capitulo 8

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A la mañana siguiente, el cuarto se encontraba completamente a oscuras gracias a que las persianas estaban bajadas, pero aun así el vampiro podía ver en la oscuridad, y se encontraba despierto gracias a que su despertador lo levantaba siempre a las 8.30 a.m. Desvió su vista hacia la derecha y se encontró a Valen pacíficamente durmiendo y a Fionna, que se encontraba abrazada a este. Marshall no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro. Esto es lo que desde pequeño y hasta los dieciocho había soñado. Tener una familia, despertar cada día así, tener a alguien con quien compartir la vida…. ¿Pero ahora? Ahora era totalmente imposible. Algún día lo encontrarían, o se pasaría toda su existencia escapando, y no quería esa vida para su hijo o su novia. 

Después de unos minutos de seguir pensando en cosas como esas, dejó todos esos pensamientos arrinconados en alguna parte de su mente y se dedicó a acariciar suavemente la cara de la humana para que se despertara. Inconscientemente, Fionna pasó su brazo por la cintura del vampiro mientras se despertaba. Se estiró antes de abrir sus ojos y, al hacerlo y ver dónde se encontraba su brazo, lo apartó rápidamente. Lo único que logró fue que Marshall la acercara más a él, con cuidado de no despertar al pequeño. 
—Iré de compras, te quedas a cargo de Valen. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir.
Sin decir nada más, se levantó de la cama y se dirigió a darse una ducha, como cada mañana hacía, o la mayoría.

A los quince minutos ya se encontraba listo para salir. ¿Cómo iba a hacerlo? Fácil, uno de los hechizos de Ashley que le daba piel de humano, peluca y unos lentes de contacto marrones. Debía ir al mundo humano ya que no creía encontrar nada para Fionna allí, y seguramente encontraba más cosas para Valen allí también. Salió del baño y se encontró a Fionna mirándolo divertida desde la cama, mientras acariciaba el cabello castaño de Valen.

—Te queda bien el pelo rubio —Comentó, refiriéndose a la peluca que estaba usando.
—Sé que te pongo de todos los colores, cielo.
—Eres un idiota, amor.
—Me alaga viniendo de tu parte —Sonrió—. Intenta no salir mucho de la habitación. Ya sabes, Ashley.
—Saldré cuando quiera, rubiecito.
—Está bien. No te me pongas a la defensiva, ángel. 
—Puedes irte bien al fondo del infierno.
—Te encantaría, lo sé. Adiós, Rapunzel.
Antes de que llegara a pegarle con la almohada que le había arrojado, Marshall ya había cerrado la puerta. Sonrió como un estúpido. Realmente se reía con esa humana, era un no parar de hacer tonterías. 

En la sala de estar se encontró a su amigo Kenny tumbado en un sillón, mirando fijamente una pared. Parecía estar decepcionado y enojado al mismo tiempo. Apenas notó que el vampiro había entrado a la sala, se encontraba en otro mundo, muy lejos de la realidad, a la que volvió cuando Marshall se sentó a su lado, haciéndolo reaccionar.

—Hey, bro, ¿Qué pasa?
—Estuve toda la noche buscando a Katie, pero nada. Fui hasta el puente donde ella solía vivir algunos días, me dijeron que no había aparecido allí hoy. Tenías que ver lo que era ese lugar, Marshall. Totalmente deprimente. Mujeres y hombres tirados en el piso, con mantas agujereadas, con algunas pequeñas fogatas… —Sacudió su cabeza para alejar todos esos pensamientos.
—¿Qué fue lo que te ocurrió con ella exactamente?
—¿Con Katie? —El rey asintió—. Fue muy importante en mi vida. La conocí hace más o menos seis años, en una fiesta, mientras tú estabas teniendo una noche con una de sus amigas. Se acercó inocentemente hasta mí y me pidió si le daba un poco de mi cerveza, porque alguien había derramado la suya. Le di un poco y luego empezamos a charlar normalmente. Fue la única vampira con la que pude hablar por horas sin aburrirme. Luego de eso, pasó lo que tenía que pasar. Comenzamos una “relación” en secreto, hasta que un día me llegó una pequeña carta de ella. “Me voy, muy lejos de aquí. Me voy por el bien de los dos. Sé que tú no deseas nada de esto. Te amo, Katie” —Dijo, en voz alta, recitando la nota que le había dejado—. Claro que yo pensaba que por “nada de esto” se refería a nuestro noviazgo, no que yo no quería al bebé que llevaba en su vientre. 
—No era una vampira del todo adulta todavía, ¿Verdad?
Kenny asintió.
—¿Por qué? 
—Nada, es solo que sospecho que sus padres deben haberla echado de la casa o algo, ya que no tenía hogar.
—Mierda, Marshall. ¿Dónde puedo llegar a encontrarla?
—¿A quién quieres encontrar? —Preguntó Ashley mientras entraba al cuarto.
—A nadie que te interese —Respondió Marshall de mala gana—. Tengo que ir a comprar, en un rato estaré aquí. Vigila a Valen y a Fionna por favor.
—Claro, bro.
Confiando en su amigo, tomó las llaves de su auto y se fue.

A la velocidad que iba, los árboles no podían verse. Pronto se encontraba en la carretera que llevaba al mundo humano. Decidió ir al centro comercial más cercano para no tardar mucho tiempo, y afortunadamente en este no había tantas personas, lo cual era mejor para él. 

Entró y lo primero que hizo fue comprar comida. Mayoritariamente, comida rápida, la que podías calentar en el microondas y ya, porque nunca tenían mucho tiempo para cocinar que digamos. Después de eso, compró algunas frutas rojas y también cosas para picar entre horas. Recordó el tatuaje que quería Valen, por lo cual llevó una bolsa de papas fritas que venía con uno. 

Luego de eso, se dirigió a la ropa. Tendría que comprar varias cosas para Fionna y para el pequeño que se quedaría con ellos. Compró varios vestidos, pantalones cortos, pantalones largos, remeras, camisas y lencería para la humana, y para Valen algunas remeras y camisas, pantalones y algunos mini-bóxers. Llevó también para él unas converse que encontró para chicos. La verdad es que le causaron gracia al ser tan pequeñas. 

Al terminar, guardó todas las cosas en el baúl del coche y arrancó de nuevo para la casa en los bosques. ¿Habría pasado algo en su ausencia? Esperaba que no. ¿Se habrían arrancado los pelos Ashley y Fionna? También esperaba que no. Quería ver una pelea de gatas con sus propios ojos, no que se la contaran. 
“Tú sabes muy bien que le llega a poner un dedo encima a Fionna y la matas.” Le dijo su subconsciente, al cual Marshall no le hizo caso y siguió manejando, aprovechando a sacarse los lentes de contacto. Y, para el momento, el efecto de la piel humana ya se había desvanecido.

—¿¡Alguien me ayuda con las bolsas?! —Gritó cuando abrió la puerta de su casa, con cuatro bolsas en ambas manos. 
Enseguida apareció su amigo Kenny y se dirigió al auto, donde quedaban por lo menos cinco bolsas más. El vampiro sintió unos pequeños pasos acercándose a la sala y supo inmediatamente quién era. Valen apareció en la sala, seguido de Fionna, quien llevaba un zapato en sus manos. Marshall se fijó en los pies del pequeño y se dio cuenta que solo llevaba uno puesto. Lo tomó en brazos y le pidió el zapato faltante a la humana, quien se lo extendió y el rey se lo puso al castaño.
—No está bien que andes sin zapatos, Valen. Puedes resfriarte. 
—Lo siento —Dijo, escondiendo su cabeza en el cuello del vampiro.
—No te preocupes, enano. No pasa nada mientras no lo vuelvas a hacer —Él asintió y Marshall lo dejó nuevamente en el piso—. Traje regalos para ambos —Valen aplaudió felizmente y Fionna abrió sus azules ojos a más no poder.
—¿Para mí? —Preguntó, señalándose.
—Sí, bonita. Te traje ropa. Vestidos, pantalones de todos tipos, camisas, remeras y… Lencería —Una parte de su boca se elevó y la humana se sonrojó.
—Muchas gracias, Marshall —Comentó, tomando las bolsas que el rey le entregaba. Pero, al tomar una de las últimas, Marshall la acercó a él, tiró las bolsas al suelo y agarró su cintura con fuerza.
—Agradécemelo de otra forma.
—¿Cómo? —Preguntó, totalmente roja por la cercanía.
—Bésame.
Tardó poco en unir sus labios con los de ella. Esta vez, Fionna sí le correspondió el beso. Sus manos fueron subiendo hasta su cabello falso. Quitó la peluca a un lado, la lanzó por ahí, y luego sus manos rodearon el cuello del vampiro con ternura. Marshall profundizó el beso, acorralando a la humana contra la pared que tenía en frente a él, mientras sus manos jugaban con algunos mechones rubios de ella. 
—¡Los titos se reconciliaron! —Gritó Valen mientras aplaudía. 
Marshall sonrió en los labios de la humana y luego se separó de ella, para que pudiera respirar. Tenía que admitir que, ahora, con sus labios rojos gracias a él, el pelo un poco revuelto, su camisa larga y su aroma a coco mezclado con Fionna, era mucho más sexy. Se acercó al oído de la humana, al cual mordió levemente, para luego susurrarle algo.
—Te haría el kamasutra entero.

Se alejó de ella, no sin antes mirar la cara completamente sonrojada de la chica. Comenzó a abrir las bolsas en las que traía la ropa para Valen. El vampiro, con cada camiseta, pantalón o cualquier otra cosa que veía, sonreía y le daba las gracias. Marshall también sonreía y Fionna los miraba con ternura desde el sofá donde estaba sentada, con sus bolsas rodeándola y abrazándose a sí misma, haciendo que la gran camiseta que llevara puesta le quedara apretada y se notaran sus marcadas curvas. El vampiro no pudo hacer más que quedarse mirándola embobado por unos segundos. 

—¿Te gustaron tus regalos, Valen? —Le preguntó una vez que terminaron de abrir todo.
—Me encantaron. Muchísimas gracias, tito —Lo abrazó por el cuello y empezó a sollozar. 
—Hey, enano, no llores —Le dijo, abrazándolo con fuerza mientras que el pequeño seguía derramando lágrimas—. Si no paras, no te daré la última sorpresa que te tengo.
—¿Hay más sorpresas? —Preguntó con una hermosa sonrisa que Marshall nunca había visto antes.
—Una más.
—¿Cuál? 
—Ayer me dijiste que querías un tatuaje y… —Fionna los interrumpió.
—¿Lo vas a llevar a que le hagan un tatuaje? ¿Estás loco?
—No seas tonta, Fionna —Dijo—. Claro que no lo voy a llevar a que le hagan un tatuaje, pero podemos hacerle uno que se le quite con el tiempo.
Fue hacia las bolsas que estaban sobre la mesa -ya que Kenny las había dejado allí- y buscó las papas fritas. Cuando las encontró, metió su mano en el paquete, revolviendo todo el contenido hasta que por fin halló lo que buscaba.
—¡Aquí está tu tatuaje! —Exclamó riendo. Valen se levantó emocionado, seguido de Fionna que miraba al vampiro sonriéndole.

Todos se dirigieron hacia el baño que se encontraba en la habitación de Marshall, donde este alzó a Valen y le posicionó en el hombro el tatuaje de mentira. Lo mojó con agua para que quedara el dibujo y esperó cinco minutos. Cuando pasaron, retiró el papel y quedó un perfecto dragón negro.
—¡Es un dragón! —Comentó aplaudiendo mientras Fionna le secaba con delicadeza el hombro.
—Te queda muy bien —Le dijo, sonriéndole.
—Gracias tita —Le dio un abrazo a la humana y luego se volteó hacia Marshall—. Y gracias tito —Le dio un abrazo a este también.
—De nada, sobrino enano.

Y, todo iba perfecto por el momento, hasta que apareció en la escena una cabellera blanca. Ashley.

entre el cielo y el infierno (fiolee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora