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ISABELA MADRIGAL

El camino por la carretera fue tranquilo, no se escuchaba mucho aparte del sonido de las motos, mientras mas nos acercábamos al pequeño pueblo de Encanto la nube de humo seguía allí, tapando gran parte de la ciudad. Bajamos la velocidad y en el segundo en que estábamos por cruzar escuchamos un grito a lo lejos, me congele en mi lugar antes de desatar el pedazo de tela que tenia amarrado a la muñeca y las niñas hacían lo mismo. Entonces un olor me llego, no me había dado cuenta que olía muy parecido a Mirabel pero no le tome importancia. —Continuaremos a pie, y recuerden que por nada vayan a quitarse la venda de los ojos.— las chicas afirmaron y con cuidamos empezamos a empujar las motos. 

Entre mas nos acercábamos podía escuchar el sonido de vidrios rotos, pise una rama y casi grito del susto, no podía escuchar nada aparte de nuestra respiración, pero entonces un olor con matices de miedo y preocupación se hizo mas fuerte a mi alrededor, cosa por la que me detuve y gruñí bajo. Las chicas también se detuvieron captando el problema y sin evitarlo también gruñeron con mas intensidad. —Sera mejor que no estés aquí Mirabel.— escuche el gruñido de Luisa, al parecer ella estaba cargando con ella. —Camilo...— un pequeño maullido se escucho sofocado en la mochila de Dolores. —Maldita sea niños.— estaba a punto de despotricar cuando escuche un rugido muy cerca de nosotras, seguido de un sonido extraño a nuestra izquierda. —Guarden silencio y no habrán los ojos.— apenas susurre eso seguimos caminando, algo nos estaba observando, algo nos estaba analizando. 

Cuando la moto choco contra algo metálico al frente me detuve y revise mejor de que se trataba. Un auto. Abrí la puerta y les susurre que dejaran las cosas y entraran. A tientas busque las llaves y puse los seguros, subimos las ventanas y encontramos algo de periódico y revistas. —Utilicemos esto y el agua para tapar los vidrios.— En la parte trasera estaba Dolores y Luisa mientras yo me ocupaba de tapar lo mejor que podía todo lo de adelante, con cuidado me quite la venda viendo que todo estaba tapado. Solté el aire que estaba reteniendo y les indique que estábamos a salvo. —Sera mejor que nos den una buena explicación niños.— de las mochilas se asomaron un pequeño zorro y un gato, salieron con cuidado y se acurrucaron juntos a un costado de Luisa mientras nos veían con miedo. —Oh los voy a matar.— Dolores se pasó al otro asiento de enfrente  mientras buscaba algo debajo de los asientos. —Será mejor que cambien si no quieren que los saque de aquí.— el olor a miedo inundo el auto y pronto dos jóvenes estaban desnudos ante nosotras intentando cubrirse. Me quite el suéter y se lo pase a Mirabel mientras que Dolores le pasaba una manta a Camilo. —Mas les vale que su explicación valga la pena.— un trío de gruñidos en la misma intensidad asustaron más a los chicos que intentaban por todos los medios hacerse pequeños y desaparecer. 

—Las queríamos acompañar, iba a ser aburrido estar solos en casa.— la mano de Dolores en mi hombro evito que me lanzara a matar a mi hermana. —Podían jugar con Antonio.— Me di la vuelta mejor y vi al frente mientras apretaba con fuerza el volante. Lo último que quería era ponerlos en riesgo, regresar ahora estaba fuera de los planes. 

Maldita sea.

—Van a mantener su forma animal en todo momento ya que no tenemos ropa para ustedes y las noches son frías. ¡Y POR NADA DEL MUNDO SALDRÁN DE LA MOCHILA!— advertí a lo que ellos asintieron frenéticamente. Respire profundo y levante un poco el periódico para ver hacia afuera notando que ya casi oscurecía. —Iré con Dolores a buscar un lugar en donde podamos pasar esta noche, ustedes se quedan aquí.— nos volvimos a poner las vendas y cerramos el auto de inmediato. En cuanto salimos me quede quieta, algo nos estaba observando. —No voltees, sígueme.— la respuesta de Dolores fue inmediata y con sigilo empezó a seguir mi voz. Llegamos a una casa que por alguna razón olía horrible, toque la puerta pero nadie abrió, así que de una patada la abrí esperando alguna reacción desde el interior. Pero de inmediato empece a sentir una respiración a un lado de mi rostro, con total naturalidad tomé la mano de Dolores y ella apretó mi manos dándome a entender que no estábamos solas. 

Entre a la casa y Dolores cerró la puerta, caminamos con cuidado tocando cada superficie y cerrando las cortinas, vimos que había unas escaleras por lo que la subimos, fue entonces que escuchamos como alguien ahogaba un llanto, no estábamos solas. Con cuidado empezábamos a caminar hacia esa habitación y escuchamos el ruido viniendo de un closet, checamos que todas las ventanas estuvieran cerradas y con cuidado nos quitamos la venda, de inmediato cerramos la puerta y aseguramos las ventanas. El llanto seguía allí, abrimos con lentitud la puerta y lo que vimos nos dejó sin palabras. 

Era un cachorro. Un cachorro de zorro que estaba lleno de sangre seca. Rápidamente Dolores lo tomó y revisó si estaba herido pero al parecer la sangre no era suya. La habitación contaba con un pequeño baño, lavamos al zorro que había dejado de llorar y lo secamos con una toalla, respiré profundo. Más problemas.

—Hola pequeña, ¿Puedes cambiar— el zorro solo nos vio antes de empezar a lamer la mano de Dolores. —No ha de tener más de un año.— dijo mi prima mientras envolvía al cachorro en una manta y lo dejaba en la cama. Salimos del lugar para revisar mejor la casa y notamos que hacía afuera justo al lado de la entrada había dos cuerpos sin vida y en un estado de descomposición horrible. —Le calculó unos diez días.— asentí a lo dicho por Dolores. Revisamos una vez más la casa antes de salir a buscar a mis hermanas. Abrí la puerta y le indiqué a Luisa ponerse la venda, los niños se volvieron a meter a las mochilas y juntos volvimos a entrar a la casa. La noche había llegado.

Comimos lo que había en el refrigerador y conseguimos algo de leche para el cachorro, los chicos se vistieron y mientras estuvimos allí tomaron un baño, después todos fuimos a la habitación a dormir. Mirabel y Camilo se acostaron dejando al cachorro en medio de ellos, mientras tanto Dolores y Luisa se mantenían alertas, algo nos respiro en la nuca, algo que sin duda no es humano.

Me quite la ropa y me transforme en un lobo de casi un metro de altura color negro con una mancha dorada en mi ojo derecho y mis patas eran blancas al igual que el final de mi cola. Las chicas al verme me siguieron cambiando a un enorme oso pardo color marrón y un tigre. Esto sería más complicado de lo esperado. 

Justo cuando estaba por quedarme dormida escuche un ruido en el primer piso, mis orejas se movieron intentando captar mejor el sonido pero antes de abrir los ojos pude sentir como golpeaban la ventana. De inmediato Luisa fue a la puerta para sostenerla mientras Dolores y Yo levantábamos a los niños y les pedimos que cambiara, para así meterlos al closet. —Mirando hacia atrás y con los ojos cerrados, no los vayan abrir por nada del mundo.— les advertí en un susurro mientras entre ellos ponía al cachorro en una manta. —¿Y si llora?— pregunto preocupada Luisa. —Ya veremos que hacer.— en cuanto cerramos el closet Luisa se acostó de nuevo enfrente de el fingiendo estar dormida, Dolores se acostó un poco detrás de ella tapándose los ojos con una de sus patas mientras yo escondía mi rostro en el pelaje de Luisa y tapaba sus ojos con mi cola. 

Cuando la puerta se abrió me congele, estaban aquí. 

PRÓXIMO CAPITULO 

—Sera mejor que escuches atentamente Honeymaren.— tire mi espada y mis garras empezaron a salir al igual que mis colmillos mientras me iba acercando a ella. —Ya no soy un cachorro al cual puedes doblegar...— todo el pueblo fue encerrado en una fuerte ventisca helada. —¡YO. SOY. TU. ALPHA!— rugí muy cerca de ella mientras la tomaba del cuello y la levantaba del suelo apretando y tapando sus vías respiratorias mientras ella se retorcía para intentar liberarse. —Vamos, dilo.— dije y pude sentir como su lobo enrollaba la cola y agachaba la cabeza. La deje caer y enseguida se arrodillo mientras tosía; mostró su clavícula mientras de rodillas repetía aquellas palabras que derriban el orgullo de cualquier alfa. —Eres... eres mi alpha.— el mas vil y vergonzoso acto de sumisión que puede existir entre alfas. 

Que No Sepan Que Puedes VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora