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"La batalla de Peter."
Peter corría a toda velocidad, sus piernas impulsándolo a través del bosque. Podía sentir a los demás narnianos siguiéndolo, el miedo atenazando sus corazones. El terror por la seguridad de sus hermanas lo consumía, pero los gritos que llegaban desde la distancia le dieron un nuevo impulso. Sus hermanas no estaban solas; Blessie estaba con ellas. Esa certeza fue el detonante para que más narnianos se unieran a la carrera hacia el lago.
Al llegar, la escena que se presentó ante Peter fue aterradora. Sus hermanas y Blessie estaban atrapadas en un árbol, mientras un enorme lobo gris, Mugrim, se alzaba sobre sus patas traseras, arañando y mordiendo el tronco con furia. Susan y Blessie protegían a Lucy, que se aferraba a una rama más alta, aterrorizada. Una de las piernas de Blessie colgaba precariamente, su pie a centímetros de los afilados colmillos del lobo. La ojiazul luchaba por mantener el equilibrio mientras golpeaba el hocico del animal con todas sus fuerzas.
Un escalofrío de miedo recorrió a Peter, pero la determinación brilló en sus ojos. No podía flaquear ahora.
—¡Déjenlas! —gritó, desenvainando su espada con un movimiento rápido y preciso.
—¡Peter! —exclamaron las tres al unísono, un rayo de esperanza iluminando sus rostros.
Los lobos rodearon a Peter, gruñendo y mostrando los dientes. El joven mantuvo la espada en alto, apuntando directamente a Mugrim.
—Por favor —dijo el lobo con una voz burlona—. Ya pasamos por esto, muchacho. Sabes que no tienes el valor necesario.
Peter no respondió. En cambio, se lanzó hacia Mugrim con un grito de guerra, su espada describiendo un arco en el aire. El golpe no alcanzó al lobo, que se apartó con agilidad felina.
—Peter, cuidado —advirtió Blessie, señalando a otro lobo que se acercaba sigilosamente por detrás.
Antes de que el lobo pudiera atacar, una sombra enorme se interpuso entre ellos. Aslan, con un rugido que hizo temblar la tierra, atrapó al lobo entre sus garras. Blessie dejó escapar un suspiro de alivio.
Uno de los centauros se adelantó, dispuesto a acabar con Mugrim, pero Aslan lo detuvo con un gesto.
—Guarden sus armas —ordenó con voz potente—. Esta es la batalla de Peter.
Mugrim se burló.
–Tal vez creas que eres un rey, humano, pero vas a morir como uno.
Blessie se preparó para usar sus poderes, pero todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Mugrim se abalanzó sobre Peter, pero el joven se agachó a tiempo, hundiendo su espada en el pecho del lobo. Un grito de dolor resonó en el bosque, seguido de un silencio sepulcral.
—¡Peter! —gritaron las tres chicas al unísono, sus voces llenas de angustia.
Peter forcejeó con el lobo moribundo, sus colmillos rozando su frente y manchando su rostro de sangre. Finalmente, el lobo cayó al suelo, inerte. Peter, exhausto pero victorioso, se puso de pie, tambaleándose.
