4. Game

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Al oír que lo nombraban como nuevo alumno y reconocer su rostro levantó la mirada con interés y se le escapó una sonrisa, levantando una mano para saludarlo e indicarle un asiento libre cercano a él.

Era irreal esperar que siguiera siendo el mismo chiquillo que fue cuando comenzaron la primaria, pero verlo con esas ojeras y semblante tan oscuro no era lo que esperaba. Sin embargo sus preocupaciones se alejaron cuando le regresó la sonrisa, reconociéndolo; era la misma sonrisa de cuando corrían en el patio de juegos, pero ahora al ver su rostro alegre sentía que esa sonrisa era todo lo que estaba bien, tomando la mano ajena sintiendo un cosquilleo gracioso al que bien podría volverse adicto, podía acostumbrarse fácilmente al pánico que le entraba al castaño cuando llegaba a abrazarlo de improviso y a su rostro tintado de rojo.

Hablar con él era como si nunca hubieran perdido contacto, claro, un par de críos no se comparten sus números de teléfono para hablar de chorradas por las noches, pero no importaba, ahora sentía que se recuperaba el tiempo perdido con el viejo Luzu a la vez que conocía a alguien completamente nuevo, y ese alguien de carácter ameno y ojos tranquilos le gustaba mucho...aunque también tenía sus momentos taciturnos y sombríos que quisiera saber de dónde salían...así como aquella cicatriz en el brazo derecho por la cual pasó la yema de los dedos y el ojiazul reaccionó como si lo hubieran electrocutado.

Entonces sugirió aquel juego...su coartada de la noche era que se quedaría a dormir con Luzu para "hablar de viejos tiempos", era una excusa perfecta porque la madre de su amigo hacía turno de noche en los almacenes y nadie les preguntaría por qué salían a medianoche. Decirles una mentirilla así a sus padres no le sentaba mal en realidad, lo había hecho antes por tonterías, era otra cosa la que no lo dejaba en paz de ese asunto.

No podía decir que conociera a Luzu, no más allá de las conversaciones entre clases y camino a casa durante las escasas dos semanas del ojiazul allí; sobraba decir que Barrio Sésamo había dejado de ser su programa favorito de la TV, no sabía su color favorito, qué le gustaba hacer para el verano o qué ropa interior usaba, había veces que el castaño desviaba el tema para evitar hablar de sí mismo, pero, aun así, esa tarde cuando habló del juego detectó un brillo ajeno en sus ojos, algo en aquella sonrisa que no parecía propia de Luzu, simplemente sabía que no era algo normal.

—Podríamos ir a hacer otra cosa, cerca de la estación venden unas croquetas que te cagas—.

Estaba acostado en la barriga del castaño mientras decía eso, como si fuera la cosa más casual del mundo, el otro detuvo su tarareo y levantó la vista de la revista de videojuegos que hojeaba.

—Quizás los otros estarían decepcionados— contestó, como apenado.

—Nah, si les pago una ronda de refrescos se les olvidará y antes de la fiesta de Halloween haremos las guarradas de siempre, pim pam—.

Luzu asintió, regresando la vista a su revista y Auron creyó ver que se le quitaba un peso de encima, como si sintiera sumamente aliviado, no tuvieron que decir nada, de alguna manera el moreno sabía que el otro en verdad no quería jugar a aquello y el castaño sabía que Auron lo sugería porque quería ahorrarle la situación.

Aunque la verdad era que ninguno sabía exactamente por qué.

Pero cuando llegaron a aquella esquina oscura y estuvo a punto de decirle a los demás que todo se cancelaba, que irían a comer croquetas y él pagaba las bebidas, entonces Focus mostró un peine y preguntó si alguien había llevado una revista o algo así, Luzu sacó de su suéter la de videojuegos de rato antes a la vez que aquella sonrisa torcida aparecía de nuevo en su rostro mientras volvía a explicar qué tenían qué hacer.

Y esa sonrisa e incluso la voz del otro en esos momentos a Auron le parecía antinatural, era extraña, ajena...malvada podría decir.

malvada podría decir

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You're a Haunted HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora