Capítulo 3

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Por otro lado se encontraba un Yibo solitario, el lo había decidido así.

No quería que ninguna persona chillona y miedosa arruine ese día sus planes.

El solo tenía un propósito en ese lugar.

Ver un cocodrilo de cerca.

Si comentaba aquello a los directivos creerían que está loco.

Aunque la verdad es que tendrían razón.

Wang Yibo un joven de 18 años quería sentir ésa adrenalina pura que ya no sentía hace tanto tiempo.

La última vez que sintió adrenalina fue aquel día en que se la paso copiando en las narices del profesor de química. Y lo mejor de todo es que lo pillo.

Aunque con su cara de yo no fui logro negar y jurar por la vida de su mamá que el jamás sería capaz de hacer eso.

Menos mal Yibo no tiene mamá.

Su madre la había abandonado de pequeño, pero si tiene una madrastra.

El caso es que no tienen la misma sangre!

Por ende el juramento no sirve. Todo un capo Yibo.

Iba deambulando por el enorme pantano encontrándose con varias aves exóticas. Cada una de ellas quedarán para siempre en la memoria de su celular.

Todo estaba en silencio, se encontró en un lugar ya apartado, ya no había rastros de sus compañeros de mierda.

El pasear por el famoso pantano de Daegu le despejaría la mente de algunas cosas frustrantes.

Sigue caminando cuando de repente divisa un pequeño lago.

Era agua sucia.

No se lograba ver nada y el necesitaba pasar por ese lugar para continuar con su trayecto.

Tenía que pasar a cómo de lugar.

Pero no podía ir y pasar así nomás, Yibo corría el riesgo de ser picado o mordido por alguna alimaña.

Imagínense ser devorados por pirañas.

Tenía que hacer algo.

Pero qué?

Estuvo rondando por el lugar por 20 minutos y sin duda alguna no había otro camino como para que pueda pasar hacia esos lugares.

De repente una lucesita se prendió en su cabeza y decidió hacer lo mismo que haría Bear en éstos casos.

El era amante de los programas Bear Grylls de Discovery.

Primeramente se acercó al lago a verificar que no haya ningún movimiento en las aguas.

Observando sigilosamente por más de 5 minutos se dió cuenta que no había algún tipo de movimiento.

O eso el creía.

Ahora cómo último paso volteó y comenzó a buscar piedritas. Al encontrar toma con sus manos y lo lanza de bruces al lago.

Grande fue su sorpresa cuando la cabeza de un enorme cocodrilo se divisó.

Medía más de 2 metros aproximadamente pensó Yibo.

La vida de Yibo había terminado apenas ingrese en ese lago. Se habría quedado sin cabeza ni extremidades.

Definitivamente, no perderse el programa de Bear Grylls le había salvado la vida.

Lo último que hizo antes de tomar otro camino fue llenar su galería con fotos de ése enorme y asesino cocodrilo que aún tenía su gran cabeza fuera esperando cualquier movimiento brusco para comer sus brazos.

Lentamente volteó tratando de no hacer sentir amenazado al cocodrilo, cualquier movimiento falso podría ser fatal.

Una vez más Yibo agradece el estar sólo, ya que si hubiese estado con algún compañero seguro se habrían cagado encima.

Cuando trata de volver por dónde llegó Yibo cada vez divisa menos sus huellas.

En silencio pide que pueda salir lo más rápido posible del lugar y así poder presumir sus fotografías a los maestros y a los mongolicos de sus compañeros.

Yibo es un crack.

Aunque todo aquel sentimiento de superioridad se puede ir a la mierda de un segundo a otro.

Y más cuándo una cobra lo mira tan fijamente, listo para atacar.

Perdidos en el pantanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora