capitulo 2

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De repente se escuchó una explosión en el gran patio. Humo comenzó a brotar de la nada, cubriendo todo a su paso, no dejando nada a la vista. Los humanos comenzaron a hablar y se escuchaban pasos que se dispersaban por todos lados, tratando de encontrar la salida. Marshall sintió como sus brazos y piernas eran librados de las cadenas y alguien se acercaba hasta él.
—Me debes la vida —Dijo una voz inconfundible para el vampiro.
Kenny, su mejor amigo, jaló de sus brazos y lo guió hasta la salida, no sin antes tirar un poco de ceniza donde se encontraba Marshall anteriormente, para que los humanos pensaran que estaba muerto. 

Un coche negro esperaba en el oscuro callejón. Kenny se subió en el asiento del copiloto y el vampiro en la parte trasera. Alguien arrancó el auto, y no pudo distinguir quién hasta que esta habló.
—Te salvamos de nuevo, Abadeer —Habló Ashley, la ahora novia de Kenny.
—Lo sé, y se los agradezco.
—No te dejaríamos morir, y lo sabes. Somos una familia —Dijo su mejor amigo—. Si supieran que sigues vivo no estarían para nada felices.
—Yo tampoco lo estaría si estuviera en sus lugares. Ahora sí me encargaré de matar a cada uno de esos humanos inservibles. 
—¿Alguien en especial que quieras matar primero? —Preguntó Ashley.
—No matar, pero sí atormentar, de todas las formas posibles. 
—¿De quién estamos hablando? 
—Fionna DiStefano, hija de Jackson, el jefe. 
—¿Qué te hizo esa maldita? 
—Ayudó a su padre a atraparme. Además, ¿Qué mejor forma de torturar a Jackson que secuestrando a su amada hija? La desesperación lo matará. 
—¡Merece morir! —Exclamó Ashley.
—No, no lo merece —Advirtió el vampiro entre dientes—. Ni se les ocurra tocarla.

No hablaron más hasta llegar a la casa en los bosques. La construcción era antigua, pero se mantenía en pie. Sólo ellos 3 y algunos otros de su raza sabían que ese lugar existía, pero los humanos no tenían la menor idea. Eso los beneficiaba muchísimo, más si querían secuestrar a Fionna. Aunque quisiera escapar, no sabría por dónde ir, y eventualmente la encontraría. 

Marshall y Kenny se sentaron el sofá y encendieron la tele, mientras Ashley iba a la cocina a buscar algo para comer. 
“Marshall Lee Abadeer, muerto tras quemarse en el sol.” Fue la primera noticia que salió. En todos los canales, lo único de lo que se hablaba era sobre él. “El asesino en serie que mató a varias personas del área murió esta misma mañana.” 

—Parece que realmente piensan que estás muerto —Dijo Kenny riendo. 
—Buen trabajo chicos. No sé qué harían sin ustedes. 
—Ya estarías muerto de no ser por nosotros —Ashley se sentó en el sofá junto a ellos—. Y bien, ¿Cuándo piensas secuestrarla?
—Hoy no, estoy demasiado cansado. Mañana iré a primera hora a su casa, esperaré hasta que su padre vaya hasta la prisión y luego entraré. 

~

—Marshall, despierta ya si quieres ir a secuestrar a alguien —Lo llamó alguien desde fuera de su habitación.
El vampiro se despertó y miró vagamente el reloj que estaba al lado de su cama. 7.30, Jackson debería estar partiendo a su trabajo en media hora. Se levantó de la cama y entró directamente al baño que tenía en el lavabo, dispuesto a darse una ducha de agua fría para despabilarse.
Al salir se puso una camisa a cuadros, unos jeans rotos y sus clásicas converse rojas.  

En el salón encontró a Ashley tumbada en el sillón, bebiendo un vaso de cerveza, y pudo divisar a su amigo Kenny en la cocina.
—Hey Abadeer —Lo saludó, señalando su mejilla para que fuera y lo saludara. Sin importancia se acercó, ya era costumbre saludarse así, pero cuando iba a besar su mejilla, ella corrió su cara y terminó atrapando sus labios.
—Mierda, ¿Qué haces Ashley? —Dijo, corriendo su cara rápidamente, deseando que su mejor amigo no los hubiera visto.
—¿Qué? Solamente te estaba saludando.
—Te recuerdo que Kenny es tu novio ahora 
—Tú sabes que no puedo estar más de 6 meses con el mismo hombre.
—Sí, ya lo sé. Me lo recordaste demasiadas veces.
—Por esa razón, ¿Vas a besarme o qué?
—No, tienes novio, confórmate con él. Además, tengo que ir a secuestrar a alguien.
—¿Irás por esa perra? ¿Te ayudo?
—Te recuerdo que tiene nombre, y se llama Fionna. Y no, iré solo.
Tomó las llaves de su coche que se encontraban sobre la mesa y salió de la casa. Era hora de hacerle una visita a la pequeña humana.

Para su suerte, el día estaba nublado, por lo cual no hizo falta llevar nada para cubrirse del sol. No recordaba muy bien la dirección de la casa, así que estuvo algunos minutos vagando hasta llegar. Se encontró frente a una casa moderna, de techo de madera y paredes blancas. Había una galería hecha con piedras de un tono de color marrón claro y el jardín delantero se encontraba en perfecto estado. Marshall procuró aparcar en un lugar donde su coche no se viera, y gracias a los grandes ventanales, podía ver al padre y a su hija allí dentro. La hora de su reloj decía que Jackson debía de estar por irse, pero no parecía así.
—¿Cuándo vas a dejarla sola? Qué padre, parece su sombra —Dijo para él mismo.

Cansado, se recostó en el asiento y se quedó escuchando la música que había puesto unos minutos antes. Parecía que todo iba a ser más difícil de lo que él pensaba, y es que Jackson no aparentaba tener ninguna intención en dejar a Fionna. No entendía cómo podía soportar tener un padre así. Era insoportable. Se la pasaba de mal humor. Y no era sólo él que lo creía, todo el mundo lo decía y sabía. 

El ruido de un fuerte portazo hizo que saliera de sus pensamientos. Alzó su vista y vio a un Jackson enfadado subirse a su coche y salir rápidamente de allí. Marshall se rió en voz baja y salió.
—Es la última vez que ves a tu preciada hija —Susurró. 
Se fijó si tenía la pistola en su bolsillo y, al confirmar que seguía allí, se dirigió hacia la casa. No es que necesitara una, pero de esa manera podría amenazarla con algo. No parecía muy asustada de él cuando lo capturó.

Entró por la pequeña ventana y se encontró en un baño bien adornado. Todo en él era de color blanco y estaba muy bien organizado. Aunque, viniendo de Jackson, no le sorprendía ni un poco. Seguramente, si había algo que no estuviera en su lugar, debía ponerse como loco. 

Abrió lentamente la puerta y supuso que esa era la habitación de Fionna. Las paredes estaban pintadas de un celeste claro y había una gran cama, donde podrían caber dos personas perfectamente. Flotando para no hacer ningún ruido, sacó su pistola por si acaso la humana entraba desprevenidamente y lo encontraba, y luego, al ver que no había ningún sonido de pasos, salió por la puerta.

Flotó en silencio hasta la planta baja, donde podía escuchar algunos ruidos. Llegó hasta una gran sala de estar, muy bien adornada también. Allí no había nadie, por lo cual decidió ir por la puerta que se encontraba al final de la habitación.

Abrió lentamente la puerta, y divisó a una silueta en lo que parecía ser la cocina. Se dio cuenta rápidamente que era ella, y no otra persona. ¿Quién sabe? Quizás el sobreprotector de su padre la dejaba con una niñera. No parecía aceptar que tuviera 18 años. 

Se recargó en el marco de la puerta y la observó. Fionna se hizo una coleta, dejando ver su perfecta espalda que estaba cubierta por una musculosa negra, que supuso que sería su pijama. Murmuró algo incomprensible, seguramente para que ella sola pudiera escucharlo. No se percató de la presencia del vampiro, ya que estaba de espaldas. 

Tomó unas servilletas y comenzó a pasárselas por su cara. Marshall supuso que sería para quitarse el maquillaje, o quizás había estado llorando. No tenía la menor idea, nunca había visto a ninguna chica desmaquillarse ni nada por el estilo.

De un momento a otro, ella se giró, dejando a la vista a una mujer muy distinta. A una pálida y en pijama, que tenía aspecto de haber estado llorando. Su expresión al verlo fue de confusión al principio, pero luego sus labios formaron una sonrisa.
—¿Te alegras de verme, rubia? —Le dijo.
—Sabía que no habías muerto. 
—¿Sabías que estaba vivo? —Preguntó confundido.
—Por favor, Abadeer. Te vi salir a ti y a tu amigo de la prisión. Puede ser que los demás sean unos idiotas, pero yo no lo soy.
—Pensé que te habías quedado en tu casa.
—Fui a preguntarle algo a mi padre —Sonrió ampliamente.
—Entonces, ¿Por qué no le dijiste a nadie que seguía vivo?
—Quería ser yo misma la que te volviera a mandar a prisión. 
—Creo que esta vez cambiaremos algo los roles —Dijo, enseñándole su pistola.
—¿Vas a matarme? —Preguntó con un hilo de voz.
—Si alguien te está apuntando con una pistola, no creo que sea para darte un premio. Por favor, rubia. 
—Ni se te ocurra, Abadeer.
—Tú te cayas.
—¿Por qué no moriste y nos dejabas a todos en paz?
—Porque antes de morir, tenía que hacer esto —Dijo, antes de acercársele rápidamente y atrapar sus labios.

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bien aqui el capitulo 2 y quiero decirles que porfavor se pasen por mi perfil y vean mis otras historias ^^

entre el cielo y el infierno (fiolee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora