CAPÍTULO 2

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-Será mejor que espere, señorita, la sala todavía no está preparada y el sujeto se ha levantado de mal humor –dijo el guardia, invitando a Vry a que se sentara.

-No se preocupe, tengo todo el tiempo del mundo.

Prefirió permanecer de pie, no le gustaba estar sentada a primera hora de la mañana y con un café en la mano. Nada más encontrarse con Marc en el trabajo, había intentado intercambiar ideas, pero éste le había ordenado que se acercara hasta Sorreheim mientras él hacía lo que Vry había acabado la noche anterior: leer los documentos. Había cenado con su mujer y, tras enviarle sus grabaciones y los papeles que Samson había robado, se había ido a la cama a disfrutar de la maravillosa lectura de uno de sus libros de aventuras hasta quedar dormido con la luz encendida. Sólo un tierno beso de Ágata y su voz ordenando que apagara la luz, le hizo dejarlo sobre la mesilla de noche y darse media vuelta para abrazar a su esposa. La amaba, de eso era de lo único que estaba seguro en la vida, a pesar de las crisis matrimoniales por las que habían pasado a lo largo de los años, y las dos infidelidades que él había cometido en esos períodos. Sin embargo, Ágata siempre le había perdonado, y no como solía ocurrir en otras parejas que, tiempo después y en cualquier pelea, volvía a salir la infidelidad a relucir. Cuando ella perdonaba, jamás volvía a incidir en el asunto. Por eso la amaba tanto.

Vry miró el reloj; las nueve y media de la mañana. Dio un largo sorbo a su café, dejando el contenido por la mitad y se quitó la bufanda; allí dentro comenzaba a hacer un calor de mil demonios. No recordaba que la tarde de antes se hubiera sentido tan sofocada por el aire acondicionado... ¿serían los nervios por enfrentarse a su primer interrogatorio sola?

-Señorita Taloss, ¿otra vez por aquí?

-Supongo que no he madrugado tanto como usted, señora Livermann.

Bien informada, y ahora sabiendo tras leer varios artículos sobre genética y botánica a cargo de Mira Livermann que era la esposa de Klauss, usó correctamente el apelativo que le correspondía. La señora era tan condenadamente correcta que ni siquiera había querido corregirla; ¿o tal vez ella y su marido estuvieran más separados de lo que aparentaban? Era increíble que llevándose treinta años de diferencia se hubieran casado. Desde el primer momento, Vry había pensado que era su hija, no la mujer con la que dormía por las noches. Lo más seguro era que Mira sintiera cierta vergüenza al reconocer que se había casado con aquel hombre de negocios por la fortuna que había amasado con los laboratorios, ¿o se trataba de alguna unión simbiótica con acuerdos preestablecidos que nada tenían que ver con el sexo o el amor?

-Perdone la tardanza, Derek ya está preparado. –Hizo un gesto con la mirada para que Vry siguiera sus pasos-. Ah, debo avisar de algo. Procure no hacerle preguntas sobre su pasado, ya que no hemos avanzado mucho más allá de su último año de vida. Se pone nervioso cuando intentamos indagar en sus recuerdos, es incapaz de recrearlos para interpretarlos.

-Es algo normal en alguien que llevaba muerto más de mil años, supongo. Hizo caso omiso del intento de interacción de la joven.

-Por lo demás, manténgase en el asiento que le facilitaremos y no toque la bandeja por la que le pasamos la comida. Su mente todavía está en proceso de regeneración y queremos mantenerle a salvo de cualquier amenaza. Nada de información externa, por favor.

-¿Nada de preguntas del pasado ni del tiempo en el que vive? Señora Livermann, no quiero parecer desagradable, pero éste es mi trabajo y usted no puede interferir.

Mira se detuvo justo frente a una puerta.

-Recuerde que es mi laboratorio, y el hombre de ahí dentro pertenece al mismo. Usted es una invitada, trate de ceñirse a lo que le he propuesto.

3615Donde viven las historias. Descúbrelo ahora