25. Problema tras Problema

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CHARLI DAMELIO

Suspiro de alivio ante las buenas noticias del doctor, que nos indica que todo está bien con los fetos y el transcurso del embarazo.

Hago una mueca con el gel frío sobre mi estómago. Ya me lo han puesto varias veces y sigo sin acostumbrarme a la sensación de viscosidad.

—¿Cuándo fue el último control con su ginecóloga? —pregunta el señor de bata blanca.

—Hace una semana —respondo—, ¿por qué?

Se muerde el labio inferior como gesto involuntario y nos mira a ambos.

—Entonces supongo que ya saben el sexo de sus bebés, ¿no?

Me quedo en silencio. ¿Qué?

—Nuestra ginecóloga dijo que no era posible debido a la posición en la que estaban —responde Chase al notar mi silencio—, ¿podemos saberlo ahora? —pregunta ilusionado.

—Por supuesto.

Sigue moviendo el aparatito sobre mi piel, mueve una perilla sobre la máquina que nos muestra los sacos amnióticos, toca otro botón que me deja helada.

Son los latidos de mis bebés.

Agradezco el silencio que se hace, porque la melodía de los suaves latidos se queda plasmada en mi mente.

—Aquí —apunta la pantallita—, podemos apreciar que esperan la llegada de dos niñas, que crecen como es debido, todo va bien.

Sonrío.

—Sabía lo que me decía mi instinto de padre —susurra Chase a mi oído.

Limpio mis lágrimas. Mis ojos deben estar hinchados luego de tantos sucesos emotivos, por suerte, los positivos son los que predominan.

—Por lo general —sigue hablando el doctor—, los embarazos múltiples no llegan al noveno mes, así que probablemente el parto será cuando cumplas los ocho meses.

Nos pone al día con un par de cosillas más que no sabíamos, y cuando al fin hemos terminado, salimos de la habitación a eso de las dos de la mañana. Frunzo el ceño cuando veo a todos esperando en los incómodos asientos con los que cuenta el hospital, y todos dormidos, hasta Emma.

Mi sobrina es la primera en despertar, que asustada por el lugar al que pocas viene y por las sirenas de las ambulancias que suenan del exterior. Me extiende sus brazos para que la cargue, cosa que haría si la espalda no me doliera tanto como ahora, por lo que la única opción es que Chase la tome.
Dixie y Noah despiertan de inmediato cuando su hija es tomada por mi novio. Me encargo de despertar a los demás para poder irnos a casa. Ansío por acostarme en la cómoda cama de nuestra habitación.

Creo que somos los únicos que vienen a emergencias en una casa rodante, además de que todos somos mundialmente conocidos.

Paso con la cabeza agachada enfrente de los paparazzis que nos esperan en la salida, queriendo entrevistamos.

Siento como el sudor baja por mi espalda. Este tipo de situaciones son agobiantes, y luego de llevar tantos años así, cansa.

Tomo una bocanada de aire y suspiro, le indico a Chase que sólo contestaré un par de preguntas para tranquilizar un poco las cosas.

Ahora puedo Respirar | Tiktokers ¦ 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora