3. Spell

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Le gustaba ese lugar, era pequeño y lucía más acogedor que su anterior hogar; secretamente temía no encajar, su primer plan al ver a cierto moreno que conocía de antes era acercarse a él, sin embargo parecía rehuirle...pero Auron le estaba ayudando con ello. Habían sido amigos antes de que se mudara lejos cuando niños y ahora volvían a coincidir, lo cual lo puso muy feliz.

Creyó que no podría gozar mucho de su compañía, era popular, agradaba a todo mundo, tenía un grupo de amigos ya establecido. Era evidente que habían crecido, no era el patio de juegos de primaria, "Auroncito" no lo llevaría de la mano a jugar en los columpios.

Pero fue todo lo contrario a lo que pudo esperar. Lo incluyó, lo hizo parte del grupo y, literalmente, lo llevó de la mano por la escuela a mostrarle los sitios que consideraba divertidos, los lugares donde escondían cigarrillos, petardos o revistas "indebidas" y dónde se saltaban las clases.

Una sonrisa boba se formó en su rostro al oír la risa descarada del otro al explicarle sus "hazañas" y luego voltear a ver las manos de ambos entrelazadas, siendo consciente del calor entre ellas, lo natural que se sentía aun y cuando tenían al menos 7 años de no verse.

—Yo digo que vayamos y le pintemos un arcoíris en la escalera— ante la sugerencia el que llevaba una camisa floreada rodó los ojos.

—Algo parecido hicimos el año pasado y hasta le pareció "bonito", no jodas Juan, deberíamos hacer la típica de meter en una bolsa mierda de perro y prenderle fuego— sugirió.

—Yo voto por el siempre confiable clásico de los petardos— intervino Fargan, el castaño pensó que, en definitiva, sonaba muy al Fargan que conocía.

—Apoyo esa idea— el serio del grupo apoyó al otro, quien enseguida le pasó un brazo por los hombros con toda la intención de hacerlo sentir incómodo.

—¡Ese es mi Focus! —.

Al momento el resto comenzó a debatir si eso era buena idea o no, dónde iban a conseguir tantos fuegos artificiales como les fuera posible, antes de que la discusión aumentase de tono Auron intervino.

—Amigos, sí que queremos joder un poco al profesor Harkos, pero no solo vamos a concentrar nuestros esfuerzos en eso, es Halloween, joder, hay que liarla en grande—.

—Tu tranquilo, lo demás está cubierto, papel sanitario para enrollar en los árboles del barrio de al lado, huevos para la casa de Gregf, hachas falsas para asustar a algunos niños, las bombas de humo para la casa de la vieja...— a Nia no le alcanzaban los dedos para seguir contando las cosas.

—¿Ibai está dentro o se va a acojonar como el año pasado? — preguntó 8cho con voz burlona (era el de la camisa floreada, que se llamaba Daniel, pero nadie le decía así). Nia hizo un mohín de disgusto, pero no la dejaron intervenir.

—Es que es lo mismo de cada año, deberíamos hacer algo distinto— insistió Auron.

—Pues quizás este año podríamos ser menos idiotas y no dejarnos atrapar para poder ir a la fiesta grande por una vez— sugirió Ari, cruzándose de brazos.

Un coro de voces comenzó a discutir, Luzu miraba divertido el intercambio sin querer participar, pero entonces sintió algo en su garganta, algo urgiendo a salir, así que decidió solo hablar.

—Pensé que hacían otras cosas por Halloween, dado que aquí parece ser un big deal— todos voltearon a verlo, incluido Auron, quien hacía una expresión de falsa indignación.

En realidad era raro que allí tuvieran por lo alto a aquella celebración extranjera, pero al haberse grabado allí un fragmento de una película del tema que daba la impresión errónea de que el Halloween siempre había sido allí casi una fiesta patronal; el gobierno siguió el juego, generando turismo y dinero con los negocios, decoraciones y fiestas que encendían aquel pequeño lugar cada final de octubre.

—A ver ¿Qué sugieres tú? — supo que Juan había contenido un insulto allí, algo como "cara de escroto" o "pedazo de mierda".

—Pues no sé, creía que hacían cosas más de la época...juegos...rituales...—

—No, yo paso, esas cosas no me gustan— dijo la castaña, pegándose al de lentes.

—Tu habla Luzu, que algo distinto no nos vendría mal— los ojos de la chica de mechones rosas brillaban con interés.

—No me vayas a decir que tienes una tablita ouija de esas rosas con brillitos— rio Fargan, intentando esconder sus nervios, el castaño lo miró con sorna antes de proceder.

Y Luzu comenzó a hablar, sentía como si su boca se moviera sin tener que ordenárselo, les habló del juego del elevador, del de las escaleras, la copa, las monedas, con espejos, todos los de cajón.

Los juegos que jugaba con sus amigos antes de...

—Se llama Truco o Trato—

—¿Vas y pides dulces? —

—Algo así, pero te los piden a ti, es como...un hechizo—

Luchó con su lengua por no mencionar ese último, pero al final fue como querer sostener un pez de entre la corriente del río con solo las manos. Con una necesidad morbosa su gesto se transformó en una sonrisa extraña aun y cuando él no se estaba divirtiendo ya, pues a su mente acudieron recuerdos de la última vez que había participado en ese juego, queriendo detenerse al hablar, sintiendo cómo la intriga y la curiosidad de sus oyentes crecía al contarles en qué consistía.

—¿Lo jugamos hoy o qué? — murmuró Nia, emocionada.

Los demás asintieron y Luzu sintió que acababa de salir de una especie de trance mientras una gota de sudor frío recorría su nuca oyendo el tic-tac fuerte del reloj que estaba fuera de dirección.

You're a Haunted HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora