capitulo 13

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—¡Perra! —Gritó exasperado, tirando la carta lo más lejos que puede.
—Tengo que ir a buscar a Katie —Anunció Kenny tomando su chaqueta y desapareciendo por la puerta.
Se sentó en el sofá con la cara entre las manos, inhalando y exhalando para intentar tranquilizarse. Se encontraba hecho una furia en el momento. Ya se había olvidado o que se sentía estar así. 
El sofá se hunde a su lado y mira de reojo para ver a Fionna sentándose y con Valen entre sus brazos, quien estaba profundamente dormido. Marshall fijó su mirada unos momentos en ella. Estaba completamente diferente. Esta no parecía la misma humana. Su piel estaba de un tono pálido y sus ojos perdidos y lagrimosos.
—¿Estás bien? —Pregunta aunque ya sabe la respuesta.
—Ni bien ni mal. Directamente no estoy.
—Sabes que no tienes que tener miedo.
Ríe, pero fue más una risa falsa. ¿Acaso no confiaba en él? 
“¿Cómo va a confiar en su captor, idiota?” Le reprocha su subconsciente.
—¿Esperas que no tenga miedo cuando una loca está por ahí tramando planes para asesinarme? Tú estarás acostumbrado a todo esto Marshall, pero yo no.
—Persigues y cazas vampiros con tu padre.
—Lo sé, pero nunca sabes quién te quiere muerta. Sí sabes que los vampiros en general, pero no exactamente uno. 
—Tampoco es fácil para mí saber quién me quiere muerto.
—Dijo que a ustedes no les haría nada.
—No es fácil para mí saber que te quieren matar, Fionna. Y menos sabiendo que es por mi culpa —Se levantó del sofá y comenzó a dar vueltas, agarrándose el cabello—. Tenemos que tomarnos el asunto con calma y tranquilidad. Lo mejor va a ser que nos mudemos o algo —Dijo exasperado.
—En la carta ella escribió que nos encontraría —Comentó la humana encogiéndose de hombros.
—Lo sé, lo sé —Gruñe—. Pero no vamos a ir a un lugar que ella conozca. Necesitamos ir a un sitio en el que ella nunca haya estado. ¿¡Dónde?!
—Tranquilízate, Marshall —Susurró.
—Como si fuese tan fácil —Sonrió falsamente—. Tu vida y la de Valen corren peligro. Todo por mi culpa, Fionna. ¿Sabes cómo se siente saber eso? —Negó con la cabeza—. Déjame un rato a solas, por favor. Necesito pensar y no quiero estar con nadie.
—Bien. Me iré a la habitación —Comentó. Se levantó del sofá, tomó a Valen entre los brazos y le plantó un suave beso al vampiro en la mejilla—. Cuidaré al pequeño mientras tú piensas —Murmuró, y luego se encaminó hacia el cuarto.

¿Por qué todos los problemas se le juntaban a él? Troy Stuar y Ashley. Bufó y volvió al sofá, poniéndose a pensar. ¿Qué podía hacer? Mejor dicho, ¿Podía hacer algo? Conociendo a Ashley, ella no sería capaz de fabricar bombas ni algo así. Por lo tanto, si quisiera atentar contra algunas de sus casas, le tomaría unos dos o tres días hasta que encontrase a algún “amiguito” que le hiciese el trabajo sucio. Después, Ashley sabía usar armas. Punto en contra. Sabía cada rincón de la casa. Hasta la entrada secreta del sótano donde guardan todas sus…
Paró en seco.
Acto seguido bajó corriendo hasta el sótano donde había un armario lleno de todas las armas que habían podido coleccionar durante todos estos años. Cada una había matado a un humano diferente. 
Abrió el pequeño armario y vio todo en su sitio. Granadas, balas, pistolas… Pero faltaba una. Ashley seguramente se la había llevado. Era suya. Marshall se la había comprado cuando llevaban más o menos seis meses de relación. Y ahora, con esa misma pistola, iba a intentar matar a Fionna, a Valen y a Katie. 
Cerró el armario poniéndole todos los candados correspondientes, cerró el sótano y luego corrió escaleras arriba. Cuando viera que la humana y el pequeño estuvieran bien se dedicaría a poner más cerrojos en la casa.

—¿Ya terminaste de pensar? —Preguntó la humana ni bien vio al vampiro entrar.
—No, sólo vine para ver si estaban bien —Los miró a ambos tumbados en la cama y se le partió el corazón. Si algo les pasara, nunca se lo perdonaría—. Al mínimo ruido, Fionna, llámame.
—Está bien, Marshall —Dijo poniendo sus ojos en blanco.
—Hablo en serio. Ashley tiene una pistola y no sé dónde mierda está. Así que, si escuchas algo, grita mi nombre Fionna.
Eso dejó a la humana como piedra.
—Entendí —Murmuró, tomando con fuerza las sábanas que estaban alrededor de ella. Estaba nerviosa y tenía miedo, y el vampiro notó eso.
—¿Te sentirías mejor conmigo en el salón, pequeña? —Lo miró directo a los ojos—. No me importaría tenerte por ahí interrumpiéndome —Le sonrió.
—Sí, creo que me sentiría mejor. Gracias.
Se levantó de la cama, tomó a Valen en brazos, quien recién se empezaba a despertar, y se dirigieron al salón.
—Bien —Dijo poniéndose de cuclillas frente a ella, que se encontraba sentada en un sofá—. Me pondré a reforzar la casa y haré algunas llamadas. Intenta no moverte de aquí, ¿Sí? Por favor —Murmuró con un hilo de voz por primera vez en su vida, el cual Fionna notó.
—No me moveré de aquí, Marshall. Tranquilo.
Le sonrió agradeciéndole en silencio y le dio un beso en la frente. Luego se dirigió hacia Valen.
—Enano, quiero que te quedes con la tita mientras yo hago algunas cosas, ¿Sí? 
—¿Por qué no te quedas con nosotros, tito? —Preguntó haciendo un puchero.
—Porque el tito tiene cosas importantes que hacer, Valen —Se adelantó Fionna a la contestación del vampiro—. ¿Qué te parece si tú y yo vemos Bob Esponja mientras? 
—¡Sí! —Chilló Valen sentándose en el regazo de la humana.
—Cuando acabe mis cosas vendré a ver Bob Esponja con ustedes —Dijo Marshall reprimiendo una risa.

entre el cielo y el infierno (fiolee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora