Cuando mis ojos se abren, ya no estoy en el hospital, sino en casa. Me descubro a mí misma en mi habitación, boca arriba en mi cama y cubierta por las sábanas. Llevo puesto el pijama y siento algo pesado en mi pierna derecha.
Analizo un segundo mi habitación para asegurarme de que todo está bien, que no es una alucinación: mi armario está en su sitio, cada libro en mi estantería, mi escritorio desordenado con una silla llena de ropa arrugada, incluso los peluches descansando sobre un par de estantes. Estoy aquí de verdad, al fin he vuelto a casa.
Sollozo y me echó a llorar de alivio y me pregunto si, en realidad, todo fue un mal sueño. Pero cuando alzo con pesadez mi brazo derecho para secarme las lágrimas, encuentro heridas superficiales con costras y gasas que cubren otras más graves.
Todo fue real.
Cada día, cada noche, incluso mi enfrentamiento con aquel monstruo aterrador.
Me cubro la boca con las manos y aguanto un par de segundos la respiración.
¿Qué pensará Masky ahora? ¿Qué estará haciendo?
-¿Gwen?
Me incorporo con dificultad en la cama cuando escucho que alguien me llama en el pasillo.
-Gwen, ¿estás bien?- me pregunta Janice, asomándose a mi puerta con un plato de plástico azul que contiene unas tostadas y un vaso de leche caliente.
Recuerdo que Masky siempre me llevaba comida a la habitación, aunque fuese un poco.
-Sí, es que...- intento mentir, pero estoy tan agotada mentalmente que no soy capaz ni de acabar la frase -. No, la verdad es que no.
-Tranquila, ya estás en casa- deja el plato y el vaso sobre mi mesita de noche y se sienta junto a mí en la cama.
-¿Dónde está Billy?- quiero saber.
-Trabajando. Yo he querido quedarme, por si necesitas algo.
Lo último que quiero es sentirme una molestia, ahora que ya he llegado a casa.
No digo nada, solo me quedo mirando mi mesita de noche, con la mirada cansada y perdida.
-¿Tienes hambre?- me pregunta Janice, con un tono de voz más animado, intentando hacerme sentir mejor. Agradezco tanto su esfuerzo, pero estoy devastada.
Al intentar levantarme de la cama, siento mi pierna todavía más pesada, así que la arrastro hasta que me siento en la cama, con los dos pies sobre el suelo. Uno de ellos, cubierto por una escayola y unas vendas.
Miro a Janice alarmada, así que se apresura a tranquilizarme:
-No pasa nada, solo es una fisura en el hueso- me explica -, debiste darte un golpe muy fuerte.
Recuerdo el golpe en el tobillo y el terrible dolor que sentí en mi caída libre por aquel terreno descendente que me llenó de heridas, tras escapar de la bestia humanoide del bosque.
-En veinte días te la quitarán.
Asiento lentamente, ya que no puedo hacer otra cosa.
-Si necesitas cualquier cosa, yo estoy aquí- me dice -. Y, si necesitas desplazarte, la doctora nos dio esas muletas para ti- añade, señalando dos palos metálicos que descansan apoyados en la pared. Me las quedo mirando con pavor, mientras tiemblo con violencia.
¿Cómo podría escapar si tengo que desplazarme con muletas?
Pasaron un par de días desde que volví a casa. En ese periodo de tiempo, fui de nuevo al psiquiatra para que me volviera a recetar las pastillas contra mi esquizofrenia sin necesidad de pasar por una consulta privada. Además, Janice consiguió un permiso para darme de baja unis cuantos días en el instituto hasta que lograra recuperarme un poco y esperar a que mi padre volviese a prisión.Por motivos de seguridad, había visto a Billy hablar con una masa enorme de reporteros curiosos y hambrientos de información para convencerles de que no hablaran sobre mí en los informativos. De esa forma me mantendría oculta y a salvo.
Janice se quedó conmigo en casa para asegurarme de que estaba bien y de atenderme cuando necesitara algo, ya que era bastante torpe a la hora de desplazarme con las muletas incluso para ir al baño. La escayola era un peso extra en mi cuerpo y era como arrastrar un grillete unido a una bola enorme de acero.
—¿Seguro que no puedo ir al instituto? Voy a acabar repitiendo curso.
—Es mejor que te quedes en casa de momento— me responde Janice, apenada. Ambas estábamos dudando sobre la decisión que tomamos en conjunto —. Nadie sabe dónde está ese hombre, así que es mejor que no te arriesgues a que te vea.
No he podido dormir demasiado dándole vueltas a lo que me sucedió: el bosque, El Rastrillo, Slenderman, Hoddie...
Masky, Toby...
¿Sabe Masky que fue Toby el que me dejó en el bosque, o simplemente se ha creído que logré escapar?
Y ahora mi padre.
Se suponía que estaba condenado a veinte años de prisión y con una orden de alejamiento, pero eso no parece haberle detenido.
Geendolyn...
Me doy la vuelta, en dirección al pasillo que hay continuo al salón, en cuanto escucho una voz grave que me llama. El corazón me da un vuelco y empiezo a temblar y a sudar frío.
—Gwen— me llama Janice, y de esa forma logro tranquilizarme al instante —¿Qué te apetece comer?
Tardo en responder, todavía nerviosa.
—Lo que sea está bien.
Ella vuelve a la cocina. Y yo siento de nuevo que vuelvo a ser una molestia.
Estar encerrada en casa, escayolada, y yendo de la cama, al baño y al sofá y viceversa, casi siempre con la ayuda de Janice, me hace sentir completamente inútil, vulnerable e indefensa.
Me muerdo el labio inferior, arrancándome un pequeño trozo de piel y haciendo que este empiece a sangrar.
Suspiro entrecortadamente y me muevo, haciendo un esfuerzo para subir las escaleras yo sola, con las muletas. Un intento fallido, porque tropecé a mitad de camino, me golpeé la rodilla y Janice tuvo que venir corriendo a ayudarme.
Me dejó en mi habitación, sentada frente a mi escritorio.
—Gracias— susurro, con la cabeza agachada.
—No las des, cariño— responde, dulcemente —. Estoy aquí para lo que necesites— me da un beso en la cabeza y vuelve abajo para seguir preparando la comida. Yo me quedo ahí, con la mente en blanco hasta que advierto frente a mí un portátil.
No dudo en encenderlo y acceder al buscador:
Proxy.
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Schizophrenic[Masky]© Book 2
أدب المراهقينGwendolyn recuerda perfectamente el momento en el que su padre enloqueció y mató a su madre en un arrebato de ira y descontrol. Su familia adoptiva suele visitar al psicólogo con frecuencia en busca de ayuda para ella, puesto que padece de alucinaci...