EPÍLOGO

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- ¿Cómo se encuentra la chica, Devan?

El interpelado sonrió, consciente de que los tres hombres le miraban.

-Mejor, sus padres están en el hospital con ella. Se recuperará con rapidez.

-Bien... bien –dijo el portavoz.

- ¿Qué hay de los disturbios en la ciudad? –Indagó el que se sentaba a su izquierda-. ¿Han logrado controlarlos? En cuanto haya un cierto equilibrio, les otorgaremos una ayuda económica para subsanar los daños.

-Me gustaría esperar a precampaña para eso, ya sabe. –Devan levantó la mano con gesto dramático-. Plantearé una reforma completa de la ciudad en mi programa electoral.

- ¿Sigue pensando presentarse?

-No perdería la ocasión de hacerlo. ¿Cuento con su apoyo?

-Por descontado, una persona que tanto nos ha ayudado, merece recompensa.

Devan se sintió satisfecho con su labor. A pesar de que había pensado reservar la sorpresa para su esposa, esa misma noche se lo diría. Anhelaba ver a la mujer de su vida, por una vez, orgullosa de él.

-Esa chica... ¿supone peligro? Si sigue viva es porque usted nos aseguró que no abriría la boca.

-Va a retirarse de la SDC en cuanto le den el alta. Ya lo ha hablado conmigo y está dispuesta a firmar su contrato de confidencialidad. –Respiró hondo-. Se quedará en Clots por el momento.

-Encárguese de que la paga que le den sea sustanciosa. Que pueda vivir de manera que no eche en falta nada, ¿de acuerdo? No quiero preocuparme de ella en un futuro –comentó el de la derecha-. Todavía tengo en mente el problema de Livermann, aunque desde ese cuchitril y con las confesiones que hizo a su detective destruidas, respiraremos tranquilos por un tiempo.

-Sin embargo –susurró el primero que había hablado, en medio de los otros dos-, debemos ir madurando cómo deshacernos de ese cabo suelto.

-Si le dais un tiempo a la gente para que se olvide de él, será sencillo hacerle desaparecer.

-Eso espero...

Alargó la mano encima de la mesa que le separaba de Devan y dejó un sobre encima.

-Sus honorarios.

Devan lo recogió y lo metió en el bolsillo de su abrigo.

-Gracias, señores. Ha sido un placer.

-Mantenga la boca cerrada, Devan.

La advertencia sonó en sus oídos durante un segundo para luego ser arrinconada mientras descendía los peldaños de la escalera hacia el aparcamiento. El calor que manaba del sobre le hacía sentirse positivo. El portavoz le persiguió con la mirada a través de los cristales del despacho mientras los otros dos debatían sobre el mensaje que habían recibido esa mañana:

El proyecto 2268 sigue desarrollándose con éxito en los laboratorios; esperamos que dentro de una semana haya establecido sus primeras conexiones y se convierta en un espécimen funcional. Las investigaciones de la doctora Livermann nos ayudaron sobremanera con la barrera mnemotécnica y onírica, y ya han sido solventados varios errores. En breve, les volveré a remitir noticias sobre el sujeto.

. C. Ander.

. Dreskam.

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