—No sabía con quién más acudir—
—Me auto-halagaría diciendo que has tomado la decisión correcta, pero es obvio que eres un poco idiota si con tremendo follón yo fui la primera opción en tu cabeza—
Auron frunció el ceño ante tal respuesta mientras Biyín (Luzu ahora entendía por qué el letrero de Madeimoselle B. en la puerta) se cruzaba de piernas, aplastando en el cenicero de cráneo su segundo cigarro desde que llegaron.
El ambiente se sentía cargado entre el humo del tabaco, pachuli y un fuerte olor a té de hierbas de algún lugar al fondo que las pesadas cortinas bordadas no los dejaban ver. En la mesita de café frente a ellos además del cenicero había velas a medio usar, cuarzos de distintos colores, un mazo de cartas con las orillas bastante gastadas y la estatuilla de una mano de cerámica esmaltada con signos que desconocían.
—Entonces venir aquí fue inútil— gruñó el moreno pareciendo dispuesto a ponerse de pie e irse.
—No he dicho eso...— ella volvió a centrar sus ojos en ellos mientras encendía otro cigarrillo.
Se puso de pie pasando los dedos por los tomos de un librero de esquinas despintadas.
—¿Saben qué hay en este librero? — ambos chicos negaron con la cabeza, Auron tragó saliva, preguntándose si alguno de esos tendría una especie de ritual, círculo mágico o hechizo definitivo para deshacerse de aquella cosa, arrojó uno de los libros, sorprendiendo a Luzu, quien casi lo deja caer, atrapándolo por poco —hay patrañas—.
Las pastas de color ocre tenían el título de lo que era obviamente un recetario pasado de moda.
—Son cosas para rellenar e impresionar— mostró otro con una portada en rojo, con el escudo de la universidad de la ciudad vecina (la cual Auron sabía que la rubia había abandonado), otro en color negro era el anuario de la preparatoria —de la gente que sabe de mí 50% cree que soy un fraude y el otro 50% se engañan a sí mismos porque es lo que desean, quieren saber si su pareja los engaña, si deben tomar o no el empleo que se les ha presentado o dejar los estudios...—
Seguía pasando los dedos por los lomos de los libros mientras hablaba y los chicos la seguían con la mirada.
—Yo les doy una respuesta que les parece convincente y ellos llenan los espacios porque en secreto, muy en el fondo ya lo sabían—
—Y aun así les sacas plata...— le reprochó el moreno, ella se encogió de hombros.
—Es lo que hay, ofrezco un servicio y pido un pago equivalente...— dejó caer el último libro que tomó de entre el resto —cobras por lo que sabes más que por lo que haces y, cuando estás en este negocio, sabes que hay cosas que no vale la pena jugarse por unos cuantos billetes...—
De entre las páginas abiertas se veía una ilustración en xilografía la imagen de un hombre echándose hacia atrás mientras un ser astado y diabólico salía de su caldero.
—A los seres de otros planos no les interesa tu dinero, tu estatus o tus regalos— eso lo decía viendo directamente a Luzu —las criaturas del bajo astral quieren tu energía para alimentarse, pero lo de allá afuera no parece una cosa cualquiera, no quiere dejarte una noche sin dormir o que te sientas somnoliento una semana...—
—¿Qué quiere entonces? — levantó Auron la voz, después de ver que el castaño tragaba saliva, la chica no volteó a verlo.
—Creo que él ya lo sabe—
El ojiazul tenía las manos apretadas en las rodillas, mirando al suelo, claro que lo sabía. Biyín apagó la colilla de su cigarro, encendiendo otro mientras se asomaba por entre las cortinas, arrugando la nariz.
—Lo que buscan es un exorcista y, lo siento, pero no soy una ¿prueben en el Vaticano? —
—No jodas ¿me estás diciendo que vinimos aquí para nada? — espetó el moreno con voz molesta, viendo la expresión desesperanzada del otro.
—NADIE que precie su vida o su alma, si creen en ella, se mete en el contrato cerrado con un demonio— Auron sintió que se le secaba la garganta, ahora lamentaba haber ido allí, pero ¿a dónde más podían acudir? ¿A la iglesia? ¿A un círculo de oración? —eh, que al menos les he dado un rato de descanso, ese corre por cuenta de la casa—.
Luzu se puso de pie, dando las gracias, buscando salir de allí al momento, seguido instantáneamente por Auron.
—Luzu, espera, podemos pensar en algo, podríamos...—
—La has oído, no podemos hacer nada, es mi culpa, estando conmigo solo te pones en riesgo—.
El castaño respiró el aire del exterior, pensando que, de forma irónica, prefería el ambiente denso y cargado del interior, a sabiendas de que era aquello (y algo en Biyín) que impedía el acceso a su perseguidor.
Por su parte Auron buscaba palabras para convencerlo de ayudarle a insistir, de que debía haber otras salidas.
—Eh ¿valió la pena? — ambos giraron las cabeza al escuchar la pregunta de la chica.
—¿Cómo dices? — el ojiazul dio unos pasos al interior, quizás deseando verse cobijado de nuevo por aquel temporal refugio.
—Si, dime ¿lo que pediste lo valía? —.
El chico la miró confundido, ella parpadeó un par de veces para luego echarse a reír.
—No puede ser...—.
ESTÁS LEYENDO
You're a Haunted House
HorrorNo imaginó que un simple juego lo perseguiría de tal manera que terminaría hundido en aquella profunda pesadilla. Una historia de Halloween, protagonizada por Luzu (ligeros tintes de Luzuplay).