Capitulo 2

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Wilhelm despertó perezoso a fuera llovía y los alumnos corrían adentro del instituto para evitar mojarse.

–Joven príncipe el almuerzo está por comenzar– hablo uno de sus guarda espaldas desde afuera.

–Enseguida salgo– Wilhelm se puso el uniforme y salió de su habitación mientras lo escoltaban.

En el almuerzo todos hablaban de temas de la escuela y de algunas otras cosas Wilhelm comía un poco de fruta sinceramente no estaba interesado en entablar alguna conversación.

Simón entro en el gran salón todos guardaban silencio mientras lo observaban.

Simón ignoro las miradas y tomo asiento lo más alejado posible mientras comenzaba a servirce el almuerzo.

–No deberías preguntarnos si necesitamos algo?– Uno de los chicos hablo con desagrado.

Mientras los otros reían sinicamente.

–Si necesitas algo no veo por qué no puedas tomarlo– Wilhelm lo miro molesto.

Simón y todos ahí estaban sorprendidos de la respuesta del principe.

Inclusive uno de los guarda espaldas se llevó la mano a la boca para evitar reírse mientras carraspeaba.

–Chicos almorcemos no hagamos de esto una pelea absurda– August tan diplomático como siempre intervino.

El almuerzo transcurrió normal después de eso y al terminar los chicos salieron a sus respectivas clases.

–Que les pasa a esos idiotas?– Wilhelm le pregunto a su primo con el que iba caminando

–Solo intentan ser graciosos– August no entendía el drama.

–No es divertido nada de lo que dicen– Wilhelm se cruzó de brazos

–Escucha, Simón se lo busco todos en  instituto sabemos que es un marica no tengo nada encontra de eso pero no puede esperar caerle bien a los chicos ahora que saben lo que le gusta– August observó como Simón hablaba con un par de chicas mientras les entregaba sus apuntes.

Wilhelm se quedó sin palabras sinceramente no entendía el problema.

Simón iba directo a los establos dónde sabía que encontraría a su hermana la hora de escuela había terminado y ellos debían volver a casa.

–Simon"!– Wilhelm se acercó

–Principe– Simón hizo una reverencia.

–Llamame Wilhelm– Simón se levantó y noto lo cerca que estaba del principe.

–A dónde vas?– Wilhelm no noto la cercanía en ellos.

–a los establos mi hermana y yo tenemos que volver a casa– Simón señaló en dirección a los establos.

–Tu no te quedas en el instituto?– Wilhelm estaba sorprendido

–No, estoy becado pero eso no incluye la estadía, además no vivo tan lejos– Simón recordó los dos camiones que tenía que tomar para llegar al internado.

–Busquemos a tu hermana y vallamos a tu casa– Wilhelm comenzó adelantarse hacia los establos.

Simón se quedó tieso, el príncipe se había autoinvitado a su casa.

Sara acariciaba el caballo de Felice era su favorito pues tenía un color precioso y una bonita melena fácil de cepillar.

–Mi caballo– Felice entro al establo exigente.

Sara saco al bonito ejemplar mientras se lo acercaba a su dueña.

–Sabes Sara algún día voy a regalar a este caballo– Felice vio como el animal se hacía un poco para atrás al escuchar su voz.

–No deberías decir algo como eso, ellos son sensibles– Sara lo acaricio para calmarlo

–Es un caballo egoísta- Felice gruño mientras lo montaba y se alejaba a todo galope.

Sara suspiro si alguien era egoísta era Felice.

–Sara nos vamos?– Simón llegó por detrás.

–Si vamos– Sara se colgó su mochila sin prestarle mucha atención a la compañía de Simón

Ya cuando estaban caminando Sara volteo a ver a Wilhelm.

–Que hace aquí principe?!– Sara estaba sorprendida

–Voy acompañarlos– Wilhelm sonrió

Sara no salía de su asombro incluso Simón aún no se lo creía.

Los tres por fin llegaron a la casa.

–Chicos la comida ya está servida– La madre de Simón los recibió con un beso y termino dándole un beso a Wilhelm también.

Los cuatro se quedaron sorprendidos, incluso los guardaespaldas.

–Oh perdóname–La mamá de Simón estaba avergonzada

–Mama el es Wilhelm el príncipe- Simón lo presento.

–Eres de la realeza o principe es tu apellido?– la madre de Simón no salía aún de su asombro así que comenzó a decir incoherencias.

–Mama"!- Sara estaba avergonzada

–Soy el príncipe el segundo heredero– Wilhelm se presentó y la mujer solo respondió con un sonoro aah.

Los guarda espaldas, Sara y su madre estaban en la sala conversando mientras que Simón y Wilhelm estaban en su habitación.

–Estos son mis peces– Simón les dió un poco de alimento

–mi mamá tiene unos caniches son muy molestos para ser sincero– Wilhelm recordó a los endemoniados perritos.

-Jajaja- Simón comenzó a reír al imaginar a tan lindos perros molestando al príncipe.

-Es enserio rompieron mi chaqueta favorita- Wilhelm también comenzó a reír.

Todo ahí se sentía cálido a pesar de que afuera hacía frío por la lluvia.

–Le diré a mi madre que prepare la cena– Simón estaba apunto de salir de la habitación pero Wilhelm lo quiso detener pues no quería dar molestias.

Wilhelm sujeto con fuerza la mano de Simón sus miradas hicieron conección.

-No quiero dar molestias- Wilhelm corto la distancia entre ellos.

-No es ninguna molestia- Simón se recargo en la puerta sintiendo el dulce aliento del principe.

-De verdad- Wilhelm se acercó cada vez más hasta que ambos comenzaron a besarse.

Los labios de Simón resbalaban suavemente mientras disfrutaba de los labios contrarios.

Wilhelm podía percibir a la perfección el aroma de Simón era intenso como aquel momento.

-Chicos prepare la cena"!- La madre de Simón grito desde las escaleras y ambos chicos se separaron nerviosos como si los hubieran visto.

Sara comía delicadamente de su plato mientras que Simón cortaba un poco de su pollo y se lo entregaba a Wilhelm, el rubio sonrió mientras comenzaba a cortar un trozo de aquel pedazo de pollo.

Sus guardaespaldas estaban disfrutando de la maravillosa comida, tal vez no era mucho como en el Instituto pero era muy deliciosa nada se comparaba.

-Tu y mi hijo van en la misma clase?- la mujer tomo un poco de agua.

—Si de echo fue ahí donde nos conocimos— Wilhelm sonrió

Simón lo veía endiosado todo en el príncipe era perfecto.

—Cierra la boca que se te saldrá la baba— su hermana le susurro mientras le daba con el codo.

—No me molestes—gruño Simon mientras le regresaba el golpecito con el codo.

Ambos comenzaron a reír Wilhelm miro a Simón su sonrisa hacia que su corazón se acelerara.

Estaban pasando un maravilloso momento.





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