capitulo 11

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Marshall se quedó conteniendo a la humana por un largo rato, hasta que finalmente esta cayó profundamente dormida. Sonrió inconscientemente al verla tan tranquila descansando. Le quitó suavemente algunas lágrimas que habían quedado en su rostro y luego, con suma precaución, la dejó en su cama, la tapó y luego salió de la habitación.

Se dirigió hacia la sala, tomó el teléfono que estaba apoyado sobre una repisa y marcó un número que ya conocía de memoria.

—Hey Abadeer —Saludó su amigo desde el otro lado de la línea.
—Alexander —Dijo en forma de saludo.
—¿Qué puedo hacer por ti? 
—Como jode que me conozcas tan bien —Comentó riendo, mientras se sentaba en uno de los sofás.
—Escupe de una vez, tengo trabajo.
—Eso mismo quiero pedirte.
—No me esperaba menos —Bufó, haciendo reír a Marshall—. Debes saber que puedo tardar un poco en conseguirte lo que quieres.
—Soy como tu hermano, Alex.
—Bien, veré que puedo hacer para ponerte primero en la fila de mis trabajos. ¿Vas a decirme qué tengo que hacer?
—Quiero que investigues a alguien.
—Te escucho.
—Troy Stuar. Quiero que me averigües todo sobre él.
—¿Troy qué? —Preguntó.
—Stuar.
—Ese nombre… Se me hace bastante familiar. Lo escuché en algún lado. 
—Me importa una mierda todo eso. Quiero saber dónde vive, a qué se dedica y con quién se junta el infeliz.
—¿Te estafó?
—No —Dijo negando con la cabeza, aunque su amigo no pudiera verlo.
—¿Entonces?
—Sólo hazlo de una vez, Alexander. ¿Desde cuándo me pides tantos datos? Antes sólo lo hacías y listo. 
—Perdóneme alteza por querer saber por qué mi uno de mis mejores amigos está tan enojado y desquiciado con el mundo.
—¿Cómo mierda sabes que estoy enfadado?
—Es normal sentir odio en tus palabras, pero no tanto como hoy.
—Estoy igual que siempre —Movió su pierna de arriba abajo, nervioso por tanta palabra.
—Claro que no, Abadeer.
—Claro que sí, Alexander.
—Sí, claro que sí —Dijo riéndose—. Estás igual que siempre, por eso me llamaste por mi nombre completo —Rió de nuevo.
—No le veo la gracia, idiota.
—Si fuera tú no me insultaría, puedo colgarte ahora mismo y dejar tu trabajo incompleto.
—Si no fuera tan importante, juro que ya te habría colgado por mi cuenta.
—Entonces es importante —Concluyó, y Marshall sabía que estaba sonriendo.
—Sí, es importante. ¿Feliz?
—Lo suficiente —Dijo riendo nuevamente—. ¿Irás a matarlo también?
—Sí —Contestó tranquilo.
—¿Ya mataste a los demás?
—No —Gruñó—. Pero que aprovechen lo que les queda de vida, porque Marshall Lee está de vuelta.
—Exacto —Rió con su voz profunda característica—. Te tendré el trabajo hecho antes de lo que pienses, hermano.
—Gracias, Alex. Te debo… —Comenzó a recordar todas las veces que lo había ayudado—. Muchas te debo —Ambos rieron.
—Sabes que por el vampiro que salvó la vida de mi hija haría lo que fuera.
—Podrías conseguirme una buena vampira para esta noche —Sonrió.
—No jodas, ya hice suficiente por ti hoy. Además, tengo demasiado trabajo.
—Ya, está bien, cállate. Espero tu llamado, Alex.
—Lo tendrás pronto, Marshall.

Colgó y se levantó del sofá donde estaba sentado. O, por lo menos, eso intentó. Una mano posada en su hombro lo hizo sentarse nuevamente. Frunció el ceño y miró hacia arriba, encontrándose a su amigo Kenny, quien se sentó a su lado.

—¿Qué hacías hablando con Alexander? ¿Quién es ese tal Troy no sé qué? —Preguntó.
—¿Desde cuándo haces interrogatorios? 
—Desde que tú no me cuentas uno de tus planes.
—Es que… No tiene mucho que ver conmigo —Susurró.
—Entonces, si no es contigo, ¿Con quién?
—Fionna.
—Mierda, Marshall —Dijo—. No me jodas.
—No te estoy jodiendo, Kenny.
—¿Te encariñaste con la pequeña humana?
Él negó.
—No, es sólo que… —Reaccionó—. ¿Qué mierda? ¡No te importa! Son cosas entre nosotros.
—¿Desde cuándo hay un “ustedes”? —Hizo comillas en el aire con dos de sus dedos de cada mano.
—Desde que la conocí —Dio por finalizado el tema, y Kenny entendió ya que no habló más sobre eso.
—Hoy me desharé de Ashley.
—Mejor así. Es una mala perra.
—¿Por qué no me dijiste nada?
—¿Decirte qué?
—Decirme que era una perra antes que estuviéramos casi seis meses juntos.
—No quería arruinar la magia.
—Me arrepiento de todo lo que le dije —Comentó, negando con la cabeza.
—Yo también me arrepentí.
—¿La quisiste?
—No —Negó con una sonrisa—. Nunca quise a nadie, Kenny. Mucho menos a esa perra que vendió algo importante para mí y a semanas de la ruptura se fue con mi mejor amigo.
—No pierde el tiempo —Ambos rieron.
—La verdad, no.
—Que aproveche y disfrute el tiempo que le queda porque hoy desaparece.
—Si quieres puedo ayudarte.
—Tienes que mantener a Valen y a Fionna en la habitación entretenidos mientras yo hago el trabajo.
—Trabajo fácil, bro —Sonrió—. Si no te molesta, iré a ver cómo están los dos.
—Los dormilones de la casa —Rió.
—No se despiertan por nada —Bufó, para luego reír—. Será mejor que empieces a pasar tiempo con tu hijo.
—Cuando pase todo lo de Ashley, estaré más tiempo con él y buscaré de nuevo a Katie —Sonrió triste—. Espero encontrarla.
—Claro que la encontrarás, bro —Le dijo, dándole unas palmadas en su espalda.

