Luna de miel.

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Simon despertó habían aterrizado y se quedó dormido en el hombro de Wilhelm en cuanto subieron al auto que los llevaría a su hotel.

Se encontraban en Roma, se hospedaron en una casa que rentaron para 3 semanas completas.

—Todo bien?— pregunto Wilhelm mientras le daba un pequeño beso en los labios.

—umhum— asintió Wilhelm mientras se incorporaba y estiraba los brazos.

—Alteza— la puerta del auto fue abierta y ambos descendieron.

El auto se fue y ellos permanecieron afuera de la casa contemplándola parecía un lugar sencillo pero por dentro tenía un montón de comodidades.

—Vamos— Wilhelm tomo la mano de Simón y ambos entraron a la casa.

Era cálida de tonalidades que inspiraban paz, los muebles eran los más nuevos y la cocina era enorme también tenía todo lo necesario un refri lleno de vegetales, lácteos y carnes, así como también de postres como helados y gelatinas de agua y leche.

La despensa consistía en todo lo que pudiesen imaginar el lugar había sido adecuado para que no tuvieran que salir si necesitaban algo.

—Te gusta?— Wilhelm se acercó a Simón.

—Es hermosa— Simon no dejaba de observar cada detalle.

—bueno vamos al viñedo— Wilhelm se metio una de sus manos en el bolsillo de su pantalón mientras la otra se la daba a Simón.

Simon sonrío y tomo su mano para poderse ir al viñedo.

Al llegar al lugar ambos fueron recibidos por dos expertos y tres señoritas de servicio una llevaba una bandeja de aperitivos todos pequeños y bonitos, otra sostenía una bandeja de quesos y de frutillas así como algúno que otro chocolate o trufa, la última no menos importante sostenía dos pares de copas.

—por aquí— la voz de uno de los expertos los guio.

Caminaron por un rato escuchando la historia del lugar el como cultivaban las frutas mientras comían y bebían de diferentes vinos y licores.

—Creo que estoy un poco mareado. Jejeje...— comenzó a reír Simon

—Creo que yo también— Wilhelm le dio un beso en el cabello mientras rodeaba con sus manos los hombros de su esposo entrelazando sus manos guiándose hasta el final del recorrido.

Al terminar les sirvieron un café americano selecto de unas semillas europeas cultivadas en un jardín orgánico que se encargaba de producir muchas de las frutillas que probaron, eso les ayudo a amortiguar la borrachera y darles energía.

—Esta delicioso— Simon estaba encantado

—Guarda espacio para la comida— menciono Wilhelm

Wilhelm conducía mientras Simon veía por la ventana el paisaje era precioso los rayos del sol alumbraban la belleza del lugar.

Al llegar por fin al restaurante Wilhelm ordenó un corte de carne acompañado de un buen vino selección del viñedo que acababan de visitar.

Simon se sintió abrumado nunca había comido en un lugar elegante.

—Puedo pedir una hamburguesa o algúna comida que sea de tu agrado— mencionó Whilhem mientras se llevaba un bocado a la boca.

—Solo no quiero desentonar— Simon hablo sincero mientras sentía todas las miradas en ellos.

—Cariño eso no debe importar, solo come lo que te haga feliz— Whilhem acarició su rostro y Simon sintió la calidez de su palma

—Si pido unos tacos creo que eso me haría feliz— Simon no pudo evitar comenzar a reír contagiando su risa a su esposo.

Jovenes altezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora