Cap. 24 - DESPERTAR

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LUDOVICA

Abro los ojos y lo primero que veo es el techo blanco adornado con miles de estrellitas que brillan en la oscuridad, pero que ahora se ven opacas por la luz. Recuerdo que mi padre se pasó toda una tarde pegando cada una de esas estrellitas para su dulce niñita que le temía a la oscuridad...pero eso fue hace tantos años, ¿cómo es que...? Mis ojos se mueven por la habitación y definitivamente esta no es la habitación que tenía ayer... es el cuarto de mi infancia.

Me siento en la cama y paso mis manos por las mantas violetas con grandes flores que cubren el colchón. Observo a mí alrededor, las paredes son violetas repletas de posters de películas de Disney y fotografías. El escritorio blanco aún tiene mi computadora y mis libros de la escuela. Mis peluches, mi sillón de lectura, la puerta de mi vestidor adornada con estrellas, la alfombra blanca debajo de mi cama... todo está aquí. Estoy en la casa de mi infancia.

Me pongo de pie y mi pijama cambia, mágicamente, por la misma ropa que llevaba el sábado. Observó mi reflejo, luzco como la Ludovica de 17 años, pero me siento como la Ludovica de 12 años que aún vivía con sus padres. Mis padres. Me asomo por la ventana, desde donde puedo ver el patio trasero cubierto de hojas secas, el sol brilla en el cielo transmitiendo calidez a este día de otoño. La mesa del jardín está puesta para nuestro almuerzo de fin de semana.

Mamá, papá...

Me apresuro a salir de la habitación y bajar corriendo las escaleras, sigo corriendo hasta salir por la puerta que da al patio. Los rayos del sol me ciegan por un instante, los cierro y los vuelvo a abrir, pero no del todo, caminó unos pasos más y cuando mis ojos se acostumbran al sol, los abro por completo topándome con la figura de mi madre. Ella coloca un gran arreglo floral sobre la mesa. Observo con admiración a la mujer que me dio la vida, luce hermosa, lleva un vestido blanco largo y suelto, sobre su cabello marrón lleva una corona de flores pequeñas y de muchos colores, sus preciosos ojos marrón claro se fijan en mí y me miran con tanto amor infinito que mi corazón late con fuerza, una dulce sonrisa se posa en sus labios y en los míos. La he extrañado tanto.

- Mi princesa... ¿Estás bien, hija? ¿Por qué te me quedas viendo así? - Su dulce voz me reconforta. He llegado a pensar que me había olvidado del sonido de su voz.

- Mamá. - Sin ocultar mi emoción y alegría corro a sus brazos que me reciben con cariño. La abrazo fuerte inspirando su aroma... Lavanda. - Te extrañe. - Susurro.

- Pero si no ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos esta mañana, mi amor. - Su voz es música para mis oídos.

No tengo tiempo para decirle que es la primera vez, en 5 años, que la veo después de que... murió, porque ella me coloca una corona de flores después de abrazarme y me sonríe como siempre. En ese momento, mi padre se une a nosotras con una hermosa sonrisa y en sus manos lleva una bandeja con carne para cocinar en el asador.

- Princesita ¿a Martín le gusta la carne, verdad? - Él se me queda viendo a la espera de mi respuesta, pero aún estoy impactada de verlo como para hablar.

Mi padre también está vestido de blanco, lleva su cabello rubio perfectamente peinado, sus ojos verdes brillan al verme y me sonríe con amor. Deja la bandeja en la mesa y lentamente se acerca a mí y fija sus ojos en los míos preocupados.

- Papá. - Susurro emocionada y me lanzó a sus brazos para abrazarlo fuerte. Lo he extrañado tanto.

- Mmm, princesita... ¿qué sucede? - Me pregunta acariciando mi cabello. Adoraba cuando hacía eso.

- Nada sucede, sólo que te extrañé. - Susurro.

- Al parecer nuestra hija está necesitando unos mimos. - Dice mi mamá acercándose a nosotros.

Apuesta... al primer amor (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora