🚪A través de las puertas de la llave de plata🚪

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En total eran cuatro personas las que reunidas en una extraña habitación de una bohemia vivienda francesa, intentaban acordar el reparto de la herencia de Randolph Carter. Ya habían pasado cuatro años desde que desapareció en la Caverna de las serpientes. Había dejado su coche al comienzo del bosque y se había adentrado en la cueva, con una extraña llave de plata en la mano que había encontrado en un cofre de relieves espantosos. En el coche encontraron un pergamino con inscripciones indescifrables.


La mayoría de los allí presentes conocían las teorías de Carter. Durante muchos años había perseguido el acceso al otro mundo, a un lugar que había contemplado en sueños, un lugar en donde el tiempo y la orientación se desvanecían.


– Empecemos ya de una vez- dijo impaciente Aspinwall, primo de Carter, que no creía para nada en todas las extrañas teorías de su pariente.


– Lo que yo digo y sigo manteniendo- dijo entonces Etienne-Laurent, un amigo que Carter conoció en Francia y que actuaba allí de albacea- es que no podemos repartir los bienes de alguien que tal vez no haya muerto.


El hombre que estaba a su lado, un místico estudioso de nombre Phillips, asintió.

– ¡Claro que ha muerto!- dijo enfadado Aspinwall- ¡Desapareció hace ya cuatro años!


– Amigos- se oyó entonces una voz profunda y con un extraño acento indio- antes de repartir los bienes, necesito contarles todo lo que sé.


Quien hablaba era Chandraputra, un investigador indio que aseguraba tener información sobre el paradero de Carter.


– Yo poseo el mismo don que tenía Carter, el don de ver a través de los sueños- continuó hablando- Y he visto todo lo que le sucedió.


Todos se acoplaron a sus asientos, abrieron muy bien los ojos y comenzaron a escuchar con atención.

– Todos sabéis ya que Carter era capaz de viajar por otras dimensiones y lugares a través de sus sueños. Pero con los años estaba perdiendo esa capacidad y comenzaba a angustiarse. Deseaba de veras volver a su infancia y poder viajar de nuevo por esos mundos. Pero recordó que su abuelo le había entregado un cofre y él encontró una extraña llave de plata junto con un papiro de símbolos irreconocibles.

De pronto la percepción de Carter sobre el espacio y el tiempo se desfiguró por completo. Carter ya no sabía si era un niño o un adulto, aunque tenía aún constancia de entidad, de saber que era un ser físico. Sin embargo, no era capaz de saber cómo era su aspecto, qué forma tenía. Ni podía distinguir las paredes de la caverna. No encontraba límites ni capacidad de controlar el tiempo. Pero sí creía tener conocimientos sobre el lugar en donde estaba.


Según sus teorías, había pasado la puerta de acceso, pero aún le quedaba por llegar hasta la Última puerta, protegida según todos sus creencias por un guía horrible, el primer morador del mundo, un guardián llamado 'El de la vida prolongada'.


Carter observó que en donde estaba, habitaban formas indescriptibles, monstruos que no había visto nunca, ciudades submarinas, mundos muy extensos más allá de las estrellas. Elevadas rocas se elevaban bajo un cielo de un color indeterminado. Y entonces vio un semicírculo con varios pedestales hexagonales.

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