Cuando las personas piensan en maldiciones piensas en casas o en objetos, en alguien malvado que desea lo peor para otros y hace un embrujo. Pero esto no siempre es así.
A veces una maldición es algo que te sigue, va contigo y puedes no ser consciente de ello hasta que te consume... puede que ni siquiera entonces termine; ahí está, no es cuestión de merecerlos o no. No te puedes deshacer de ello, regalarlo como un medallón o huir como de una casa.
En ningún momento pensó estar maldito, al menos no en el sentido paranormal de la palabra, de hecho se preocupó más por su cordura, era paranoia, quizás esquizofrenia o algo de lo que no sabía el nombre o ni siquiera se le había pasado por la cabeza...secuelas de "aquel episodio". Claro que fue a terapia, cuando llegó a ese nuevo lugar lo primero que hizo fue buscar un nuevo terapeuta que la anterior recomendó, su madre insistió en ello también, cualquiera podía opinar que alguien que pasó por todo aquello lo necesitaba.
Miró a la carpeta en el escritorio de su psicólogo, sabiendo los recortes que contenía, recordando casi con memoria fotográfica el primer artículo que salió al respecto en el periódico más barato, rápido y cizaña que circulaba en la ciudad, naturalmente todos lo leían. Él mismo lo leyó aunque su madre trató de ocultarle el periódico.
Pero aquel hombre de nudillos marcados, olor a mentol y aspecto impecable tenía una explicación racional y tranquilizadora para todo dos veces a la semana, lo hacía pensar que al sentarse en el diván tenía solucionados todos sus problemas, podría superar el asunto y dar un paso adelante...pero apenas asomaba la cara fuera del consultorio y la perspectiva dejaba de parecerle tan brillante.
El problema es que no veía el problema, que su cerebro parecía bloquear gran parte de los acontecimientos de hacía casi un año, se sentía frustrado y perdido, más aun por el cambio de casa y la pérdida de contacto con quienes fueron sus amigos desde la infancia.
El terapeuta parecía tener tan buenas intenciones, así que aunque se diera cuenta de que las cosas no mejoraban contradecirlo le sentó mal y al final trató de convencerse a sí mismo que las mentiras alentadoras que le contaba a aquel hombre eran verdades, así estaba tranquilo el Señor Revilla (dime Armando, decía, pero tutear a tu psicólogo le parecía extraño), tranquila su madre y él...todo lo cerca que pudiera estar de "tranquilo".
Porque a veces una maldición no es solo algo que tu cargas como cemento en el estómago o los hombros, a veces no parece estar allí y lo olvidas, pero te lo recuerda, porque quiere escapar, esparcirse, más que un peso es algo contagioso, te hace creer que una vez lo vomites todo estará bien, pero en el fondo el castaño sabía que no era el caso.
Quería creer que de forma eventual lo superaría o lo dejaría por completo en el olvido, lo cual esperaba sucediera pronto. Aun así sabía que había algo mal con él alojándose en algún lugar recóndito de sí mismo, diciéndole por las noches que si lo dejaba escapar todo mejoraría, pero una parte dormida de Luzu sabía que mentía, que debía contenerlo, así que solo guardaba todo dentro de sí, esperando que algún día desapareciera...pero no lo haría.
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You're a Haunted House
HorrorNo imaginó que un simple juego lo perseguiría de tal manera que terminaría hundido en aquella profunda pesadilla. Una historia de Halloween, protagonizada por Luzu (ligeros tintes de Luzuplay).