Capítulo Veinticinco

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Después de abrirme paso a través de miles de páginas de tecnología e informática, logro encontrar una página web que habla de todo tipo de teorías conspiratorias como los reptilianos, los alienígenas y demás. Sin embargo, había una pestaña en la que hablaba sobre Slenderman.

Al lado de una fotografía borrosa que parece haber sido sacada hace ya varios años, cuando no había cámaras buenas ni móviles tan desarrollados, hay un texto que describe a este ser como una leyenda urbana muy popularizada.

Se supone que es conocido.

Debajo de todo el texto hay indicado un enlace. En cuanto pincho sobre él, se abre otra página web en la que se empieza a cargar un vídeo: Marble Hornets.

"Estos vídeos fueron grabados y subidos a Internet hace ya varios años como un proyecto cinematográfico de Alex Kralie. Aunque se acabó cancelando debido a que, en el transcurso de la grabación, empezó a manifestar una conducta errática. Algunos dicen que esta película fallida no fue sino la confirmación de la existencia de Slenderman y sus Proxys."

Palidezco en cuanto veo a Masky, a Hoddie... todos acompañados de Slenderman.

No soy capaz de terminar la serie de episodios. La angustia me corroe por dentro junto al terror psicológico. El hecho de que yo haya estado en esa situación, conviviendo con esas... personas, el hecho de que la evidencia esté ahí y nadie sepa verla, reconocerla. Me pone los pelos de punta.

Elimino la página de los vídeos y abro de nuevo el buscador:

Masky.

No hay casi información sobre él, ni siquiera en las páginas web conspiratorias. Nadie sabe nada de él, de ellos. Nadie.

Así que decido buscar entre los periódicos virtuales los asesinatos sucedidos hace más de diez años atrás, tras acordarme de que Hoddie me dijo que los padres de Masky fueron asesinados.

La mayoría de crímenes que sucedieron al rededor de aquella época fueron desapariciones y casos de homicidio a una única víctima. Sin embargo, empiezo a ver el patrón cuando todos los titulares comienzan a mencionar a un solo asesino.

FAMILIA ASESINADA BRUTALMENTE A PLENA LUZ DEL DÍA. ASESINO DEJA MENSAJE EN LA PARED.

Ahí está. Tiene que ser esa.

Sigo leyendo un poco más con el fin de encontrar algo que pueda darme alguna pista sobre Masky:

"La familia Sutton fue asesinada y hallada muerta en su hogar junto a un siniestro mensaje, GO TO SLEEP, en una escena sangrienta y brutal. El único superviviente fue el hijo de la pareja, que en ese momento, por suerte, no se encontraba en casa. El joven hijo de los Sutton, Timothy, está siendo medicado debido a las secuelas que le produjo ver aquella grotesca escena, se encuentra bajo tutela y en espera de conocer su próximo hogar.

La policía sospecha que el culpable del crimen puede ser el asesino en serie Jeffrey Woods, que continúa desaparecido desde el asesinato de su familia y varios asesinatos con el mismo patrón."

No comprendo lo que estoy leyendo.

Abro de nuevo el buscador.

Jeffrey Woods.

Se me revuelven las tripas, tiemblo por un escalofrío repentino en mi espina dorsal y las náuseas me atacan.

El miedo crece dentro de mí como una hiedra venenosa.

Es él, el chico de la boca cortada que estaba en la cabaña de Masky. Él...

Cierro rápidamente todas las pestañas y bajo con fuerza la pantalla del portátil.

¿Y si es él?

Timothy.

¿Ese es su nombre? ¿Así es como se llama de verdad?

No puede ser. Este es un país muy grande, y este Estado concreto tiene una tasa de criminalidad muy alta, ¿qué probabilidades hay de que este caso en concreto sea el de Masky?

¿Cuántos padres son asesinados a diario? ¿Cuántos hijos sobreviven?

Yo misma soy una superviviente.

Sin embargo, ¿cuántos sobreviven a Jeff the Killer? ¿Es posible que Jeff sepa que mató a la familia de Masky? ¿Masky lo sabe?

Me muerdo las uñas con ansia, inquieta y nerviosa.

No sé qué hacer ahora. Estoy completamente impactada por lo que acabo de descubrir y no sé cómo digerir toda esta información.

No puedo evitar sentir empatía por Masky. Llegar a casa y encontrar a tus padres muertos, asesinados a sangre fría, con las paredes llenas de sangre y un mensaje de un psicópata sin escrúpulos... ¿cómo ha podido superar ese trauma?

¿Acaso lo ha superado?

Se me empañan los ojos y se me escapan varios sollozos.

Gwendolyn...

Me doy la vuelta rápidamente, en dirección a la puerta de mi habitación.

No hay nadie.

—¿Janice?— la llamo, pero no me responde. Es posible que esté en la cocina y haya cerrado la puerta.

¿Por qué no paro de oír esa voz? Me estoy tomando la medicación, no debería escuchar esas cosas...

Me levanto con dificultad de la silla y cojo las muletas, que descansan apoyadas en la pared. Con torpeza, me aferro a ellas y me acerco al pasillo hasta el inicio de las escaleras, observando que la puerta de la cocina nunca ha estado cerrada.

—¿Janice?— la vuelvo a llamar, esta vez más preocupada.

Tampoco me responde.

Me muerdo el labio inferior cuando siento que el corazón me da un vuelco, así que bajo las escaleras con cuidado de no tropezarme, mientras apoyo el pie que no tengo escayolado con firmeza. Logro llegar a la planta baja intacta y sin tropiezos, así que entro en la cocina empujando ligeramente la puerta.

Me quedo congelada en el sitio cuando veo a Janice inconsciente y con una herida en la cabeza que sangra en abundancia.

Suelto las muletas y caigo de rodillas al suelo. Me tiembla todo en cuerpo, los ojos se me llenan de lágrimas y empiezo a jadear.

—¡Janice! ¡Janice!— la zarandeo con la esperanza de que despierte, pero sus ojos no se abren. Examino la herida y veo que es profunda, pero no parece que haya perforado el cráneo, sino que ha sido con un arma contundente. Y me siento más aliviada cuando compruebo que todavía tiene pulso y que respira lentamente.

Miro de un lado a otro y me apoyo en la encimera de la cocina para levantarme, me desplazo apoyándome en una hasta la pequeña isla en la que solemos desayunar y agarró con los dedos temblorosos y manchados de sangre.

—911, ¿cuál es su emergencia?

—Mi madre se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza y está inconsciente, necesito que...

—Gwendolyn...

Me quedo callada de golpe, con los ojos a punto de salir de mis órbitas, mientras giro mi cabeza lentamente, en dirección al pasillo.

Una mano grande y de uñas negras se apoya en el marco de la puerta. Un cuerpo muy grande, bastante más que yo, se asoma y unos ojos negros inyectados en sangre se me quedan mirando mientras se achinan por una sonrisa deforme que me hiela la sangre.

Todavía está vestido con el mono de prisión, donde se lee su número de preso, manchado con sangre seca y reciente. Tiene varias cicatrices en la cara y los dientes torcidos y amarillentos detrás de una barba espesa.

—Gwendolyn, ¿por qué no vienes a darle un abrazo a papá?

Schizophrenic[Masky]© Book 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora