5. Tengo que procesar todo

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—¿Te sabes las notas básicas? —pregunto, él niega avergonzado—. Está bien, entonces te las enseñaré una por una.

Lo tomo en brazos, sentándolo sobre mi regazo puesto que el pequeño asiento del piano es demasiado pequeño.

Con detenimiento le enseño cada tecla, yendo de la más grave a la más aguda. Él escucha todo con detención.

—Es normal que se te acalambren las manos al inicio, luego lo irás manejando mejor —hago una pausa—. ¿Puedes tocar cada tecla y decirme cuáles son ahora?

Empieza a tocar y a decir los nombres, equivocándose en una que otra, pero está bien al estar iniciando.

—¿Puedes tocar una melodía? —pregunta en voz baja.

Lo miro durante unos segundos.

—Claro, ¿cuál?

—Gold de Tolan Shaw.

Esa canción la conozco, por lo que no hace falta que busque la partitura en Internet.

Preparo mis manos estirando y encogiendolas. Posiciono mis dedos en las teclas correspondientes y empiezo a tocar.

Escucho como Marco tararea, yo lo imito mientras la melodía inunda la casa.

No paso por alto el hecho de que una lágrima corre por la mejilla del niño, no digo nada pero tampoco dejo de tocar, en cambio, sigo el tema con una sola mano y con la otra limpio su lágrima.

Al terminar, me quedo inmóvil cuando de la nada, Marco me abraza y empieza a llorar desconsoladamente, mojando un poco mi sudadera.

Lo atraigo más hacia mí al corresponder el abrazo. Le susurro algunas cosas que lo tienen riendo, al igual como le indico que puede tener confianza total conmigo, puesto que si no habla con alguien terminará explotando en cualquier momento.

—Puedes confiar en mí, Marco. Nunca sientas miedo por sentir miedo o tristeza, son sentimientos tan válidos como lo es la felicidad. Eres un niño y pasaste por mucho, si bien maduraste con antelación, es el momento de vivir como debiste haberlo hecho hace mucho tiempo. No tengas miedo, Marco.



Frunzo el ceño sin abrir los ojos aún al sentir unos nudillos recorrer lo largo de mi mandíbula.

Intento llevar mis manos a mi rostro pero sólo lo logro con la derecha.

Abro los ojos de a poco, y pego un salto cuando me encuentro con un par de ojos color miel. Ahora he descubierto de quien eran los nudillos.

Le pego un manotazo a la mano que estaba acariciándome, ahora sabiendo de quién era.

Veo a mis alrededores, intentando ubicarme.
Estoy sobre una cama, y mi mano izquierda se encuentra esposada al pilar de la esquina de la cama.

—¿Qué hago aquí? —la desconfianza es notoria en mi tono de voz.

—Pronto le darán respuesta a todas tus dudas, pequeña diablilla.

—Dime por qué estoy esposada —me alejo de él cuando veo que se inclina hacia mí.

—Por precaución. Te conozco, Charli. Harás todo lo posible para escapar.

Río secamente.

—Supongo que cualquiera intentaría escapar si fuese secuestrado.

—Me han contado que no pusiste resistencia para venir —dice mientras se acuesta a los pies de la cama con los brazos bajo la cabeza.

—Será porque me han amenazado con un arma, genio.

Ahora puedo Respirar | Tiktokers ¦ 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora