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ELSA ARENDELLE

—No puedo aceptar esto, esto no era parte del trato.— susurro y cuando voltee a verla tenia los ojos rojos viéndome con furia antes de lanzarse contra mi y salir ambas rodando del auto escuchando como derrapaba la camioneta. 

El golpe y la velocidad hicieron lo suyo y sentí como si nunca fuera a parar de girar, me dolía el cuerpo a horrores y al levantar la mirada la vi a ella arrodillada a unos metros de distancia de mi sosteniéndose con su brazo derecho las costillas, escupí sangre mientras ella seguía mirando hacia abajo. —¡Hey! ¿Están bien?— el rubio estaba por bajar de la camioneta para acercarse pero el grito enfurecido de Honeymaren lo dejo helado y volvió a meterse a la camioneta. —¡¿Cual es tu problema?!— le grite de regreso pero ella solo negó mientras algo muy parecido a una risa amarga salia de sus labios. —¿Cual es mi problema? Es que acaso no lo sabes ya.— hablo muy bajo, cuando regreso su mirada a mi tenia los ojos de un rojo profundo, de verdad estaba cabreada. Se puso de pie y la seguí mientras me mantenida inclinada por el dolor y trataba con todas mis fuerzas soportarlo. —Te lo diré entonces.— fueron sus palabras antes de pararse erguidamente y echarse el cabello hacia atrás. 

—Hace años, cuando Agnarr fue a matar al beta que se acostó con tu madre cuando regresaba por el bosque él me encontró, no era mas que una cachorra intentando cuidar a mi hermano. Cuando vi que se acercaba me prepare para atacarlo pero el fácilmente me tomo del cuello y me levanto, no se que habrá visto en mi ese día como para tomarme bajo su ala y llevarnos a la mansión, pero jamas olvidare su amabilidad hacia mi hermano y hacia mi.— empezó a caminar acercándose a mi y dando ligeras miradas hacia atrás por los Thorns que nos podrían atacar. —Cuando tu naciste y te presentaste como alfa asustaste muchísimo a Agnarr, tanto así que el se dedico a ver una manera perfecta para matarte, por desgracia tu madre siempre estaba contigo por lo que era imposible. El me mando a entrenar con los demás mas nunca me dijo porque, mi entrenamiento era mas exigente que el resto y cuando tu madre murió el estaba listo para negarse a dejarte entrenar, sin embargo te habías ganado a toda la servidumbre y seria mal visto que el primogénito del jefe no supiera pelear, fue esa la única razón por la que te permitió usar armas, y yo era su informante, le decía sobre tus avances y el vio en mi la oportunidad perfecta para mantenerte bajo control.—

—Él no podía hacerlo así que mando a un lacayo de mi edad, eres su juguete.— gruñí con fuerza en su contra pero solo sonrió con arrogancia. —Él me dijo que cuando llegara el momento si lograba matarte el me heredaría la compañía, aparte de una linda beta con la cual podría jugar cuando quisiera si es que las omegas del pueblo no me daban suficiente satisfacción. Acepte por supuesto, primero había sido una amenaza en donde juraba matarme y a mi hermano, después se vio muy interesante esa propuesta y acepte por mi propia voluntad. Él no te podía matar por los años de vida que tenias ademas de que se vería muy mal frente a su gente, sin embargo, si yo, te mataba en un duelo no seria un gran problema mas haya del odio de todos.— dijo mientras empezaba a dar vueltas alrededor de mi, preparándose para atacar, un depredador y su presa. Me toque con molestia las costillas por el dolor, —Sera mejor que te retractes de tus palabras, Honeymaren o te prometo que te voy arrancar la garganta.— le dije firme analizando su caminar y sus movimientos, ella se detuvo ladeando la cabeza y cruzándose de brazos. —A pesar de todo esto, yo te tome un estúpido cariño al igual que a Anna. Pero simplemente no puedo aceptar esta injusticia y es por eso que estoy decidida a tomar lo que es mio. Lo que me pertenece.— dijo de manera desinteresada mirando hacia los lados. —¿Injusticia?— ahora de que estábamos hablando, si la que esta sufriendo una injusticia soy yo. Ella se molesto aun mas viéndome con furia mientras se preparaba para saltar, instintivamente me hice hacia  atrás preparándome para su ataque.

—¿Es que enserio no lo sabes? ¿No tienes idea de lo especial que eres? ¡¿NO TIENES IDEA DE LO MUCHO QUE TE ENVIDIO?! ¿Que? ¿Creíste que todo este tiempo junto a ti cada que hablas de tu pareja o de tu madre no me fastidia la vida?— eso si me desconcertó, ella dejo caer sus brazos con cansancio a sus costados mientras agachaba la cabeza. —Naciste de la unión de un beta y un omega, toda cría de estos dos nunca llegan a termino, sufren abortos espontáneos, mueren durante el parto y si en dado caso sobreviven a eso siembre son betas, hay va una de las razones que te hacen única, sobreviviste con seis meses de gestación y naciste lo suficientemente sana como para no ser llevada a una incubadora.— empezó a enumerar las razones con los dedos. — La segunda es aun mas molesta, naciste siendo alfa y sorprendentemente, una alfa superior en poder y fuerza a todos nosotros; aparte de que tienes la fuerza de los espirites contigo, yo rece y les rogué por años ayudarme cuando nuestra aldea fue destruida por bandidos y mis padres estaban muy enfermos, pero jamas escucharon.— ella apretó los puños mientras me veía con detenimiento. —Y la tercera es la que mas envidio de ti, ¿Como es posible que una cría que estaban destinada a morir tuvo la suerte de ser alfa y todavía fue bendecida con una pareja? No lo puedo creer. Siempre pensé que yo seria la primera en tener pareja pero parece que he vuelto a fracasar, por mas que me esforzaba siempre perdía contra ti. No pienso dejar que me pisotees con tu felicidad, me estas quitando todo lo que me pertenece.— ahora si se preparo para atacar mientras me veía con detenimiento. 

—Y no lo pienso permitir.— se convirtió en un gran lobo café y con una sorprendente velocidad se lanzo contra mi, maldita sea Agnarr, aun sigues arruinando las cosas.


PRÓXIMO CAPITULO

—Después ocurrió un accidente y la abuela falleció y preferimos no salir de casita a menos que fuera necesario, por desgracia, a pesar de todo, aun nos pesa la muerte de la abuela en los hombros.— dijo Luisa cabizbaja pero Mirabel se paro de la cama y nos vio a todos antes de suspirar. —Yo tuve la culpa de la muerte de la abuela.— sus palabras me dejaron congelada.

Que No Sepan Que Puedes VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora