todo su corazón y te quiere de verdad»

Minghao terminó de preparar la comida. Era vegano, así que sería la primera vez que Mingyu comía exclusivamente algo así, pero no se quejaba.

Se sentaron en la mesa de la sala, sobre unos cojines en el suelo. Minghao encendió la televisión en un canal de casos criminales. A Mingyu ese tipo de temas no le eran ajenos en absoluto (era algo que veía tanto en su vida profesional, con sus amigos, cuando la noche llegaba...) así que se limitó a comer en silencio.

Las preguntas llegarían, por supuesto que lo harían, pero Minghao era prudente y al parecer le gustaba comer en silencio.

La luz del ventanal sin cortinas iluminaba la sala sencilla pero con evidente estética.

Mingyu de repente le lanzaba miradas a Minghao y la atención que éste tenía en el programa que estaba viendo, puesto que a él sí le parecía interesante.

El moreno miró hacia el mueble negro en donde estaba la televisión. A modo de decoración vio la figura de latón de un dragón peleando con un tigre. Feng-Shui, supuso.

También vio varias fotografías que parecían ser tomadas profesionalmente (y no dudaba que fueran autoría de Minghao) que ilustraban viajes a otros países con culturas tan distintas a la suya. También había fotos más artísticas de la naturaleza y la arquitectura urbana.

Hasta que vio una fotografía de Minghao sonriente abrazando a un hombre un poco más alto que él de gesto gentil.

Su rostro lo recordaba. Era el hombre que Minghao había puesto en el altar de muertos. ¿Cómo había dicho que se llamaba? ¿Jun?

Minghao se veía muy feliz en esa fotografía, ¿cómo habría sido conocerlo en esos tiempos? Incluso Mingyu era distinto a cuando Wonwoo aún vivía. En esos tiempos tenía más devoción por la vida.

Ahora sólo se sentía como un vengador perpetuo. Un protector fallido.

Las penas nacidas de la muerte de alguien cercano duran como un ciclo de nostalgia, desesperación, impotencia y melancolía. Sólo la añoranza era constante.

Sintió que alguien lo picó en el pecho, sacándolo de sus pensamientos y miró en dirección de Minghao que llamaba su atención tocándolo con su tenedor.

—¿Todo bien?

Mingyu frunció el ceño sin entender, ¿algo había cambiado en su faceta para que le preguntara eso?

Minghao tomó de su vaso de agua y lo señaló con la barbilla.

—Tu expresión, se volvió muy triste de repente. ¿Estás bien?

No se había dado cuenta. Suavizó su gesto y sonrió, asintiendo.

—Claro, sólo estaba recordando.

Minghao inclinó la cabeza hacia un lado en curiosidad.

—¿Recordando? Ya veo... Siempre es nostálgico recordar el pasado, sin importar lo que sea.

Los ojos castaños fueron a parar en la misma fotografía que Mingyu estaba observando.

—O a quien... —dijo el mayor.

Minghao sonrió tristemente, con la punzada en su pecho a la cual no se había acostumbrado a pesar del tiempo que había pasado.

—Así es.

Terminaron de comer en silencio. Al final hasta Mingyu consideró interesante el programa y aún después de su comida, se quedaron a verlo un rato, hasta que Minghao tomó sus cubiertos y se puso de pie.

Nahual (GyuHao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora