¿Alguna vez has amado con todo tu corazón? ¿Hubo siquiera un momento donde pensaste que si esa persona te dejaba, ibas a morir?
Mentiras, mentiras que te hace creer el corazón, o tal vez puede que sean verdades.
La mirada es el reflejo del alma por...
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Te amaré todos los días de mi vida, hasta que mi alma ya no exista, hasta que mi cuerpo sea polvo, hasta que mi corazón deje de latir, hasta que mi mente no funcione, hasta que ya no sienta dolor en mi alma, hasta que solo te sienta a ti y cuando todo eso suceda, aún más allá de la muerte te amaré y sé que me amarás.
-Crystal Upia
23 de junio del 2018.
No puedo creerlo, mi madre ayer diciéndome no hagan cochinadas y pues ella lo está haciendo, pero como es su casa, ella puede hacer lo que quiera. Lo que me molesta es que ni siquiera sé con quién lo hace y eso que soy su hija. Pero ya mejor dejo la habladera y mejor iré a confirmar las cochinadas que hace ella a mis espaldas.
Comienzo a caminar hacia las habitaciones y dejo a Axel en la sala a causa de que esto lo tengo que resolver yo, no él, sin embargo, el idiota no entiende lo que quise decirle con dejarlo en la cocina y aquí lo tengo como un perro faldero detrás de mí.
Detengo mi paso y giro mi cuerpo hacia él.
—No quiero que vengas conmigo, es un asunto familiar, sin ofender —sigo caminando y agarro el portillo para abrir la puerta, pero Axel me gira y me besa.
¿Qué está haciendo? No me quejo, pero no es el momento. En fin, dejo por unos momentos de ser racional y me concentro en sus labios. Lo saboreo muy bien saboreado, rozo mi lengua con la suya, la entrelazo, la muerdo y muchas cosas más. La boca de Axel es adictiva para mí. Es como si estuviera besando al mismísimo Bill Skargard.
El beso termina con Axel mordiéndome el labio inferior y lamiéndome el superior, haciéndome tiritar de la transformación que da mi cuerpo a su toque en mí, me pone a cien. Sin embargo no podemos saltar esa valla, esa valla está muy tranquila. Eso es lo que quiere Axel, que renuncie a la abstinencia primero y eso no va a suceder.
—Pequeña, no sé qué me pasa cada vez que te beso, eres la sustancia más adictiva que he probado en mi vida —me mira como si fuera a comerme mientras se muerde los labios. Dios, que sexy.—. He probado muchas cosas, sin embargo; como tú ninguna pequeña. —Se acerca a mí como un depredador—, Ninguna mujer se compara a la tremenda diosa que tengo en frente de mí. Hace unos días quería poseerte nena, pero he cambiado de idea. Poséeme tu pequeña, hazme tuyo, muérdeme, aráñame, haz lo que quieras con mi cuerpo, soy solo un simple servidor tuyo. Porque por tentaciones como tú, hay tantos pecadores como yo...
Cállate, es lo único que dice mi mente. Tengo que hacer que se calle o perderé la cordura en este instante.
—Axel por amor a Dios, cierra la boca o vas a hacer que pierda el control y te tire al piso y te haga las mil y una noches. No sabes lo mal que me ponen tus palabras. —comienza a carcajearse bajito y me acuerdo de que estamos en frente de la habitación de mi madre.