Con paso rápido, se dirigió hacia su habitación. Valen se había unido a ellos en un momento, y se había quedado dormido antes que Fionna. Sonrió al recordar la bonita escena que quedó en su mente.

Cuando se paró frente a la puerta, se dio cuenta que no se escuchaba ningún ruido, señal de que seguían durmiendo. Rió para sus adentros. Sí que eran unos dormilones. Entró sin hacer ningún sonido, esperando encontrar la vista de hace bastante tiempo atrás, pero no, faltaba alguien. Fionna no estaba en la cama, en ella sólo se encontraba Valen. Miró para ambos lados de su cuarto, pero no la encontró. No podía ser que se hubiera escapado. ¿Cómo lo habría hecho? Si es imposible escapar. Se empezaba a desesperar y, cuando lo hace, no pensaba en nada ni nadie.

Escuchó un ruido detrás de él y se giró rápidamente. Allí estaba Fionna, con una camisa nueva -perteneciente al rey- y uno de los shorts que le compró cuando fue al centro comercial. Por supuesto, estaba hermosa, así que Marshall se la quedó mirando por unos segundos. La camisa le quedaba grande, pero el short se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Miró hacia arriba y se dio cuenta que su pelo estaba medio seco. Sonrió inocente.

—Me quería dar una ducha, y como no estabas no podía pedirte permiso. Lo siento si te incomoda.
—¿Por qué no saliste a buscarme? —Preguntó sonriendo, y ella se encogió de hombros.
—Ya sabes, Ashley —Dijo, y Marshall maldijo para sus adentros—. Lo siento —Dijo bajando su cabeza, mirando sus pies desnudos.
—No me importa, Fionna —Subió su mentón—. Todo está bien, es normal que quieras darte una ducha —Besó sus labios entrecortadamente—. Además, no podría dormir con alguien que huele mal —Hizo una mueca, y Fionna soltó una pequeña risa.
—Me gusta el olor de tu jabón a coco —Sonrió apenada.
—A mí me gusta el olor en conjunto con el tuyo —Sonrió, abrazándola por la cintura.
—¿Dónde estabas? —Preguntó, evitando el carril de la conversación anterior.
—Estaba hablando por teléfono en la sala, después me descubrió Kenny y tuvimos una conversación.
Fionna asintió.
—¿A qué hora te levantaste?
—Hará una hora y media, más o menos —Dijo, y ella asintió de nuevo, conforme—. ¿Cómo es que sales tan sexy de la ducha? —Le preguntó, haciéndola sonrojar.
—Tú eres el desesperado que me ves sexy de todas formas.
Marshall rió y la abrazó más.
—Créeme que no. ¿Yo desesperado? —Se hizo el ofendido y ella rió asintiendo—. Aquí la única desesperada eres tú, ángel. Yo puedo tener a quien sea, en cambio tú, aquí metida, o es conmigo o con Kenny.
—Estoy segura de que Kenny debe ser bueno besando, muy bueno —Comentó, intentando salir de sus brazos.
—No me dejaste terminar la frase, amor —Se acercó a su oído—. Pero, yo no voy a dejar que él te toque, así que soy tu única opción —Le susurró.
—Entonces me mantendré intacta durante todo lo que esté aquí.
—¿Y si te digo que esto durará toda la vida? —Sonrió y besó su cuello, aguantándose como podía las ganas de besarla ahora mismo.
—Entonces te digo que disfruté la última vez que estuve con un chico —Le dijo. Marshall rió y la llevó hacia el baño, cerrando la puerta con llave.
—Dudo que disfrutaras más tus besos con cualquier humano que los que podrías tener conmigo.
—No lo creo —Rió gracias a las cosquillas que le ocasionaban los besos del vampiro en el cuello.
—Entonces creo que debo hacerte creer —Le susurró, atrapando sus labios, fundiéndolos en un beso apasionado, que no duró mucho tiempo gracias a que Fionna necesitaba respirar.
—¿Y Kenny? —Frunció el ceño y la miró. Ella le dio una sonrisa lenta, señal de que se estaba burlando—. ¿Cómo es Kenny besando? Estoy segura de que sabes. Dudo que no lo hayas visto besándose con Ashley alguna vez.

Marshall se enojó bastante. ¿Cuál era su problema? Estaba de buenas, teniendo un momento de privacidad con ella, ¿Y sale con ese tema? Dio un golpe duro en la pared, a centímetros de la cara de la humana, lo que hizo que Fionna borrara de su rostro la sonrisa y que se reflejara miedo en sus ojos.

—Nunca, jamás nadie más te va a tener. Escúchame bien, nadie más. Soy tu única opción, el único que te puede tocar.

entre el cielo y el infierno (fiolee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora