Un día cualquiera, un amanecer cualquiera...
Él miraba desde su posición privilegiada, rodeado de alguna que otra nube distraída, y se emocionaba de nuevo al contemplar la inmensidad del cuadro que él mismo dibujaba ahí debajo.
Lo había logrado, hoy lo había vuelto a cambiar. Con un simple movimiento de cadera había dado un tono un poco más anaranjado a los tejados de aquella aldea perdida entre las montañas.
Sí, quedaba mucho más otoñal así (este pensamiento le hizo sonreír y, claro, sin querer volvió a cambiar de nuevo la tonalidad del tejado que miraba, ahora un poquito más dorada).
Después se fijó en unas pequeñas flores malvas que asomaban entre los verdes pardos de su bosque favorito.
Sí, lo han adivinado, con un guiño de ojos devolvió en ellas un matiz violeta que emocionó a la pareja que en ese mismo instante paseaban en la soledad de la mañana.
Y luego, otra travesura más , y las monedas que yacían huérfanas en aquella recóndita calle, brillaron para ventura de un pequeño que caminaba con la mirada en el suelo y se disponía a comprar una barra de pan.
Todo era tan bello, tan hermoso... pero no era perfecto, ¡le faltaba algo!
Sí, ponía toda su atención, pero no, no se oía la melodía que sentía y tarareaba para sí (como todos sabréis el astro rey no tiene oídos, por lo que escucha a través de sus rayos), un waltz que hacía que el agua en los ríos discurriera con una rítmica ondulación formando caprichosos dibujos que solo los niños y algunos mayores podían adivinar.
El waltz que daba el contrapié al bullicio que en ese preciso instante se producía en la carretera. Esa era la hora en que se empezaba a llenar de vehículos; coches y autocares que discurrían hacia sus destinos a gran velocidad.
Era divertido seguirles con la mirada al ritmo del un dos tres de su waltz. Psss... un secreto: por mucho que lo había intentado no encontrara el motivo de por qué nunca se paraban a disfrutar de la belleza que les rodeaba (frecuentemente se preguntaba si los pasajeros le miraban también a su vez)..
Él sentía golpear en su frente el sonido que allá, a poco distancia, hacía que las olas que transportaban al mar hacía la costa, salpicaran su sal en un-dos-tres, un-dos-tres...
Un-dos-tres, otra pequeña y colorada manzana caía de su rama, un-dos-tres... un-dos-tres, y la trenza de esa niña parecía que volara cuando el columpio quería alcanzarle, un-dos-tres...y los pajarillos se turnaban en el nido para llamar a su madre que en breve traería su desayuno.
Un y dos y ... tres... la nube arrastraba a su compañera y juntas ganaban en la carrera hacia su descenso en multitud de gotas que anegaban de charcos aquel claro al lado de aquella montaña, allí donde los niños corrían para protegerse de ellas debajo del pórtico del colegio.
¡Era tanta la emoción que sentía! ¿Y si algún día lograba tocar ese waltz?
Ahhhh, si solo lograra que todos escucharan esa, su obra maestra... Era tan majestuosa y grandiosa y a la vez tan humilde y pequeña. Podía poner ritmo a cualquier movimiento, pero a la vez, y este era su secreto, procedía directamente del tum tum de su ígneo corazón.
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☁️🌈 Historias con reflexiones🌌🌟
Altele[EN EDICIÓN] Aclaración: Al principio encontrarán una historia de un mundo que me inventé cuando estaba pequeña y cada lugar tiene un significado especial para mí. También hay historias, cuentos, leyendas y fábulas con un mensaje especial, pero esta...