¿Alguna vez has amado con todo tu corazón? ¿Hubo siquiera un momento donde pensaste que si esa persona te dejaba, ibas a morir?
Mentiras, mentiras que te hace creer el corazón, o tal vez puede que sean verdades.
La mirada es el reflejo del alma por...
Te extraño de la misma manera como la luna extraña al sol todos los días.
-Crystal Upia.
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16 de junio del 2018.
Doy vueltas y vueltas en mi oficina, pensando en que haré. No me puedo permitir que mis negocios caigan. Eso jamás dejaré que pase.
Frustración, eso es lo que siento en este momento. Todas mis empresas están bien, los recursos no se acaban y los inversionistas siguen creciendo. Lo único que me preocupa es la empresa en Italia.
"Mi amada italia. Mi segunda casa".
Su sol brilla en primavera como nunca, las flores hermosas divisan uno de los mejores paisajes y la luna que alumbra en la noche, hace que te vuelvas a enamorar. Es simplemente hermoso.
Tengo que arreglar esto, tengo que hacerlo ahora que puedo. El tiempo no volverá atrás. Esa empresa que heredé de mi madre no puede quebrar. No lo hará mientras viva.
Agarro mi traje que está colocado en el brazo de mi silla y con pasos apresurados me dedico a salir de mi oficina. Camino por el pasillo hasta llegar a la oficina de mi secretaria.
La semana pasada no la vi. Viaje de imprevisto para poder ver como esta todo en Suiza y pues admito que extrañe ver su dulce rostro. Si, estoy flechado, pero no vale la pena que se lo informe. De igual forma lo nuestro no funcionará.
Toco la puerta y nadie contesta. Vuelvo a tocar una y dos veces.
—¡Entre!
Escucho como gritan así que haciendo caso, entro. Abro la puerta y lo primero que ven mis ojos, es a Isabella con un lapicero en la boca, además, con una regla y otro bolígrafo en la mano.
Hermosa.
Trato de evitar quedarme embobado con lo hermosa que es.
Observo la oficina lentamente apreciando cada uno de los objetos que hay en ella, sin embargo, lo que más llama mi atención es lo desorganizado que está este lugar.
—Espera... ¿No limpian este lugar? ¿Qué son todos estos papeles? —acercándome a su escritorio veo todos los papeles que llenan la enorme mesa y sin olvidarme de los documentos que hay en los asientos de invitados.
—Si lo limpian, señor Hoffman. No obstante, todo los documentos que usted me envía a firmar y a llenar se supone que algo debo hacer con ellos. Esos que están allí... —señala las sillas que estan frente a su escritorio—. Están terminados y los que están en mi escritorio, todavía no.
Genial.
Soy un desgraciado. Debería buscarle una ayuda. Ser mi secretaria debe ser muy duro para ella.
