CAPÍTULO 10

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-No sabemos nada de ella desde hace una semana.

-Lo sé, Luke, hacemos lo posible por encontrarla. -La voz de Marc Devan sonaba gastada al otro lado de la pantalla, imbuida de un aroma rancio; había repetido demasiadas veces esa frase-. Tengo a Oliver encerrado en los calabozos.

- ¡Por Dios, Marc! -Marv cruzó los brazos, disgustado-. Deja libre a ese muchacho, el único pecado que cometió fue defender a Vry; tú mismo lo dijiste.

-Y es cierto, pero agredió a un agente de la SDC.

- ¿Ha presentado cargos?

-Sí. -Marc se rascó la coronilla, agotado-. Al final pensó que estaba en su derecho y que de esa forma se desquitaría por la ofensa. Pero no os preocupéis, la denuncia no saldrá de aquí.

-Dile a ese perro que me haré con el mejor abogado de Marssa. -Luke levantó el dedo índice en gesto amenazador-. Sabes que tengo amigos en los Juzgados.

-Exactamente. -Confirmó Marv con la cabeza-. Y no dejaremos que se salga con la suya.

-Tranquilos... la desecharé en un par de días, pero debo hacer que Cyro se resarza para que no se me eche encima cuando vea que su acusación va a la basura.

La pareja respiró al fin tranquilamente.

- ¡Qué sofoco! -Marv se abanicó con una revista de propaganda-. Podrías haberlo dicho antes.

- ¿Cuánto hay que pagar?

- ¿Por la salida de Oliver? -Luke afirmó con la cabeza-. Nada, sólo debéis esperar. Hacedme caso.

-Llámanos en cuanto sepas alguna noticia de Vry, por favor.

-Por supuesto, estamos tras una pista.

Cinco minutos después de cortar la comunicación, Ágata le miró fijamente desde su sillón y con una taza de té entre las manos.

-Por favor, mujer, sé lo que me hago. No me mires así.

-Les has mentido, Marc.

-Técnicamente no lo he hecho.

-Están desesperados por encontrar a su hija y tú juegas con sus sentimientos.

-Intento hacer las cosas lo mejor que me dejan. -Hizo un aspaviento de enfado con los brazos-. Preferiría estar ahí sentado, en tu lugar, echándote en cara tus errores.

-Yo también querría que estuvieras en mi lugar para saber lo que estoy sintiendo ahora mismo.

Marc necesitó otros dos minutos y un sorbo más de té por parte de su esposa para saber que se había comportado como un idiota. Se acercó hasta su asiento y le dio un beso en la clavícula para demandar su perdón; sabía que Ágata no estaba enfadada con él. Le había perdonado sus palabras desde el momento en que había terminado de decirlas; la cuestión era que no estaba dispuesto a que su esposa le perdonara nada más. Bastante hacía por él: le aguantaba cuando nadie más le soportaba.

-Te quiero, Ágata. Haría cualquier cosa que me pidieras, lo sabes, ¿verdad?

-Ajá. -Tomó la mano de Marc entre las suyas, suavemente-. Encuentra a Vrykka.

Oliver yacía adherido a la corriente eléctrica de la celda, descansando, cuando escuchó los inconfundibles pasos de Cyro. Todos y cada uno de los mediodías, a la hora de la comida y concordando con su descanso, bajaba para ver si seguía encerrado, como un ratón en una trampa. Nunca le incordiaba, pero al parecer, hoy estaba por la labor de mantener una charla.

- ¡Levanta, chatarra! -Refunfuñó, dando un golpe en los barrotes con el pie.

El humanoide abrió los ojos de repente, lo que produjo un escalofrío naciente en la espalda de Cyro. Jamás se acostumbraría a aquellos seres. Parecían reales, pero él sabía perfectamente de qué pasta estaban hechos, y, sobre todo, a lo que se había dedicado en su existencia anterior ese ejemplar. Había comprado a un informático con puesto en los Límites, y junto con el número de serie expuesto en la nuca de Oliver -que había sustraído de los documentos de Devan-, había conseguido lo necesario para increpar a aquel desgraciado.

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