¿Alguna vez has amado con todo tu corazón? ¿Hubo siquiera un momento donde pensaste que si esa persona te dejaba, ibas a morir?
Mentiras, mentiras que te hace creer el corazón, o tal vez puede que sean verdades.
La mirada es el reflejo del alma por...
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No puedo contar todas las veces que te he dicho que te amo y tan poco podré contar los te amo que me faltaran por decirte.
-Crystal Upia.
Aún no puedo creer que el doctor me haya puesto a elegir entre mi mujer y mi hija.
No puedo, ni podré hacerlo. Ellas son mi vida, no creo poder hacerlo.
Pienso en formas para salvarlas, pero no se me ocurre nada, es como si mi mente estuviera bloqueada por la situación.
Veo al doctor salir de la habitación donde están mis pequeñas y se acerca a mí.
—Ya puedes ir a ver a Isabella, no obstante ya debes tomar una decisión para cuando salgas de allí. —Me informa el doctor antes de irse.
¿Qué he hecho para merecer tanto dolor en mi vida?
Siento nervios de entrar a la habitación, ¿Qué pasará cuando Isabella me vea? ¿Le gustaría que esté con ella? Todas esas preguntas rondan por mi cabeza.
Camino hacia la puerta y toco lentamente para no hacer mucho ruido. Después de varios minutos llego a darme cuenta de que ella no abrirá la puerta, pero por educación toco.
Entro a la habitación y cierro la puerta suavemente. En cuanto mis ojos se clavan en Isabella, creo que estoy flipando.
Estoy viendo a la flor más bonita de mi jardín. Mi lila. Ella está mirando la habitación, sé que no le gusta estar en cama, es más de ese tipo de persona de estar en movimiento.
—Pequeña... —no tarda en contestarme.
—¿Qué es lo que pasa, Axel? No puedo moverme de aquí y todavía no he dado a luz. —dice esto llorando de repente, nunca pensé que ver a alguien llorando me destrozaría, pero veo que ese momento ha llegado.
No me gusta verla llorar. Odio verla hacerlo.
Me acerco a ella y la abrazo, quiero que sienta que estoy aquí y que nada le pasará a ella ni a mi bebé.
—Todo estará bien amor, he contactado a mis doctores de confianza de Alemania, ellos vienen a hacerte la cesárea para que así mi bebé y tú no salgan lastimadas. —sostengo sus manos para darle calma.
—¿Qué está pasando? —pregunta alterada.
—La bebé está en peligro y no solo ella, también tu pequeña. —únicamente me mira y no reacciona, sin embargo, de repente choca sus puños con la cama. —. Pequeña, todo estará bien, ¿Sí? Confía en mí.
Me mira y asiente, sabe que no puede alterarse.
—¿Si muero te olvidarás de mi? Quiero creer... —corto en seco lo que piensa decir.
