CAPÍTULO 11

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- ¿No te gusta la nueva casa? Siempre podemos volver a Sorreheim, si lo deseas.

Cansada del viaje a pie, Vry no pensaba en otra cosa que no fuera dormir. Tras la huida frustrada, los asesinatos y el intento en vano de pedir ayuda, se hallaba en un estado de ánimo que se definía en tres palabras: a la expectativa. ¿Qué podía hacer? Rezar por un milagro era igual de viable que sentarse a llorar, aunque la segunda opción le daba la alternativa de desahogarse. Por otra parte, Derek se veía nervioso; transpiraba y se rascaba el pelo creciente cada pocos segundos, limpiándose el sudor de las palmas en su uniforme de laboratorio. Ambos parecían haber acabado de salir de una película de terror, pero Vry no se sentía cómoda en el papel de animadora que el director le había otorgado a última hora.

Se limitó a sentarse en el suelo, mirando la cabaña a su alrededor. Había una pequeña cocina, de fogones, una mesa con carcoma, ninguna silla y nada de decoración en las paredes. Era un lugar sombrío, pero Vry se calmó durante unos minutos mientras observaba a Derek rebuscar entre los cajones y girar las ruletas de los fuegos sin saber para qué servían. Cuando descansó lo justo para darse cuenta que estaba muerta de hambre y de sed, decidió que lo mejor sería mantener la boca cerrada. Derek no había encontrado comida, tampoco había agua, sería estúpido pedir algo que no existía.

-Creía que eras fuerte, pero sólo sabes buscar problemas. La afirmación sorprendió a la joven.

-Deja que vuelva a casa y se acabarán.

Soltó una carcajada.

- ¿Echas de menos a alguien en especial? –Miró su mano izquierda-. No estás casada, así que no creo que nadie esté esperándote. Te están buscando muy poco, no debes importarle a nadie.

Las palabras surgieron de su garganta con fuerza tras escuchar cómo se burlaba de su inexistente vida social:

-Le importo a Oliver. Si le hubiera dicho que me acompañara a Sorreheim, la historia habría sido diferente. A él no hubieras llegado a atarle, no hubieras sido rival.

- ¿Tienes un perro? –Se aguantó una risa todavía mayor que la anterior.

-Es un HTH. Ni siquiera tú podrías vencer a alguien como él.

- ¿Y qué es eso? ¿Un extraterrestre?

-Inteligencia Artificial.

-Entiendo... Mira me enseñó fotografías. Vuestros nuevos esclavos, ¿no? Como ya no estamos nosotros, ahora los creáis.

Ignoró sus palabras, sintiendo un picor intenso en la nariz. ¿Estaba mareándose porque no había comido o era por otra razón? La silueta de Derek se movía, sinuosa. Incluso las líneas de sus brazos parecían moverse como llamas en una hoguera de invierno.

- ¿Quieres a ese perro?

-Te he dicho que se llama Oliver. –Tosió.

-Es un pelele.

-Aunque eso fuera cierto, tiene la humanidad que a ti te falta –gruñó, irritada.

-Bueno, es tu opinión.

-Es la realidad.

-Todo hubiera sido diferente si me hubieran tratado como un hombre desde pequeño. Pero si tú coges a un niño y lo crías como si fuera una sabandija, sin afecto, ¿qué coño esperas que te devuelva luego? –Cerró los ojos con dramatismo-. No soy un monstruo, me hicieron así. Ya te dije que me traicionaron.

-Sí, lo recuerdo. –Vry no quería volver a escuchar la misma novela. Realmente, quería que dejara de hablar sobre sí mismo. Derek parecía distraído con sus propios pensamientos, pero eso no le impidió seguir hablando. La nariz empezó a escocerle por dentro.

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